África no es un país
"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y sí, desde Europa, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es un continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí. Un blog coral creado y coordinado por Lola Huete Machado.
“La fiebre contra la necesidad histórica”.
Autor invitado: Nuno Cobre (*)
Viaje a Burkina Faso (5). VER SERIE
Mohamed, el guía burkinés del hotel, tocó la puerta cuatro veces y me dijo que me llevaría a la mezquita “y otros sitios importantes”. El sol, el clima, seguían disparando. El mío era un cierto turismo forzado. La fiebre contra la necesidad histórica. Un combate donde ésta última acababa venciendo en el segundo asalto. Me puse en pie y acordé el precio con Mohamed al que le había entrado una risa contagiosa cuando le pregunté el montante a pagar. “A la mezquita se llega por aquí”, le dijo el guía a Gaston dentro del Mercedes despachurrado mientras progresábamos por un Bobo concurrido. Gaston dio unos volantazos más y ante nuestros ojos nació una mezquita rodeada de pirámides blancas, estrechas y puntiagudas dejándose atravesar por unas estacas de madera que soportaban laestructura y ayudaban también con el enyesado. Construida en 1893, la GrandMosquée viene a ser un destacado ejemplo de la arquitectura Sahel.
Fuera se encontraban varios fieles contemplando a la mezquita y al día, otros dormían. “Vamos dentro”, me dijo Mohamed. En el interior vi varios pasillos donde entraban la claridad y las golondrinas sobrevolando a toda velocidad antes de posarse en las estacas del techo. Las paredes eran gruesas y repletas de secretos si uno las escalaba y descubría los inesperados vericuetos y las ocultas estancias. Mohamed elevó su dedo índice para que subiésemos hasta arriba y desde ahí me señaló la torre donde debían permanecer las mujeres.
“Y ahora vamos al barrio de Kibidwe”, me dijo el guía después de unas cuantas fotos. “Kibidwe representa la parte más vieja de Bobo, barrio de herreros donde conviven musulmanes y animistas”, afirmaba un solemne Mohamed. Nos pusimos a caminar y llegamos andando a los pocos minutos. Yo miraba para el sol, rogándole un poco de piedad, pero Él dijo “no”. En Kibidwepredominaban las estructuras de barro que rozabas mientras recorrías un área serpenteada de rincones donde se rendía tributo a distintas religiones y tribus. Uno de los clanes eran los responsables de dar el visto bueno a los matrimonios del barrio.
Seguimos caminando flanqueados por el barro y ropas que se tendían sobre los muros y pronto nos rodearon varias vasijas y calderas humeantes. “Aquí”, me dijo Mohamed y me mostró el sorgo, gramínea utilizada para hacer cerveza. Las calderas facilitaban la fermentación. Mohamed rellenó una bacinilla de calabaza con un poco de cerveza y me la acercó. Di varios tragos, pasándome la lengua por laboca del disfrute. El sol seguía a lo suyo, implacable, iluminando como una sobredosis de antorcha nuestro paseo hasta la calle principal, donde Mohamed dijo,“mira, se juntan y hablan, conviven”, en referencia a los musulmanes y animistas que caminaban tranquilamente frente a nosotros.
Mohamed era un buenazo y de vez en cuando soltaba un gracioso “voilá”, muy acentuado en una ‘a’ que se acababa estirando. Uno le decía por ejemplo, “¿y la mezquita es de estructura Sahel?”, y el guía te contestaba con un “voilàaaa”. Risas. Mohamed dio unos pasos más y me mostró un montículo de barro lleno de plumas, fruto de un ritual recién culminado. Al lado, varias mujeres contendían con el maíz y las legumbres. En un riachuelo cercano retraté a las mujeres y los niños limpiando la ropa junto a unos oscuros peces gato, intocables debido a su carácter sagrado. Por la zona pululaban unos cuantos turistas franceses, víctimas también de un sol que lo quería todo.
No muy lejos, presioné el botón de mi cámara para inmortalizar a una niña de hermosos ojos y luego dimos más pisadas en la tierra para plantarnos en un taller de bronce donde varios burkineses trabajaban concienzudamente junto a herreros y tejedores. Observamos el acabado de varias obras durante unos minutos y luego Mohamed dijo, “y ahora vamos a acabar en el mercado”. Seguí al guía hasta elGrand Marché, atestado de puestos, gente, productos, sombrillas y un infinito de sutilidades. Tras zigzaguear varias marabuntas, regresamos al hotel con el taxi deGaston. En L’Aubergele pagué con gusto a un agradecido Mohamed. La visita a Bobo-Dioulasso y su olor a cobre, a tradición y voces del más allá había finalizado. Ahora era el momento de volver a Uagadugú. Quería conocer a ThomasSankara.
(*) Nuno Cobre es autor del blog Las palmeras mienten
SOBRE LOS AUTORES
Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog.
Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.
José Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.
Ángeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.
Chido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas y mejorar el conocimiento y uso de los medios de comunicación en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los más jóvenes. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria' (Essays 2001-2011).
Akua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...
