miércoles, 19 de febrero de 2020

DESVARÍOS® by Cerasale Morteo, Víctor Norberto. 2020 Febrero. [7]

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Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes
DE LAS DERIVAS

En el cosmos no hay manuales de navegación… todos entienden que quien navega sabe lo que hace… ya que navegar es una cuestión de voluntad, una voluntad que procede de una idea, y esta guarda un motivo que sirve de impulsor… el que sabe navegar entiende lo que significa deslizarse desde la eternidad y hacia la eternidad… por lo tanto, no hay escuelas de navegación como tampoco supervisores ni custodios, ya que a nadie se le ocurriría hacer algo contrario a lo prudente… todos parten de la premisa que no habiendo segundas intenciones, flotar en los océanos del cosmos es señal de motivo tanto como de idea, luego el don es inherente y el talento es un ejercicio de aprendizajes… de allí que nadie navegue a una velocidad distinta al resto… ya que los horizontes siempre están a la misma distancia y las búsquedas se vinculan al mundo de las ideas del paraíso de cada espíritu… llegar antes no modifica el resultado, entonces… ¿para qué hacerlo?... llegar después no cambia la fuente de la idea… entonces… ¿para que apresurarse?... después de todo la navegación es una cuestión de sentido común… y en los mares individuales no hay ni urgencias, ni apuros, ni ansiedades, ni fatigas, simplemente se despliega una vela en el alma, simplemente se estira una cuerda de voluntad, se orienta el timón de la consciencia, y lo demás es cuestión de la sabiduría del saber esperar… siempre hay un lugar que aguarda a cada espíritu… siempre hay un espíritu que se dirige hacia el espacio que lo aguarda… el espíritu recoge aprendizajes y va tras ellos…

En los océanos cósmicos sobra la luz… no es necesario portar lámparas y de hecho no las hay, porque cada alma tiene la suficiente luz como para alumbrar puntualmente el algo necesario… ello, siempre y cuando nazca de la paz espiritual de aquel que timonea su propia barcaza… te reitero, no hay dos en una barcaza, ya que cada quien tiene la propia, así es que si se comparte la dirección, la navegación se hará en conjunto… por lo general, no son muchas las almas que se dirigen a un mismo lugar… ya que hay tantos lugares como espíritus hay, y yendo más lejos, tantos son los lugares que los espíritus comprendidos en la eternidad, disponen de una abundancia inimaginable… el espíritu despojado “es” en sí mismo… y de hecho, siempre se dirige al “sí mismo” donde podrá reflejarse…

Curiosamente, para aquellos que transitan sus propios infiernos, muy distinta es la cuestión… en sus océanos no hay barcazas, tampoco velas, mucho menos cuerdas salvadoras, y reina la oscuridad que emana de dichos espíritus… a veces mucha oscuridad, a veces no tanta…  espíritus que transitan sus propias oscuridades y donde ellas (oscuridades) atraviesan los espíritus confundidos… reina la oscuridad, sí, pero se ve con los ojos del alma, si es que al menos aprendieron eso… si no lo hicieron, se condenan a sí mismos a una deriva que los atormenta… existe la duda y luego existe el temor por la duda… existe el miedo a la oscuridad y luego existe el peso de la oscuridad en el espíritu que no encuentra su lugar ni tampoco identifica el lugar de los prójimos… hay un desconcierto generalizado provocado por la desconfianza hacia los otros y sus intenciones por salvarse… y todos están acuciados por distintos niveles de odios, siendo que el primero es el odio a ellos mismos, al sí mismo extraviado, al sí mismo perdido, al sí mismo negado, al sí mismo cuya consciencia no encuentra fuente, un sí mismo acostumbrado a hacer daño para regocijarse (en vida) de los padeceres ajenos… algo irrepetible en la eternidad… allí, en ese lado de la eternidad y sus mares, el daño inmoviliza y obliga a revisar una y otra vez lo hecho, lo que no se hizo, y se visualiza el dolor que padecieron las víctimas cuando se consumaban los tiempos y cuando se desdeñaban los espacios… se flota, sí… pero el océano es una gelatina que atrapa porque allí pesan las palabras pronunciadas que hirieron a otros, sin reparar que la herida ajena se vuelve contra aquel que la profirió… pero el océano es una sopa espesa donde aún flotando se tiene la sensación de zozobra y ahogo… de eso se trata el dolor de los prójimos, los otros… de eso se trata el sufrimiento propio endosado a inocentes que se cruzaron por las sendas siguiendo sus respectivas búsquedas… se flota, sí… pero no hay isla que repare los sufrimientos… y allí todos, sin excepciones, son náufragos del sí mismo en desvarío… reparar ello significa reconocer el daño e ir a repararlo en los paralelos y simultáneos de la Tierra humana… donde el único salvavidas consiste en dar, devolver lo que se quitó, reintegrar lo saqueado, sacrificar los bienestares obtenidos por atropellos y desprecios… en general, las almas se resisten a dar y ello agrava el sufrimiento… flotan espíritus, no hay cuerpos… pero esos espíritus pesan según sus egos… según la condición de sus soberbias… según la intensidad de sus vanidades… los acucia la amargura de no poder acumular lo que poseen los prójimos, mucho más si se trata de dones y talentos, y mucho más si se trata de ideas y motivos… el valor en el otro eleva una extraña sensación de amargura…

