Santos Arévalo (Lobos)
el dispensador dice:
sentí que se me hacía sepia el alma,
tanto vacío,
calmas robadas,
que decidí encarar la tarde descalza,
camino polvoriento,
antigüedades señaladas,
viejos caminos,
soledades y nada...
encontré la tranquera cerrada,
alguna curva,
yuyales secos entre postes y alambradas,
y me acerqué a la tapera,
recordando la estampa,
muchos fantasmas vagando,
acosando a intrusos sin espaldas...
busqué si había culpas,
reclamos en palabras no pronunciadas,
sólo había ecos de vientos y ramas,
mucho árbol abandonado,
entre desprecios y estrellas apagadas...
miré el cielo,
buscando la señal esperada,
y amaneció la vía,
toda despejada...
miré hacia el futuro,
donde estaba la esperanza,
y hacia allí me dirigí...
como quien recupera su alma.
DICIEMBRE 16, 2015.-
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