sábado, 7 de agosto de 2010
CARTA A UN MUNDO SIN FRONTERAS
"las almas encarnadas no contienen otra cosa que sus propios sueños"
el dispensador dice: amanece como cualquier otro día, donde cualquiera de nosotros encara su afán en silencio... a veces entiendo que nuestro mundo (tu mismo) gira a pesar del hombre y sus conductas, en un alarde de enseñanza universal que muy pocos aprecian. Esta humanidad parece no comprender que su navío de travesías espaciales, su hogar, su único refugio, flota en el espacio en un jugueteo de equilibrios donde la física es en esencia una paradoja de energías. Esto sucede mientras el hombre transita sus rutinas sin prestar su atención a lo genuinamente importante. Del mismo modo se ignora al Sol, a la Luna y al resto de la cosmogonía que nos acompaña en nuestro extremadamente corto lapso en los tiempos respirables. Esta Tierra, al igual que el universo todo, no tiene dueños como tampoco tiene quien lo rente por un pequeño período de tiempo, apenas si es prestado por un "instante" que se transforma en un destello de vida, donde el hombre depende de su sombra al igual que otras entidades lo hacen en sus propios espacios. Este mundo nació, vio la luz y escuchó la palabra primordial, sin fronteras, sin banderas, sin posesiones, sin propietarios, sin soberbias, sin desidias, sin mentiras, sin discriminaciones, sin atropellos... aspectos de los que se fue nutriendo con la expansión de las humanidades y sus inconductas. El hombre se ha distanciado de la esencia, pero peor aún, se ha alejado de su propia condición para transformarse en un depredador hambriento, que se come sus propias entrañas para demostrarse a sí mismo que, a pesar de ser efímero, es amo y señor de conveniencias, vanidades, y voluntades. No obstante ello, el mundo no tiene otra frontera que no sea aquella que deviene de la insensatez, mientras que no tiene otra bandera que no sea aquella que justifica una falsa propiedad... La única bandera debería ser la solidaridad, la única frontera debería ser la misericordia, el único estandarte debería ser la compasión, la única consigna debería ser la oración. Cuatro elementos que hacen al equilibrio de los pasos finitos, donde cada huella es representación de recuerdo apenas por un "instante" que se comparte entre tres generaciones humanas compuestas por un padre, un hijo y un nieto... que rápidamente se extingue a manos de los tiempos y sus vientos, no reconociendo pasados ni tampoco ancestros. La realidad demuestra que no hay occidente como tampoco hay oriente. La realidad demuestra que no hay norte como tampoco hay sur, ya que en el universo no hay ni arriba ni tampoco abajo, y el aire que respiramos no es otra cosa que una gracia concedida por Dios, para darnos la oportunidad de encontrarnos con nosotros mismos, con un tiempo, con un don y un talento que debemos cultivar para vivir en comunidad. La extinción de los valores a manos del hombre es pavorosa. La extinción de las tradiciones también lo es. El hombre se ampara detrás de dogmas religiosos prescindiendo de la idea que el Dios es único y constante, rigiendo para todos por igual... en ello justifica sus capacidades depredatorias, para inmediatamente cobijarse en el paraguas de la "palabra" de un Dios que mira azorado la imperfección de esta creación, un hombre que se erige como dueño y señor de lo que existe. Nadie parece comprender que ese mismo Dios, tiene el poder para apagar todo lo que existe y consumir a las almas en el frío del espacio, quitándole su música, y haciendo una hoguera de espíritus vacíos, hoguera de orgullos falsos y vanidades siniestras. En estos tiempos, donde muchos destinos se truncan velozmente, cortando sus espirales de ascenso y descenso, impidiendo que las esferas elementales se rocen creando la música de las eternidades manifiestas, muchas son las gentes que traducen en iniciativas de luz sus principios, brindando lo mejor de sí y de su sombra, esto es haciendo culto a la misericordia, siendo solidarios incondicionalmente, expresando una compasión que se guarece en la humildad y la resignación de aceptar que Dios y su obra no tienen fronteras, tampoco banderas, mucho menos propietarios de circunstancias. Agosto 07, 2010.-
el dispensador: carta a un hogar sin fronteras.
DEDICADO A: Candelaria Lanusse, a las enfermeras, y a todo aquel que en su corazón atesora un mundo sin banderas y sin fronteras.
"desde el verbo pronunciado hasta hoy, los hombres son efímeros, la Tierra permanece"
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