viernes, 3 de febrero de 2017

NO TODO LO QUE NAVEGA ES BARCO || Tormentos fatigosamente narrados | Cultura | EL PAÍS

Tormentos fatigosamente narrados | Cultura | EL PAÍS

A PELÍCULA DE LA SEMANA | MANCHESTER FRENTE AL MAR

Tormentos fatigosamente narrados

Me parece un ejercicio autocomplaciente e irritante de alguien empeñado en contar una tragedia de forma distinta, despojándola de recursos melodramáticos







MANCHESTER FRENTE AL MAR
Dirección: Kenneth Lonergan.
Intérpretes: Casey Affleck, Michelle Williams, Lucas Hedges.
Género: drama. EE UU, 2016.
Duración: 137 minutos.




Esas estatuillas conocidas como Oscar, tan codiciadas lógicamente por aquellos que tienen claro que ante todo el cine es un negocio como por espíritus elevados que aspiran a crear arte con sus películas, acostumbran al reparto democrático de sus nominaciones, al reconocimiento no solo de lo que han financiado los grandes estudios, sino también de películas (una al año y como mucho dos, tampoco hay que pasarse en el peloteo a los disidentes) concebidas aparentemente al margen del sistema, con esa etiqueta denominada cine indie que se aplica con una alarmante ausencia de capacidad selectiva a los militantes listos y a los tontos, y proveniente del festival de cine de Sundance, donde, al parecer, nacen todos los años unos cuantos mesías. Le ofrecen la posibilidad al marginal y transgresor patito feo de convertirse en cisne. No ocurre nunca, pero Hollywood se siente cubierto moralmente al no excluir en su gran fiesta a los pobres con pretensiones.
Independientemente de lo que ocurra en la ceremonia más trascendente del cine, en esta edición compiten con los gigantes dos muestras de cine independiente. Una de ellas tal vez sea la película que más me ha gustado este año. Se titula Comanchería y todo funciona admirablemente en esta mezcla de wéstern y thriller. Acción, violencia, complejidad, sentimiento, descripción ambiental, música... están expresadas con cristalino y formidable talento en la historia de esos hermanos tan dispares (uno, un psicópata no solo congénito, sino también vocacional; el otro, acorralado por la vida y con sagrados deberes familiares) que atracan bancos en el Texas rural reivindicando las ancestrales ofensas y estafas que han sufrido de los templos del dinero, y que son perseguidos por un ranger asustado ante el vacío que le creará su inminente jubilación y un colega mestizo con el que tiene una relación jocosa y entrañable. Y está el siempre modélico Jeff Bridges. Y los jóvenes y creíbles Chris Pine y Ben Foster, Y personajes episódicos magistralmente descritos. Todo ello parido por un guion y una dirección de primera clase.
La otra se titula Manchester frente al mar y viene arropada por los comentarios orgásmicos de los siempre previsibles vanguardistas. Me parece un ejercicio autocomplaciente, fatigoso e irritante de alguien empeñado en contar una tragedia de forma distinta, despojándola de recursos melodramáticos que manipulen al espectador convencional, intentando fatigosamente ser enigmático para lograr el mejor realismo, combinando de forma gélida pasado y presente, creándome la sensación en muchos momentos de que los actores son libres para lo primero que se les pase por la cabeza.
La terrible historia de un hombre con un secreto en su pasado, suicida frustrado, zombi, con afición a hostiarse en los bares, tutor de un sobrino adolescente, con su inconsolable dolor guardado hasta el tuétano, tendría capacidad para remover las fibras emocionales del espectador más templado, pero tal como la narra el director Kenneth Lonergan consigue que me desinterese hasta niveles preocupantes de pasado, presente y ¿futuro? de ese desdichado con el que se cebó la vida.
También lanzaban multitud de flores a la interpretación de Casey Affleck. Nunca he soportado a este actor. Si su hermano Ben es la encarnación de la nadería, él se esfuerza en representar un torturado mundo interior, parco de gestos pero siempre retorcido e intenso, desprendiendo el peligro que caracteriza a ciertos tarados, alguien con quien no me gustaría encontrarme ni en la calle ni en el cine. Sería tragicómico que los Oscar despreciaran el clasicismo de Comanchería y bendijeran este pretencioso experimento. Aunque sospecho que la excesivamente alabada La ciudad de las estrellas no tendrá ningún problema para coronarse reina.

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