lunes, 11 de septiembre de 2017

Paco Roca tira el pijama | Cultura | EL PAÍS

Paco Roca tira el pijama | Cultura | EL PAÍS

Paco Roca tira el pijama

El dibujante valenciano cierra su serie autobiográfica con el tercer volumen de historietas, publicadas en 'El País Semanal'

Parte de una de las historietas que componen el libro 'Confesiones de un hombre en pijama', de Paco Roca.

Parte de una de las historietas que componen el libro 'Confesiones de un hombre en pijama', de Paco Roca.



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Paco Roca cogerá su pijama, lo doblará, lo meterá debajo de la almohada y lo usará solo para dormir. Al menos en su versión comiquera, porque Confesiones de un hombre en pijama (Astiberri Ediciones) supone el tercer y último volumen de historietas en las que Roca se autoparodia como eterno hombre en duda, espécimen derrotado por la tecnología y dibujante ataviado con esa ropa de noche mientras trabaja. "No es que me haya cansado, pero me limitaba en cierta forma. Esas entregas nacieron basadas en el humor, y con el tiempo tener que acabar con un gag por obligación no me dejaba reflexionar sobre temas de mi interés", cuenta el Premio Nacional del Cómic en 2008 y ganador de un goya por el guion adaptado de Arrugas. La tira se inició en 2010 en el diario Las Provincias y sus últimas entregas se han publicado en El País Semanal: el libro recopila 13 publicadas desde septiembre de 2014 más otras dos inéditas y una tercera realizada para la revista de la Academia de Cine. "Esas dos historias extras muestran un poco el camino por el que quiero transitar en este formato".
El dibujante y guionista Paco Roca.ampliar foto
El dibujante y guionista Paco Roca.  EL PAÍS
Una de las grandes penalidades de día a día de Paco Roca (Valencia, 1969) es su incapacidad para decir no. Desde cualquier ofrecimiento de una compañía de teléfonos móviles a los numerosos encargos que le proponen. De ahí lo prolífico de su obra. "Ya he aprendido a rechazar colaboraciones por correo electrónico o por teléfono, pero cara a cara... Ahí me pierdo"; advierte. Más allá de su carácter bondadoso, que se intuye en el hombre en pijama, el Roca de novela gráfica es un creador contundente, de ideología humanista, muy directo en sus afirmaciones: ahí están El invierno del dibujante, Las calles de arena, La casa -su último libro-, Los surcos del azar o Arrugas, la obra que impulsó su carrera. Más de 150.000 ejemplares vendidos en total. "Me gusta explorar otros caminos, acercarme a la opinión y al periodismo". ¿Al estilo Joe Sacco? "Nunca sabes, lo mismo luego también me aburro", cuenta entre risas. "Pero sí creo que el cómic en la prensa funciona muy bien. Los reportajes en viñetas son claros, didácticos... Puedes contar hechos muy áridos o complejos de forma amena". Ese tipo de periodismo, habitual en los medios anglosajones, ha llegado con bastante retraso a España. "En muchos casos ha sido autocensura de los autores. Parece que cuando te encargan un cómic en prensa tiene que ser algo para todos los públicos, de humor blanco, que no se meta en temas escabrosos. En cambio, un escritor con columna de opinión puede mojarse. ¿Por qué no un dibujante?".

