MAYO DEL 68 / ESPAÑA
La insurrección de los hijos de la clase media
Una nueva generación, la de los “hijos de los vencedores y de los vencidos”, pretendía clausurar la Guerra Civil e iniciar una creciente confrontación con la dictadura
Recital de Raimon en la Universidad Complutense de Madrid, el 18 de mayo de 1968.
El Mayo del 68 fue en España, como en otros países, una rebelión de los jóvenes, en gran parte de los universitarios. Mediados los años sesenta, la España franquista presumía de un milagro económico que hizo aumentar unas clases medias, cuyos hijos accedían cada vez en mayor número a la Universidad. Desde 1956 había irrumpido en escena una nueva generación, la de los “hijos de los vencedores y de los vencidos”, que pretendían clausurar la Guerra Civil e iniciaron una creciente confrontación con la dictadura.
Diez años más tarde, el encierro de varios cientos de estudiantes y profesores en el convento de los capuchinos de Sarriá confirmaba también el distanciamiento del Régimen de sectores de la Iglesia, y las elecciones a enlaces sindicales en fábricas y empresas mostraron el poder de Comisiones Obreras. Estudiantes, obreros y curas encabezaban movimientos nacidos en el interior que escapaban a la oposición tradicional al franquismo en el exterior. El Partido Comunista apelaba a la “reconciliación nacional” y la “alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura”, y a su alrededor brotaban grupos más radicales: estalinistas, maoístas y trotskistas. Todos ellos circulaban por las universidades, y hasta allí llegaron los vientos desde París, porque para muchos de ellos Francia era una referencia y un refugio. Poco tenía que ver la lucha contra la dictadura y el aprendizaje de la libertad que ocurría aquí con las protestas de los jóvenes parisienses. Sin embargo, los jóvenes siguieron sus consignas con entusiasmo, ante el desconcierto de muchos líderes de la oposición, inmersos en sus propias estrategias.
Unos 6.000 estudiantes abarrotaron el vestíbulo, bajo pancartas y entre panfletos, para ver a Raimon
El 18 de mayo de 1968, en la Facultad de Ciencias Económicas y Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, se anunció un concierto de Raimon, uno de los representantes más conocidos de la nova cançó. Unos 6.000 estudiantes abarrotaron el gran vestíbulo, bajo pancartas y entre panfletos, proclamas de todos los colores. Fue una verdadera campanada, un antes y un después, dijeron algunos en revistas como Triunfo, que lo llevaron a sus portadas. No lo fue, en realidad, en la larga lucha contra Franco. Eran muchos estudiantes, aunque solo eran eso, estudiantes y algunos profesores. Pero representaban la España del futuro. Por eso preocupaba al Régimen lo que ocurriera en la Universidad.
Lo tenía claro Fraga Iribarne, el ministro de Información y Turismo, cuando el 24 de enero de 1969 salió a explicar la decisión del Gobierno de declarar el estado de excepción, el primero que se aplicaba a todo el territorio nacional. Cuatro días atrás había muerto un estudiante, Enrique Ruano, detenido por la policía y que, según esta, se había suicidado tirándose por la ventana. Unas 1.500 personalidades, entre ellas muchos sacerdotes, protestaron por escrito de los malos tratos de la policía, y miles de estudiantes se manifestaron por las calles. El ministro lo explicó: no eran sino “acciones claramente concertadas para meter al país en una ola de confusión y de subversión mundial…; una estrategia en la que se utiliza la generosidad ingenua de la juventud para llevarla a una orgía de nihilismo, de anarquismo y de desobediencia…”.
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