---
el dispensador dice:
el SOL te habla,
las arenas te hablan,
las piedras lo hacen,
los suelos hablan,
los aires hablan,
las aguas hablan,
cada elemento tiene su regencia,
y se traduce a sí mismo,
dependiendo de quien lo respira,
dependiendo de quien lo pisa,
dependiendo de quien lo respira,
si el aura está sucia o está limpia,
si el espíritu está sintonía,
o si aparece con segundas intenciones ocultas,
como designio o como rutina...
África es demasiado grande,
demasiado heterogénea,
es casi un planeta en sí mismo,
diverso, tanto como distinto,
y occidente ha hecho demasiado daño,
algo que a pesar de todo,
no ha logrado establecer cambios,
en las almas simples de las gentes,
que siguen andando... simplemente, andando...
viviendo como saben,
paso a paso...
las miradas son lo que muestran,
y si no lo son... no sé cómo... pero te das cuenta...
y ello no es por sapiencia,
sino por la vivencia,
de saber cómo es que lo desiertos se atraviesan,
a pura espalda,
a puro lino,
a puro espíritu...
lo intoxicado se vincula al occidente despiadado,
lo contaminado se traduce en lo que occidente anduvo sembrando,
la inconsciencia produce daños,
que padecen otros,
que al mismo tiempo se ven negados,
algo común a ciertos humanos,
que se creen superiores,
y proceden atropellando,
las humildades de los nacidos "inocenciados",
dejándole fiebres...
que se los terminan devorando...
más allá...
te aseguro que el desierto es sagrado,
porque allí sólo residen los que saben,
las almas adecuadas para atribuir valores,
a las arenas cambiantes...
lo reconoces cuando alcanzas un oasis,
y descubres cómo coexisten...
espíritus que viven,
con almas que ya no existen,
duendes de los dátiles,
gnomos de los pasados alegres,
elementales de otros tal vez tristes,
hadas que alguien niega,
para acomodar aquello que vos mismo no creíste...
en todo caso,
debes reconocer las fiebres,
no por lo que enferman...
sino por lo que te dejan,
cuando se van,
cuando se alejan,
sonriendo porque ya contienes,
el espíritu de una rara siembra...
que modifica los estados de tu consciencia.
JUNIO 12, 2014.-
algo para que tengas en cuenta y no omitas...
las arenas no mienten,
los oasis tampoco...
las palmeras no mienten,
sus frutos tampoco...
y aún conteniendo fiebres,
sirven para que tus ojos queden en segundo plano,
dándote la posibilidad de "aprender"...
aprender a mirar con los ojos del alma.
el dispensador.
el dispensador dice:
el SOL te habla,
las arenas te hablan,
las piedras lo hacen,
los suelos hablan,
los aires hablan,
las aguas hablan,
cada elemento tiene su regencia,
y se traduce a sí mismo,
dependiendo de quien lo respira,
dependiendo de quien lo pisa,
dependiendo de quien lo respira,
si el aura está sucia o está limpia,
si el espíritu está sintonía,
o si aparece con segundas intenciones ocultas,
como designio o como rutina...
África es demasiado grande,
demasiado heterogénea,
es casi un planeta en sí mismo,
diverso, tanto como distinto,
y occidente ha hecho demasiado daño,
algo que a pesar de todo,
no ha logrado establecer cambios,
en las almas simples de las gentes,
que siguen andando... simplemente, andando...
viviendo como saben,
paso a paso...
las miradas son lo que muestran,
y si no lo son... no sé cómo... pero te das cuenta...
y ello no es por sapiencia,
sino por la vivencia,
de saber cómo es que lo desiertos se atraviesan,
a pura espalda,
a puro lino,
a puro espíritu...
lo intoxicado se vincula al occidente despiadado,
lo contaminado se traduce en lo que occidente anduvo sembrando,
la inconsciencia produce daños,
que padecen otros,
que al mismo tiempo se ven negados,
algo común a ciertos humanos,
que se creen superiores,
y proceden atropellando,
las humildades de los nacidos "inocenciados",
dejándole fiebres...
que se los terminan devorando...
más allá...
te aseguro que el desierto es sagrado,
porque allí sólo residen los que saben,
las almas adecuadas para atribuir valores,
a las arenas cambiantes...
lo reconoces cuando alcanzas un oasis,
y descubres cómo coexisten...
espíritus que viven,
con almas que ya no existen,
duendes de los dátiles,
gnomos de los pasados alegres,
elementales de otros tal vez tristes,
hadas que alguien niega,
para acomodar aquello que vos mismo no creíste...
en todo caso,
debes reconocer las fiebres,
no por lo que enferman...
sino por lo que te dejan,
cuando se van,
cuando se alejan,
sonriendo porque ya contienes,
el espíritu de una rara siembra...
que modifica los estados de tu consciencia.
JUNIO 12, 2014.-
algo para que tengas en cuenta y no omitas...
las arenas no mienten,
los oasis tampoco...
las palmeras no mienten,
sus frutos tampoco...
y aún conteniendo fiebres,
sirven para que tus ojos queden en segundo plano,
dándote la posibilidad de "aprender"...
aprender a mirar con los ojos del alma.
el dispensador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario