el dispensador dice: soy intérprete de mi propia música de las esferas... creo en el VERBO autopronunciante como motor de la creación... creo que Dios vino después del VERBO... creo que Dios es femenino porque en él reside el orden de crear y recrear con sabiduría, sosteniendo un equilibrio equidistante que se replica en todo el universo, en todos los universos, donde nada se pierde y todo se transforma aún desde sus propias cenizas... creo en la eternidad tanto como en la justicia divina... creo en la pesada de las palabras contrapuestas a las intenciones y los hechos... creo en la balanza divina y en la pluma de ganso... creo en los ojos del alma y sólo en ellos... creo en los fuegos del aura así como la entidad que le deviene de la gracia de la vida... creo en el aliento divino concedido por el espíritu santo... creo en la vida como un sueño... creo en la muerte como la verdadera vida... creo en la comunión de las confianzas... creo en la convergencia de las almas... creo que el espíritu de las especies es equivalente al de los humanos... así como creo que los humanos no son más que un oso, un elefante o un león... soy intérprete de mi propia música de las esferas, y ése, sólo ése es mi credo. ABRIL 06, 2017.-
Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes
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el dispensador de las energías cósmicas (cuerdas y huecos) - by Cerasale Morteo, Víctor Norberto | Salta | ARGENTINA - 03 de ABRIL de 2017 [1]
el dispensador dice: hay gente que está imbuida de paz, la porta en su esencia y es parte de sus fibras... hay gentes que están imbuidas de silencios y transitan su vida desatendiendo los contratiempos... hay gentes que están compenetradas en las soledades y caminan por la vida aprendiendo de los vendavales... hay gentes que saben de contemplaciones, de perspectivas y de los instintos que impulsan motivaciones... hay gentes que reconocen que los dones son bendiciones... hay gentes que comprenden que los talentos son música sólo cuando funcionan al modo de diapasones...
hay gente que no tiene paz, no la lleva consigo y tampoco quiere encontrarla... hay gente que necesita echar culpas en espaldas ajenas para sentirse a salvo de todo aquello que niegan y que no hacen... hay gente que miente y duerme en la tranquilidad de lo injusto... hay gente que apuñala por la espalda y luego se declara víctima de una historia disfrazada por la que salva su alma... hay gente que sacrifica sus dones porque burla su voluntad apelando a tomar asalto el esfuerzo ajeno... hay gente que repele los talentos para evitar los propios esfuerzos... hay gente que no sabe de música, no sabe de diapasones, carece de corazón aún cuando recite poemarios de traiciones que van inventando...
cuando la gente consume (seca, agota, destruye, anula) la paciencia ajena, está buscando excusas para ocupar la posición de víctima, desplazando el foco de atención para poner a salvo el destino escudado construído sobre reiteradas mentiras, entendiendo que una mentira necesita de otras veinte para ser ocultada, sin perder de vista que cada una de esas veinte demandará veinte más para seguir ocultando lo inmediato anterior... cuatrocientas mentiras necesitarán multiplicarse para seguir creando escenarios favorables a la primera de ellas... y llegará un momento que esas mentiras se volverán verdades en el espíritu envuelto en un laberinto que conduce siempre la sacrificio de la fuente... cuando la gente consume (seca, agota, destruye, anula, arrasa, desplaza) la paciencia ajena, se expone al olvido...
no se construye en el concierto del alma miserable... como no se construye en el desconcierto de las mezquindades...
las mentiras poseen una geometría plana que se agota en sí misma, alguna vez... siendo entonces comprendidas por el "siempre"... inapelable... ya que la paciencia, cuando se agota, carece de regreso... no se recupera, porque sacrifica la confianza quebrando el sentido de los puentes (afectos) que, una vez rotos, deben ser dejados atrás... porque la eternidad no contiene "promesas", contiene hechos sincrónicos... armónicos... sinfónicos. ABRIL 03, 2017.-
Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes
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NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA
Gracias por las tuyas concedidas
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