LA PELÍCULA SOBRE PACO ROCA SIN PACO ROCA

Raúl Arévalo, en la película 'Memorias de un hombre en pijama'.
Raúl Arévalo, en la película 'Memorias de un hombre en pijama'.
Memorias de un hombre en pijama, la película, se estrenará en los próximos meses sin Paco Roca como director. En estas Confesiones... aparece una historieta creada para la Academia de Cine en la que ilustra el inicio de la producción, cuando el valenciano aún figuraba como máximo responsable de realización. "A grandes rasgos, cuando dibujas un tebeo estás solo y siempre estás sufriendo por si no se te ocurren buenas historias. Peleas contigo mismo en pos del mejor material", apunta, aunque no quiere meterse mucho en el tema. “Pero en el cine es diferente. Y aunque trabajé como guionista y director, me vi teniendo que pelear por sacar adelante cada una de mis ideas”.
Sin embargo, Paco Roca ya conocía el mundo del cine, tras su labor como coguionista adaptador en Arrugas, dirigida por Ignacio Ferreras. "Como aprendí con Arrugas, solo puede haber un capitán en el barco, y como yo rehúyo los conflictos, me bajé del barco y decidí dedicarme a otros menesteres más productivos”. Roca ha estado en el proyecto dos años, durante toda la preproducción. “No lo considero tiempo perdido, he aprendido mucho de la experiencia. En el equipo hay gente estupenda y muy capaz que se han involucrado al máximo para convertir este proyecto pijamero en una realidad. Y aunque ya no sea mí película, espero que sea una buena película”. En la película, con parte con los actores de carne y hueso, Raúl Arévalo encarna a Roca, y María Castro, a su pareja, a su jilguero. “Cuando vienes de esas soledad de la creación de un cómic, resulta complejo el mundo cinematográfico, pero seguiré amándolo e idolatrando a Miyazaki y a Takahata".
Tras hablar de su padre en La casa, o mostrar a su pareja -con la que tiene dos hijos, algo que también ha obligado a Roca a vestirse de calle por las mañanas- en Memorias de un hombre en pijama, al dibujante ya no le quedan muchos reparos: "Hablar sobre la relación con mi padre supuso un gran esfuerzo. Y logré superarlo. Ahí está el reto, en entender que a veces sentir pudor por un asunto no debe cortarte para dibujar sobre él. Te hace que te replantees tu trabajo. Cuando abordas algo sencillo, te acomodas en tus herramientas. Sin embargo, cuando encaras, por ejemplo, la memoria histórica, que desde un determinado sector recibe ataques solo con mencionarla, sientes que debes de estar a su altura, crecer como artista. Y en ese campo todavía quedan buenas narraciones por afrontar en viñetas".
Roca, que es de poco enfadarse, sí siente que le cambia el humor con este tema: "Como ciudadano me pongo enfermo de oír al presidente del Gobierno dar cero euros a la Ley de la Memoria Histórica, y en cambio se siga subvencionando a la Fundación Francisco Franco. Hemos alcanzado una desfachatez... A cambio, como autor te das cuenta de que hay un terreno enorme de creación". Roca todavía acompaña los pasos de La Nueve, la división conformada por combatientes españoles que liberó París de los nazis el 24 de agosto de 1944. A ella dedicó Los surcos de azar y la exposición nacida de ese cómic arribará a Madrid mediados de octubre en Centro Cultural Eduardo Úrculo. "Hay mucho material de coleccionistas, de las mismas asociaciones de las tropas... Hasta metralla procedente de heridas de aquellos soldados, una reliquia maravillosa [risas]. Es una exposición muy rica". En noviembre, llegará su nuevo trabajo, La encrucijada, un libro disco con José Manuel Casañ, el cantante de Seguridad Social. "Lo acabamos antes del verano y está esperando al otoño. Es una conversación entre ambos, en la que hablamos de la necesidad de hacer música o de contar historias, y de cómo a veces sientes que te pierdes por culpa del negocio".
Del buen momento actual del cómic español, a Roca le queda claro que se ha superado la burbuja comiquera: "Ya no es un invento de los medios, o el reflejo de la cantidad que hay, portentosa, de buenos creadores. Ahora vendemos a un público generalista, más allá de los aficionados a los tebeos, un sector endogámico y poco plural. Nos compran lectores que no han leído a Mortadelo y Filemón o al Corto Maltés, sino que descubren en la novela gráfica historias distintas, aproximaciones diferentes a temas interesantes. Por fin, el cómic español tiene pies sólidos. Puede que el mercado no dé para tantos autores y publicaciones, pero vivimos nuestro mejor momento en cantidad de lectores y en respeto generalizado".

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