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Soluciones climáticas basadas en la naturaleza, una oportunidad para América Latina
climático y de biodiversidad.
- Proteger y restaurar las áreas naturales en América Latina, donde se encuentra el cincuenta por ciento de la biodiversidad del planeta y más de una cuarta parte de sus bosques, es fundamental para que el mundo evite un desastre
Los informes científicos han confirmado que se requieren medidas urgentes para revertir estas dos crisis. La mejor ciencia disponible también confirma que, junto con la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero de los combustibles fósiles, cambiar la forma en que utilizamos la tierra y los ecosistemas puede ayudar a evitar la pérdida acelerada de la biodiversidad y prevenir los peores impactos del cambio climático.
La biodiversidad de América Latina se ha desplomado en los últimos cuarenta años y la región ya está experimentando los impactos del cambio climático de primera mano. Ignorar la protección y restauración de los recursos naturales de la región no es una opción viable para América Latina ni para el planeta.
Afortunadamente, los países de la región están progresando en ambos aspectos y podrían ayudar a forjar un camino que apoye el bienestar humano mediante la protección de los sistemas naturales.
La COP25 (la 25 Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre cambio climático) es una oportunidad para que los países latinoamericanos demuestren su compromiso y ambición en esta materia.
Los países de América Latina ya han mostrado un liderazgo importante en el establecimiento de áreas protegidas y otras estrategias de conservación.
Los científicos recomiendan que protejamos el 30 por ciento de las tierras y el 30 por ciento de los océanos del planeta para 2030 (30×30) para poder encaminar al mundo hacia un futuro resiliente al cambio climático y restaurar los servicios ecosistémicos críticos.
Este es un camino ambicioso, pero realista y necesario; y uno en el cual América Latina puede demostrar su liderazgo.
Según datos del Banco Mundial, América Latina y el Caribe ya tiene un mayor porcentaje de sus tierras (23,4 por ciento) en estado de protección que el promedio mundial (14,7 por ciento).
Varios países, incluidos Ecuador, Panamá y Perú, ya han cumplido o superado la meta del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de proteger el 17 por ciento de zonas terrestres para 2020. Otros, como Costa Rica, están muy cerca del 30 por ciento que los científicos recomiendan, o de hecho ya lo han alcanzado.
Los datos del Banco Mundial también muestran que las áreas marinas protegidas representan el 17.5 por ciento de las aguas territoriales de la región.
Varios países, incluidos Chile, Colombia y México, han alcanzado o superado la meta del CDB de proteger el 10 por ciento de las áreas costeras y marinas para 2020.
Sin embargo, aún queda trabajo por hacer para cumplir con la recomendación científica de proteger el 30 por ciento de las zonas marinas globales. Entre otras cosas, será clave garantizar que las protecciones marinas se enfoquen en los lugares correctos y que brinden las salvaguardas adecuadas.
Los países de la región que ya protegen porciones significativas de su territorio, o que están trabajando para expandir las protecciones, están bien posicionados para ayudar a impulsar la ambición en esta materia a nivel internacional.
En el tercer congreso regional sobre áreas protegidas celebrado en octubre en Lima, Perú, se reunieron participantes de 33 países, entre ellos gobiernos locales, comunidades indígenas y sociedad civil, para emitir una declaración comprometiéndose a «mejorar la gestión de las áreas protegidas y otras estrategias de conservación … para conservar lo que tenemos, y para recuperar lo que hemos perdido, a fin de garantizar el desarrollo, potenciar el bienestar, la salud, las expresiones culturales y la vida en las ciudades ”.
El evento generó aportes y recomendaciones para las discusiones internacionales sobre el clima y la biodiversidad. Una contribución clave de la región es la experiencia de los Pueblos Indígenas que han demostrado ser los mejores guardianes de los bosques y tesoros de la biodiversidad de América Latina.
En la región también se han desarrollado una serie de estrategias de conservación innovadoras, incluidos los pagos por servicios ecosistémicos, agrosilvicultura, concesiones forestales comunitarias, y áreas protegidas privadas.
El potencial para soluciones basadas en la naturaleza en América Latina es enorme.
El Informe Especial sobre el Cambio Climático y la Tierra, publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en agosto pasado, dejó claro que la gestión sostenible de la tierra es vital para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.
Los países de la región pueden tener un papel protagónico en la identificación e implementación de soluciones basadas en la naturaleza que ayuden a combatir el cambio climático, preservar las reservas de biodiversidad y fortalecer la resiliencia de las comunidades.
A su vez, la comunidad internacional debe apoyar estos esfuerzos dirigiendo recursos técnicos y financieros hacia estas soluciones.
Las soluciones basadas en la naturaleza se centran en proteger, gestionar y restaurar áreas naturales para proporcionar beneficios ambientales y sociales. En América Latina, la prevención de la degradación, las perturbaciones y la deforestación de los bosques evita que emisiones que contribuyen al calentamiento global entren en la atmósfera.
Dicha prevención también contribuye a proteger el agua y las especies locales críticas. Del mismo modo, preservar y restaurar los manglares en el norte de América del Sur, que albergan casi la misma cantidad de “carbono azul” que los manglares en Asia, brinda beneficios de mitigación a la vez que protege a las comunidades de las tormentas e inundaciones.
Además, en lugares propensos a la sequía y los incendios, los pastizales naturales bien gestionados almacenan carbono en su raíces y reponen las reservas de agua. Las ciudades latinoamericanas también pueden aplicar soluciones basadas en la naturaleza, por ejemplo, infraestructura verde como techos verdes, sistemas de biofiltración, y pavimentos permeables pueden ayudar a limpiar el aire, reducir el calor excesivo, aliviar las inundaciones y filtrar el agua.
No actuar con urgencia no es una opción.
La región ha perdido 89 por ciento de sus poblaciones de vertebrados desde 1970 (en comparación con 60 por ciento en todo el planeta).
Estimaciones conservadoras de la CEPAL /Comisión Económica para América Latina y el Caribe) sitúan el costo económico del cambio climático para la región entre un 1,5% y 5% del PIB de la región para 2050.
La implementación de soluciones climáticas basadas en la naturaleza y la distribución equitativa de sus costos y beneficios son una forma en que los países latinoamericanos pueden garantizar el bienestar de los ciudadanos y construir sociedades más justas e igualitarias.
Una oportunidad para un liderazgo renovado en la COP25.
El nexo entre la naturaleza y clima se perfila a ser una parte importante de las conversaciones en la COP25 en Madrid, que se realizan entre los días 2 y 13 de diciembre.
La COP presenta una oportunidad ideal para que los países de la región se establezcan como líderes, o rezagados, en materia de soluciones climáticas basadas en la naturaleza y frente al objetivo de proteger un 30 por ciento del planeta, tal como la ciencia recomienda y el bienestar de la humanidad requiere.
RV: EG
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