Domingo 01 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa
La cima, esa obsesión
La salteña impulsa un proyecto que promueve la escalada y los deportes de aventura entre latinoamericanas. Un sueño de altas cumbres
hojarasca naranja y ocre, en Salta la linda, Griselda Moreno nació en la clínica Córdoba de la mano de su padre, médico ginecólogo, en otoño de 1975. "Sucedió en Salta, allí donde el cielo ya no puede con tanto azul, los verdes pincelan exquisitos parajes y te tropiezas con las montañas", cuenta.
Junto con Denys Sanjinés, escaladora y montañista boliviana, manager de Andean Secrets Bolivia, Griselda Moreno (del Makalu Team) codirige y es la protagonista del proyecto Mujer Montaña, que promueve a partir de salidas grupales la práctica del senderismo, media y alta montaña y deportes de aventura por parte de mujeres de América del Sur.
Se trata de un proyecto que se gestó entre dos naciones, pero que poco a poco encuentra eco en la identidad latinoamericana. Posee su antecedente en la primera expedición femenina al Nevado de Cachi, Salta, en octubre de 2012, realizada por mujeres de diferentes generaciones, con la ilusión de motivar este tipo de iniciativas sin importar la edad.
En aquella oportunidad subieron la emblemática montaña calchaquí, y en octubre de 2013 realizaron la primera expedición femenina al sitio arqueológico más alto del mundo, el volcán Llullaillaco (6740 m) en conjunto con la pujante Escuela de Montaña de San Antonio de los Cobres, dirigida por Jaime Soriano y Matías Rangeón. La expedición al Llullaillaco estuvo conformada por Griselda Moreno, Mercedes López, Mariela del Valle Flores, Leticia Salvai y las sanantonianas Mariana Salva y Yanina Acoria.
El amor por la montaña
Desde niña, esta castaña de ojos inciertos de montaña se dedicó a la práctica del deporte (natación) y a la danza: "Destreza, rigor y mucha práctica me forjaron un espíritu perseverante y exigente para darme cuenta de que los sueños no son imposibles", dice.
Se graduó como licenciada en Comunicación Social por la Universidad de Córdoba y se dedicó al periodismo y la fotografía de aventuras y viajes. Es corresponsal y ha colaborado en más de una decena de revistas y diarios de América y Europa.
Su alma nómada conoció, narró y fotografió el sudeste asiático, Medio Oriente, el continente africano, Europa, la Antártida, América latina... Recorrió más de 80 países.
Hace ya diez años una amiga montañista la invitó a subir el Nevado de Acay, montaña salteña de 5750 metros. "Yo era una gran caminadora, pero no había hecho alta montaña. Nunca me imaginé que en las alturas me sentiría como en casa. Me he dedicado al montañismo desde entonces, la sensación de verme en una cima rodeada por tanta inmensidad me confirma la dicha de saberme viva. He escalado incontables picos, muchos de los cuales superan los 6000 m. De las montañas aprendí el valor de la existencia, me han mostrado que no sólo son moles de roca y nieve, que la historia de nuestra raza palpita en ellas que reviven con cada gesta del ser humano y las huellas fraternas que en sus faldas quedan. El tiempo deja de ser importante en ellas, sólo valen las interminables noches calladas y el manto estelar a centímetros de las narices", se apasiona.
Muchas mujeres que siempre desearon caminar entre montañas no se animan por miedo, vergüenza, falta de compañía o por el peso de los hijos y la familia que dejan atrás. "La idea de Mujer Montaña pretende multiplicarse en diversos grupos que se vayan conformando en las distintas provincias argentinas y otros países, que estas mujeres se animen y confíen en que pueden hacerlo, que su felicidad será la de la familia. No importa qué edad se tenga, nunca será tarde para enamorarse de la naturaleza y poder compartirla."
La montaña, dice Griselda, "revela lo mejor y lo peor que tenemos adentro. Es una escuela de vida, nos enseña en todos los aspectos, pero sobre todo nos muestra nuestra nimiedad ante la naturaleza y nos desviste dejando a plena luz el color y los valores de nuestra esencia. En la montaña aprendemos a ser solidarios, entendiendo que somos algo más que animales. La ética no es sobornable, se practica en la vida cotidiana: en situaciones límites, honrarla es nuestro deber", señala con orgullo.
