1. ‘Cadena perpetua’ (Frank Darabont, 1994) Lo más cerca que ha estado una película de tener alma. Darabont no había dirigido cine, pero King le cedió los derechos por un dólar. A cambio, el director la adaptó casi palabra por palabra. 'Cadena perpetua' no recaudaría mucho más que un dólar, pero los años le sentarían bien y hoy es un clásico contemporáneo. Los muros que nos oprimen (físicos, emocionales, sociales) nunca resultaron tan crueles como en esta fábula sobre la libertad ambientada en una cárcel. Hasta que deja de estarlo. La huida de Andy Dufresne (Tim Robbins) convierte un íntimo melodrama sobre el amor masculino en una épica hazaña casi bíblica. La novela terminaba con Red (Morgan Freeman) dirigiéndose a lo desconocido, como los protagonistas de 'La niebla', pero la productora sugirió un epílogo en la playa de Zihuatanejo, México: "Los espectadores se merecen ver ese reencuentro". Quizá no nos merecemos una película tan hermosa como 'Cadena perpetua' pero su existencia, seas o no creyente, solo puede calificarse como un milagro.CORDON
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