viernes, 3 de abril de 2009

EL OTRO LADO primera parte / HORA CUARTA primera homilía


EL OTRO LADO primera parte

HORA CUARTA
PRIMERA HOMILÍA

COPYRIGHT by CERASALE©

Dentro del recinto, y el templo mismo todo está en movimiento.
Acompañan al movimiento universal.
Las estrellas de David, las figuras y las entidades, todo acompaña.
La masa de luz es homogénea y coherente. No se proyecta por fuera de la gran burbuja, de ese capullo que cerrado en sí mismo contiene todo.
Se percibe un aumento descomunal en la carga eléctrica.
El tono de la luz está variando. De un blanco opaco ha pasado a tener un blanco inmaculado y ahora está virando hacia una tonalidad eléctrica que no he
visto antes.
Los zumbidos que acompañan y forman las oraciones y se sustentan sobre una
melodía que todo lo comprende, que todo lo inunda, se están transformando en
ideas e imágenes que estoy recibiendo. Parecen aclararse. Parecen definirse.
Es como si la estática hubiese comenzado a encontrar su sintonía.
Se escucha entonces un primer alegato.
Una de las entidades deja escuchar su homilía de una liturgia nueva y eterna.
No sé de dónde viene la expresión, no sé de qué estrella, no sé de qué lugar del recinto, de cuál recinto.
Dice:
"...Asistimos a un suceso universal que merece nuestra participación. Hemos sido convocados por ello y para ello. Nuestra misión es guiar a las almas en tribulación para que encuentren nuevamente el comienzo y el fin. El suyo, único e indiviso. Debemos construir los conductos que les permitan transitar por una vida corpórea. Debemos sostener el libro de su vida. Debemos permitirles el llegar, el estar, el ser, el pasar, el dejar de ser, el sostener aquello que los sustente en dicho tránsito".
Continúa: "...Cualquier anomalía en el Universo merece nuestra intervención porque somos el alfa y el omega de los tiempos y los espacios. Estas almas han perdido su guía, han perdido su fe, han perdido, por ende, su casa. Aquella
que les sustentaba la vida".
Sigue: "...Están confundidas y en tribulación. No entienden cómo pudo suceder. No saben qué deben hacer ahora. No encuentran sus ventanas. No encuentran
los accesos para confluir en la dimensión de las sensaciones. No saben cómo unir las dimensiones de lo que establece el libro de la vida para las cadenas familiares. Han perdido la dirección y el sentido. No pueden deambular por el espacio a su antojo porque la Ley Universal dice, desde que todo esto fue creado, que las almas no deben vagar sin un destino, sin uno propio, sin uno ajeno".
"...Es verdad que han transgredido, unas y otras, encarnadas y etéreas, los principios del equilibrio armónico que nos rige e incluye a todos. No obstante, nosotros que somos el alfa y el omega, debemos darle un delta para que hallen un nuevo camino que les permita ser un brote, crecer, florecer, dar frutos, madurar, dispersar las semillas, retornar al polvo, y recomenzar el ciclo".
"...Es verdad que no han respetado sus sagradas escrituras. Aquellas que fueron establecidas como alianza entre el aquí y el allá. Aquellas verdaderas que arrojan luz sobre la existencia y la función de cada alma en el tiempo corpóreo. Aquellas verdaderas que arrojan luz sobre la inexistencia y la función
del alma fuera del espacio y del tiempo. No han respetado los preceptos, tampoco el dogma, menos el pragma, a lo largo de su historia. Ninguno la ha respetado. Siempre privaron los intereses propios e individuales por sobre los de todos, por sobre los del conjunto. No han sabido despojarse de su egoísmo cuyo sello es abarcar, poseer, someter, destruir. Siempre han querido poseer cuando, la verdad primera y postrera indica y establece que la consigna de las almas encarnadas es solo transitar, dejar huella, asumir afectos y experiencia, para que otros puedan crecer, para que otros puedan venir y compartir esas sensaciones con el solo efecto de legarlas para que el conjunto, se perfeccione".
"...De la vida encarnada las almas sólo pueden llevarse los afectos sembrados
y cosechados. Nada más que eso. Lo demás es sólo polvo flotando en el espacio. El único legado, luego del instante del libro de la vida, antes de unir el alma a la simiente, en el instante preciso en el que el aliento divino nubla su capacidad y limita su visión, es conservar el don de amar, aprehender todo aquello que la madre naturaleza prodiga y enseña, y contar con la sabiduría de distinguir lo que es justo de aquello que no lo es".
"...Todos aquellos que creyeron tocar el cielo con las manos acumulando riquezas densas, tierras, bienes, otras almas, sabían... bien sabían, que está escrito por los tiempos de los tiempos, que nada, absolutamente nada les pertenece. Llegan a la vida desnudos e indefensos, simples. Necesitan de otros
para llegar. Necesitan de almas respirantes que los han antecedido, pero también necesitan de nosotros los ángeles. Necesitan de la protección de los otros para poder ser. También requieren de nuestra protección, aquella que está en el Libro de la Vida. La requieren durante mucho tiempo. Mucho más que aquellos a los que dicen llamar salvajes. Mucho más que aquellos a los que dicen llamar vegetales. Mucho más que aquellos a los que dicen llamar piedras. Luego se desvían del dogma. Pierden la guía de las sagradas escrituras. Dicen respetarla, pero la burlan. En forma permanente. La contrarían. Peor, la burlan. Se creen con poder para hacerlo, pero no lo tienen porque jamás les sería concedido algo así. Se mienten a sí mismo y a los demás".