Muchas veces la cuestionaron sobre el miedo y la soledad en la montaña. Ella responde: "No siento a la soledad como un peso, porque de alguna manera una la elige. Quienes nos dedicamos a esto, sobre todo, aquellas personas que se desafían en ascensiones solitarias, sabemos que la soledad no es un enemigo, sino todo lo contrario, una amiga, que camina a nuestro lado, permitiéndonos pensar, estar concentrados, escuchando de una manera insólita nuestra propia voz. En muchas ocasiones la soledad se vuelve tangible, paradójicamente pletórica, acaso de sentimientos poco explicables. Lo mismo con el miedo, es un amigo que te mantiene alerta, es como si en las alturas caminara segura de la mano junto al miedo y la soledad".
Ahora, ella sueña con la primera expedición femenina sudamericana al Himalaya. Y algunos sueños se cumplen.
ENCUENTROS A LO GRANDE
- El proyecto Mujer Montaña propone encuentros internacionales anuales de montañismo y escalada en distintos países del continente. El primero fue en Bolivia en junio de 2013, donde se ascendieron montañas de gran importancia técnica desde el punto de vista de este deporte. El segundo tuvo lugar el mes pasado en Salta y constó de tres etapas, con escenarios diferentes: San Antonio de los Cobres, el Nevado de Chañi y el Nevado de Cachi. "Luego de 9 días en la alta montaña, nos rendimos ante el abrazo final de la gente que nos esperaba abajo -dice Moreno, emocionada-. Gente amiga, valiosa y esencial que hizo de soporte vital para la seguridad de quienes caminábamos las altas cumbres. No caben dudas de que los sueños superan los vientos, el frío, el cansancio, el peligro. Logramos un desafío histórico para el montañismo femenino en América latina."
- Viviana García y Griselda Moreno dirigen Cine a la Intemperie, un proyecto cultural-educativo-social sin fines de lucro que tiene como misión difundir el cine independiente argentino y del continente en rincones apartados de la Argentina y el mundo. Juntas viajaron por América latina en una estanciera entre 2008 y 2010 proyectando cine con una increíble recepción de distintas comunidades. Recorrieron más de 52.000 km, visitaron 19 países y realizaron más de 150 funciones con un aproximado de 27.000 espectadores. Con toda la documentación fílmica, fotográfica y literaria produjeron un documental y realizaron un libro de la experiencia. "La herramienta cinematográfica ayuda a sembrar una mirada crítica y a concebir una conciencia colectiva en torno a cómo percibimos y comprendemos la realidad", sostienen. Para saber más: www.cinealaintemperie.com.ar
- Más datos www.facebook.com/MujerMontana/
el dispensador dice:
no soy hombre de clavos,
tampoco soy hombre de cuerdas,
soy hombre de pocas palabras,
las justas y no más que eso,
soy alma de soledades,
que aman la naturaleza,
sus sonidos,
sus bellezas,
sus distancias,
y otras yerbas...
será por eso... que me pierdo entre praderas...
hice cumbre en el Himalaya,
entre glaciares sin nombre,
donde podría andar cualquiera,
mis pulmones no alcanzaban,
para respirar como los sherpas,
allí también andaba sin clavos,
entre hielos y agujas de piedras,
a manos limpias... sin siquiera portar una cuerda...
desde arriba aunque no tanto,
se aprecia cualquier sentido,
hasta las importancia de las quimeras...
luego me fui acostumbrando,
a vivir entre paralelas...
y he vuelto a repetir cumbres,
volando entre soledades,
miradas que no se pierden,
entre fríos que acompañan,
a las almas que con propias alas,
saben de portales de tiempos,
de oráculos y dimensiones que se cuelan...
permanezco en la cumbre,
aunque a la noche descienda,
he aprendido a dejar mi alma,
en la soledad de aquel que espera.
JUNIO 01, 2014.-
dedicado a Santa Rosa de Tastil... y al ALFARCITO...
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