No es una copia, es el auténtico Warhol
352 piezas expuestas en el Caixaforum Barcelona recorren la trayectoria del creador pop más reproducido y uno de los más influyentes del arte contemporáneo
Barcelona
Una vista de la exposicion 'Warhol, el arte mecanico', en el CaixaForum de Barcelona. ALBERT GARCIA
El artista norteamericano Andy Warhol (1928-1987) visitó España en 1983. Venía a inaugurar la exposición que el galerista Fernando Vijande le dedicaba y pasar nueve días en Madrid. En aquellos días, la modernidad pudo codearse con el artista pop más famoso de todos los tiempos, pese a que Warhol no sabía muy bien qué era España, ni muchos de los que hicieron cola y pagaron 100 pesetas por entrar a la galería sabían de la importancia del personaje. 34 años después, el interés por este artista controvertido e irreverente, además de avispado empresario de sí mismo, no ha parado de crecer.
Sus obras se reproducen hasta la saciedad en pósteres, camisetas, tazas, que se venden en todo el mundo. Pero la posibilidad de ver los originales de estas conocidas obras que Warhol creó y de apreciar su proceso de creación constituyen dos de los atractivos de la exposición Andy Warhol. El arte mecánico, que se inaugura hoy en Caixaforum de Barcelona (hasta el 31 de diciembre) y luego viajará a Madrid y Málaga.
La mayoría de las 352 piezas de la retrospectiva organizada por el centro catalán y el Museo Picasso de Málaga y que comisaría el director del museo andaluz, José Lebrero, hablan de la naturaleza repetitiva y artificiosa del trabajo visual del artista. Unos principios que niegan, en última instancia, los valores de originalidad que se le pide a una obra de arte. “Warhol cambió el orden establecido que había hasta ese momento, porque quiso hacerse un hueco entre los expresionistas abstractos de los años 50 como Jackson Pollock, Mark Rothko o Barnett Newman. Y encontró en el consumo una forma de llenar ese vacío”, explica Lebrero que destaca la innovadora forma en que el artista aplicó la idea de proceso a su obra seriada y el talento para combinar de modo transversal diferentes técnicas, medios y repertorios iconográficos.
Hasta 10 fotos multicolores de Marilyn Monroe presiden una de las salas. Es una de las series más conocidas y que más se asocian al artista junto con las que realizó de la lata de sopa. Son el ejemplo de cómo consigue que algo que nace del Nueva York undergrounden la segunda mitad del siglo XX acabe como elemento de consumo de masas. “Warhol fue, además de artista, un buen empresario”, explica Lebrero durante el recorrido en el que pueden verse series de diferentes formatos.
Las obras son tan variadas como los campos que tocó Warhol: esculturas, dibujos, pósteres, libros, películas, portadas de discos, revistas como Interview o instalaciones como Silver Clouds, unas nubes plateadas que flotan ingrávidas creadas con un material que usaba la NASA, o la que muestra el trabajo realizado en la Silver Factory en la que participaron The Velvet Underground and Nico y que fue una explosión conceptual de sonido y movimiento. Han viajado de 30 centros y colecciones privadas, sobre todo el museo del artista en su ciudad natal, y también del MoMA, el Pompidou o la Tate Modern.
Lebrero ha optado por explicar a Warhol de forma cronológica, desde los primeros dibujos de Andrew Warhola, embrión del futuro Andy Warhol, en la década de los cincuenta, en los que trabajaba junto a su madre en sus primeros trabajos de impresión para revistas, pasando por sus creaciones en las que estetizó productos o actitudes cotidianas y de consumo faltos hasta entonces de glamur. Así en Three Coke Bottles, (1962), obra en la que repite el envase de Coca-Cola, retrata “una bebida democrática que consumen reyes y pobres por igual”, según Warhol, junto a las comentadas series Campbell’s Soups, (1968). Aunque al igual que convirtió en warhols simples objetos como latas, plátanos o cabezas de vaca, eleva a personajes de la política, el cine o la sociedad a iconos pop: lo hizo con Marilyn, pero también con Jackie Kennedy, Liz Taylor o Mao, a los que tuneó en colores.
EL ESPÍRITU DE THE FACTORY
The Factory fue el lugar de Manhattan donde Warhol y sus amigos —estrellas porno, travestis, músicos y artistas— creaban obras, participaban en películas o simplemente daban ambiente. El 20 de octubre Caixaforum Barcelona quiere revivir el espíritu de este lugar legendario en “Noche de Warhol”, con propuestas musicales (de la mano del Primavera Sound) y acciones artísticas en directo en las que todos los asistentes pueden acabar siendo parte de la obra.
Pero la exposición también muestra al artista de obras-protesta contra la violencia y la pena de muerte. Lo hace con sus series sobre calaveras, pistolas y sillas eléctricas. Como la enorme Big Electric Chair, que pese a lo artístico esconde un alegato contra una práctica que todavía existe en Estados Unidos. Warhol empezó a pintar estas sillas en 1963, el mismo año en que se culminaron dos ejecuciones en Nueva York, lo que originó numerosas protestas de colectivos humanitarios.
La gran efectividad de Warhol es, según Lebrero, “haber llegado a la actualidad como gran influyente del arte contemporáneo. Muchos artistas, les guste o no, sean conscientes o no, tienen mucho de Warhol”, sentencia.
La muestra se cierra con imágenes realizadas por grandes fotógrafos de todo el mundo como Philippe Halsman, Duane Michals, Robert Mapplethorpe o Alberto Schommer en el que Warhol aparece como objeto el personaje en el que acabó convertido. La última obra es un enorme autorretrato de 1986, un año antes de fallecer, en el que el artista aparece con peluca. Para Lebrero la gran efectividad de Warhol "es haber llegado a la actualidad como gran influenciador del arte contemporáneo. A muchos, les guste o no, siguen la obra de Warhol", remacha.
FOTOGALERÍAUn paseo por la exposición
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