"...Ese conjunto de desatinos que unos pocos hacen aparecer como atinados de acuerdo con el poder que ostentan los ha llevado a esto. Ese conjunto de desatinos aceptados como atinados por la ignorancia e indiferencia de los muchos que se sienten sujetos a ese poder incapaz que no es divino pero al cual le hacen reverencia con la falsa ilusión de acercarse a ese foco de poder, eso los ha llevado a esto. Ese olvidar las tradiciones, el no respetarlas, el no contraerse a ellas, eso los ha llevado a esto. Al ponerse en peligro todas ellas, las almas, están colocando en riesgo al resto de aquellos que deambulan por el
concierto de este universo, simplemente porque con sus actitudes y sus acciones están poniendo en tela de juicio nada más ni nada menos que el orden, la armonía universal que nos sostiene. No a ellos los que se dicen vivos, sino a todos nosotros en el aquí y en allá, en el tiempo denso y en la dimensión
donde vibra y anida la luz".
"...No han escuchado nuestros mensajes. No han compartido nuestras indicaciones. Hemos enviado a los ángeles y los han vituperado. Hemos enviado a los ángeles y los han lapidado. Hemos enviado a los Profetas y se han reído de ellos. Les hemos dado los preceptos y los han ocultado. Hemos renovado las señales y las han distorsionado para que el conjunto no tenga capacidad para restarles el poder. Por ello ahora no tienen donde estar. Por ello aquellos que decían tener el poder no tienen ni dónde ni cómo ejercerlo. Por ello ahora son parte del espacio. Por ello ahora han caído en núcleo del silencio. Por ello han destruido lo que tanto ha costado construir y sostener. Por ello ahora están en tribulación, por ello estamos convocados para buscar una salida. Para darles un nuevo orden. Para darles una nueva luz".
"...Esta irreverencia ha provocado un acto de injusticia universal donde la incapacidad de unas pocas almas injustas y la indiferencia de otras muchas almas mudas y sordas, disimulando el clamor de un puñado de almas justas y atentas, ha concluido en la destrucción de su ángulo de vida, cerrando la música de las esferas y creando una paradoja que sirve como motivo para convocarnos a nosotros, el alfa y el omega".
"...Ningún alma está por sobre otra".
"...No en el espacio respirable. No en la dimensión de los trabajos".
"...Ningún alma prevalece por sobre otra".
"...No en el tiempo concedido. No en la dimensión del sin tiempo".
"...El aire es nuestra fuente concedida para la vida. Sin aire no hay vida. El aire es nuestro don preciado para que las almas accedan al tiempo respirable".
"...Luego el agua es la segunda fuente concedida para la vida. Sin agua no hay
persistencia de la vida. El agua es nuestro segundo don preciado para que las almas respirantes puedan permanecer".
"...Sin aire y sin agua no hay acceso al mundo de las sensaciones de las almas
que se dicen humanas, pero tampoco de aquellas otras a las que ellos, los humanos, dicen animales sin saber que son sus iguales en la espiral de la vida".
"...Pero la paradoja no está en el mundo de las sensaciones, sino en el antemundo donde mora la inexistencia".
Se hace un silencio.
El movimiento acompasado continúa incesante.
Suave ondulación. Suave rotación. Suave zigzagueo. Suave vibración.
Hacia la derecha. Hacia la izquierda.
Hacia el arriba que es abajo y hacia el abajo que es arriba. Porque en el espacio nada es arriba y nada es abajo. Nada es superior y menos inferior. Sin ese orden, sin esa ley matemática, no podríamos existir, no podríamos ser, no podríamos perdurar, no podríamos elegir, no podríamos legar.
El orden es único, primero y postrero.
Estamos en un capullo único que contiene una suave tonalidad eléctrica, con una carga que todo lo atrae y todo lo repele, simultáneamente.
Por fuera del capullo pero dentro de las naves que conforman este grandioso templo se ven ahora cientos, miles, millones de entidades que formando una gigantesca espiral parten de un lugar no visible en la parte inferior del gran capullo y lo van rodeando hasta alcanzar un lugar no visible en la parte superior
del mismo. Es como si vinieran unidas desde el espacio y se fueran unidas hacia el.
Esa inmensa espiral las muestra como tomadas de las manos. Pero en realidad
sus manos no se ven. Se tocan sus túnicas y ellas están suspendidas en el aire, en el espacio y no permanecen estáticas, no, la espiral es ascendente, pero es continua. No se sabe dónde comienza. No se sabe dónde concluye. Simplemente está transcurriendo en una actitud como de cubrir y proteger el capullo primordial.
Pero, hay otra espiral. Una semejante.
Idéntica a la descripta.
Solo que ésta desciende en el sentido inverso a aquella otra, la que he visto primero.
Estas espirales externas parecen llevar y traer algo desde fuera y hacia el recinto, al tiempo que toman algo del recinto y lo transportan en su movimiento hacia fuera.
Sus túnicas son oscuras, eléctricas, marinas, pero hermosas.
Sus rostros sin facciones conllevan la sabiduría del equilibrio de los tiempos.
Sus rostros sin facciones sostienen la justicia que rige a los espacios.
Sus rostros sin facciones contienen el amor que al modo de una cadena sin fin, sostiene los vínculos entre las almas y los recuerdos, entre sus acciones y sus actitudes, entre sus aptitudes y sus compromisos.
Todo flota al modo de una danza celestial.
No se ven sus pies. Las túnicas no los dejan ver.
Pero estas entidades divinas no necesitan de pies. Tampoco de manos.
Tampoco de facciones.
Ellas son, sólo y simplemente, almas.
Divinamente almas.
La melodía continúa asistiendo al movimiento.
Uno y otro son la misma cosa.
Una frase, un precepto atraviesa mi mente: "Bienaventurados los convidados a la mesa del Señor".

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