sábado, 2 de julio de 2016

Mi viaje desde el pasado hasta el futuro || ReVista OjOs.comFernando Sorrentino

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VIAJE AL FUTURO
Sobre antiguos bastonazos y ulteriores paraguazos



VIAJE AL FUTURO
Sobre antiguos bastonazos y ulteriores paraguazos


1. Una información inesperada

Una lectora colombiana, de nombre Nadia, a la que no conocía, me envió un mail en el cual, entre otros conceptos, y refiriéndose al cuento “El viejito del bastón”, de David Betancourt (Colombia, 1982), dice lo siguiente:

     Me parece un plagio del original “Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en
     la cabeza” del maravilloso autor argentino Fernando Sorrentino, quien escribió este cuento hace muchos
     años. Por la irrepetibilidad de sus historias, por lo que le quedan a uno tan grabadas, por los suigéneris de las
     mismas, por lo tan suyas, tan Sorrentino de sus conflictos, de sus situaciones a veces absurdas, a veces
     como de pesadilla, en fin, incomparables, debo expresar la desagradable sorpresa que sentí al leer este
     cuento.

     Para mi humilde punto de vista no hay forma de escribir una situación similar, así sea disfrazada con otra
     historia. No es que aquí se esté narrando un drama griego básico (un padre matando al hijo o viceversa, un
     amor entre hermanos, o no sé cuántos ejemplos que se puedan dar en la literatura y en la historia de la
     humanidad). Pero, por lo irreal, por lo fantástico, por lo absurdo, por lo incomparable, por lo tan Sorrentino,
     encontrar una historia que narre lo mismo fue, para mí, una ofensa a su literatura. Una ofensa a quien ama el
     pensamiento Sorrentino. Creo que el autor comete plagio al tomar una historia tan única, tan imposible de
     volver a tomar y tranquilamente exponerla como propia. Creo que estamos ante la posibilidad de aprovechar
     la ignorancia regional y tomar, como propias, historias ajenas introduciendo leves variaciones.

Estas halagüeñas expresiones, y otras más (que me hacen ruborizar), se hallan al pie del cuento en cuestión, y pueden leerse en el siguiente enlace (Letralia, 9 de agosto de 2015):


Abrí el texto en cuestión y comprobé que, en efecto, tiene muchos puntos en común con mi cuento “Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza”:


2. Verdadera cronología de los hechos

a) Datos exotéricos

Sé —por circunstancias externas que recuerdo muy bien— que escribí ese cuento en 1969, antes de cumplir mis primeros veintisiete años de vida.

Se publicó primero, en 1970, la versión en inglés en la revista estadounidense Mundus Artium. Y, en 1972, apareció dos veces en español: en la revista Testigo (Buenos Aires) y en mi volumen de cuentos Imperios y servidumbres (Barcelona, Seix Barral). Corriendo los años, el cuento se reprodujo tantas veces y en tantos idiomas distintos, que superan mi capacidad de recordar todas esas ediciones.

Estos datos están documentados y pueden verificarse fácilmente.

b) Datos esotéricos

Según creo, soy bastante aficionado a pergeñar historias fantásticas o, al menos, insólitas.

Y —esto se ignora— no sólo a pergeñarlas sino, inclusive, a llevarlas a la práctica.
Allá por 1969, y mediante procedimientos secretos que no me parece prudente revelar, encontré un método que, al igual que a Enoch Soames, me permitiría trasladarme al futuro.

Me proyecté, pues, hacia el mes de agosto de 2015 y pude leer el cuento “El viejito del bastón”. Tras algunos instantes de emoción estética, me inspiré en esas páginas y decidí redactar mi relato “Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza”, cuya trayectoria ya he descripto en un párrafo anterior.

Hasta tal punto me fascinaron algunos pasajes, que, casi de manera involuntaria, reproduje en mi relato varios de los aciertos de David Betancourt.

Algunos ejemplos:

David, en 2015, había inventado: ¿Qué miran, bobos, acaso nunca han visto a un viejito que le pegue a una muchacha desconocida con un bastón sin parar más de treinta minutos?

Yo, en 1969, lo imité: ¿Qué miran, imbéciles? ¿Nunca vieron a un hombre que le pegue a otro con un paraguas en la cabeza?

David, en 2015, había inventado: Le cerraré la puerta en la nariz.

Yo, en 1969, me permití imitarlo: Pero yo tenía un plan. Ya en mi casa, quise cerrarle bruscamente la puerta en las narices.

David, en 2015, había inventado: Tun, tun, tun, hasta que me bajo (nos bajamos).

Yo, en 1969, me permití imitarlo: Bajé —bajamos— en el puente del Pacífico.

David, en 2015, había inventado: Señor, señor agente, este viejito me está pegando con un bastón desde por la mañana.

Yo, en 1969, me permití imitarlo: Señor oficial, este hombre me está pegando con un paraguas en la cabeza.

David, en 2015, había inventado: Mecánicamente continúa dándole golpecitos a lo que cree son las plantas de mis pies.

Yo, en 1969, me permití imitarlo: Era este mismo hombre que ahora, mientras estoy escribiendo, continúa mecánica e indiferentemente pegándome paraguazos.

3. Mensaje para Nadia

Como ves, amable Nadia, tenías razón al decir “Me parece un plagio del original”.

Sólo que equivocaste las personas. El plagiario he sido yo, pues, gracias a mi poder de proyectarme al futuro, pude plagiar, en 1969, el cuento que, en 2015, había publicado David Betancourt.

Martínez (Bs. As.), junio de 2016

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