Es necesario hacer por los prójimos, mientras la vida te atraviesa y luego de ella… evitar el dolor ajeno o de haberlo, acompañarlo… ayudar a sortear el tormento ajeno, algo que se suele producir por sola presencia… donde se absorbe la energía negativa y se la filtra hasta hacerla desaparecer, o bien minimizarla hasta hacerla portable… el espíritu en su fuente genuina suma, o contribuye a sumar, nunca resta ni divide… por otra parte, multiplicar implica acelerar momentos, algo que no es prudente en el cosmos de la eternidad… la ecuación debe ser despejada paso a paso… nadie puede ir más rápido que el sí mismo…

El océano cósmico de los que transitan sus paraísos está contiguo al océano cósmico de los que transitan sus infiernos, pero el espacio entre ellos es tan inmenso que nadie de un lado puede pasar el otro y viceversa… por lo tanto, las derivas en el paraíso conservan un sentido relacionado con el karma de cada alma, más su espíritu, más su consciencia… mientras que los infiernos en los que flotan los otros, es el infierno que emana de ellos mismos, de sus propios karmas, donde existe una profunda divergencia entre los sentidos de dichas almas, sus espíritus y sus consciencias… dicho de otra forma, no hay un infierno, el infierno es algo semejante a una hoguera que surge de espíritus atormentados por su permanente necesidad de dañar a los otros, por consiguiente infringiéndose un daño al sí mismo… en dichos mares no se ve el horizonte porque las brumas anulan toda posibilidad de visión… se flota a la deriva, aguardando un siguiente “nacimiento” salvador… pero el destello de esas vidas nunca ofrecen el tiempo adecuado para revertir lo hecho… demandándose muchas vidas para poder recuperar lo hecho… sin perder de vista que al nacer, el espíritu pierde noción del karma y al hacerlo, suele repetir los errores de siempre… porque están en su esencia… residen en ella, y ella se alimenta de los daños ejercidos hacia los otros…

La eternidad es un conjunto de derivas… para los espíritus que están siendo atravesados por sus paraísos, el eje consiste en dar, conceder, contribuir, sumar, cooperar, construir, alimentar, nutrir, el alma de los que se llegan hasta la barca en tránsito…

La eternidad es un conjunto de derivas… para los espíritus que están siendo consumidos en sus propios infiernos, el sufrimiento nace de no poder huir del sí mismo atormentado, hay consciencia de naufragio pero sólo hay inmensidad y no hay nadie a quien se pueda recurrir, sólo el sí mismo y su voluntad de permanecer a flote…

Los daños no se reparan en la eternidad… ya que los daños se representan en paradojas que afectaron lo escrito en el libro de la vida o lo inscripto en el árbol de la vida… corregir esto consume mucho más que una vida, siempre y cuando se logre despejar la ecuación y se asuma en consciencia el dolor ocasionado a otros inocentes…


Luego, no hay instrumentos que guíen las derivas… ya que se trata sólo de una cuestión de consciencia… ser consciente del viaje hacia el sí mismo…
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Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes
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