Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución de Adrienne Rich (Traficantes de sueños)
“Sabemos mucho más acerca del aire que respiramos o de los mares que atravesamos, que acerca de la naturaleza y del significado de la maternidad”. Con ese planteamiento arranca Adrienne Rich el prólogo de un libro que, según cuenta, no eligió escribir: “(…) no fui yo quien eligió el tema; hace mucho tiempo que el tema me eligió a mí”. Suerte la nuestra porque la aportación de Rich es una de las más valiosas de la literatura. Un ensayo –fruto de cuatro años de investigación– que plantea un análisis de la maternidad desde un punto de vista social, político y económico. Y lo hace acompañada de información rigurosa, de referencias y de estudios, pero también guiada por su propia experiencia como madre y como hija, sin olvidarse nunca de su condición de mujer ni, por supuesto, del feminismo.
Para leer Nacemos de mujer hacen falta dos cosas: hambre por aprender –y reflexionar– y un lápiz. Es un libro para degustar despacio, subrayando, y para volver a él una y otra vez. Mejor aún si la lectura es compartida. Es imposible resumir aquí, en unas cuantas líneas, lo que significa este ensayo, porque Nacemos de mujer es un libro revolucionario. Lo fue en el momento de su publicación, en 1976, pero lo es también ahora, cuatro décadas después. Tan vigentes tantos planteamientos que asusta. “La maternidad no se ha liberado en este tiempo como le hubiese gustado a la autora, aunque algunas mujeres estén experimentando sus maternidades de un modo libre y consciente”, dice Carolina León en ‘Presunciones que no han sido examinadas’, el prólogo con el que presenta esta nueva edición.
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