Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes
1944, EL AÑO DEL VUELO ETERNO
Podría decirse que esta historia comienza en el 1900, justo cuando
amanecía el siglo XX, pero no sería del todo verdad… ya que la historia
comienza cada vez que nace una persona… o mejor aún, la historia comienza cada
vez que amaneces… una persona que cuando sale de madre, ya hace nueve meses que
está en la Tierra, aún cuando muchos sigan sin entender que la vida se inicia
en el preciso instante en que sé es engendrado… es decir, esto significa que
hay tantas historias como humanos hay, pero han quedado por detrás tantas
historias como humanos ha habido… es decir, hay tantas historias como humanos
en sus días hay… alcanzando una magnitud de la que nadie guarda dimensión ni
idea… historias reales que nadie ha
documentado, e historias reales que no han pasado ni por Egipto, ni por Grecia,
ni por Roma… es decir, historias concretas de gentes que pasaron por la vida
sumando experiencias y aportando sus hechos, muchos de los cuales fueron
utilizados y usufructuados por los siguientes que tomaron la posta para seguir
corriendo hacia una meta que se mueve constantemente… que nadie alcanza… que
nadie compra ni nadie vende… una meta que no se negocia… y una meta que va
variando de generación en generación modificando las expectativas… unos creen
en una cosa y van tras ellas… los siguientes creen en algo diferente y van tras
ello, pero los anteriores también tuvieron visión propia y fueron tras lo que
sentían que debían hacer… tal como te dije, aquí no hay fracasos, pero tampoco hay
triunfos… nadie gana (aunque crea que lo hace)… nadie pierde (aunque crea que
lo hace)… y nadie se lleva ninguna gloria, apenas si se van con el alma, el
espíritu y la consciencia que traían con su karma… si no aprendieron su
lección, no se llevan nada… si no dieron su examen, regresan tan vacíos como
cuando comenzaron… siempre dependiendo del karma y su trayectoria… una vez más,
la gente que importa es aquella que nadie entrevista… que nadie conoce… que
nadie vio ni se cruzó… que quizás estuvo cerca de otro ilustre desconocido… los
grandes nombres de la historia, fueron colocados allí por intereses ajenos…
pero los verdaderos grandes nombres de la historia son los miles de millones de
anónimos que no figuran en ninguna parte… cuya tumba nadie visita… cuya memoria
se esfuma apenas te vas…
A veces da risa… pero si lo piensas, la humanidad ha vivido millones de
años sin heladera, sin lavarropas, sin cocina, sin agua corriente, sin baño ni
cloacas, sin aire acondicionado, y sobre todo, sin televisor y sin telefonía
celular… entonces las gentes eran libres y tenían idiosincrasia, pero además
portaban lo más preciado de un ser humano, su dignidad… se vivía por la
dignidad y valía la pena morir por ella… había códigos así como había valores…
los valores eran universales y hasta la Biblia, la mujer tenía tanto valor como
el hombre, entendiéndose que ambos eran humanos ante sus creencias, respirando
por un ratito y volviéndose ancestros que debían velar por los siguientes… luego
de la biblia comenzó el desprecio y la sumisión… hoy, 2020, cunde la
incomunicación… la soledad se ha vuelto una condena de una humanidad que se
entiende a sí misma como descartable, y que viene a vivir apurada por una fecha
de vencimiento que nadie conoce, pero que pesa desde el preciso instante en que
comienzas a tomar consciencia de que eres nada en medio de un desconcierto
generalizado… algo anda mal en este planeta… donde la gente trabaja para comer,
y para inmediatamente ser despojada de derechos por estados políticos que se
dicen democráticos, pero no representan a nadie, y no son más que dictaduras
donde los pocos despojan a los muchos de sus legítimos derechos existenciales,
el humano, y el ciudadano…
Hubo un tiempo en el que no había internet y las cartas demoraban en
llegar a sus destinos… un mes… dos meses… tres meses… siempre o nunca… el que
la escribía no sólo sabía de ortografía, también sabía de caligrafía, en
cualquier lengua… era de prudentes escribir con prudencia… y lo que se escribía
representaba un acto de privacidad inalienable… mientras que aquel que
aguardaba dicha carta, además de esperanza, guardaba la ilusión del contenido,
preparando su espíritu para la respuesta consiguiente… por entonces el tiempo
iba más lento… el teléfono con cable era un lujo… un lujo para muy pocos… las
cartas viajaban por tren o por barco según el lugar del mundo que se tratase,
hasta que los sobres estampillados lograron subir a un avión, yendo un poco más
rápido, pero ¿sabes?... ¿tienes idea cuántas cartas se perdieron durante la
primera y la segunda guerras mundiales?... ¿cuántas esperas se transformaron en
torturas y en inmensas decepciones?... no es bueno que los mensajes queden
pendientes… ni de uno ni de otro lados… en la eternidad, lo pendiente
representa una paradoja matemática a resolver… una ecuación a despejar… una
cuerda con extremos pero sin medio… en aquellos años la correspondencia era
algo semejante a lanzar parte del espíritu al aire… para volar…
Este hombre había aprendido a volar en su juventud… y de dicho
aprendizaje había aprendido a conocerse a sí mismo… a pensar… a reflexionar… a
apreciar… a anotar… a llevar un libro de bitácora de viajes… a descifrar cada
experiencia… y desde luego, sabía de motores como de alturas… sabía de África
tanto como de las Américas… sabía de Asia como de Oceanía… sabía de nubes y
tormentas… sabía de rayos y centellas… sabía de vientos y derivas… sabía de
ángulos y de inclinaciones… sabía de despegues y de aterrizajes… sabía de
pistas siempre cortas… sabía de alisados y de escarpados… sabía de arenas y de
ripios… léase, sabía… y para lo que no sabía, conservaba un fuerte remanente de
imaginación… se había nutrido de lo que la vida le proporcionaba a efectos de
sostener la idea y el motivo por los cuales había nacido… su talento estaba en
emular a los pájaros… ascender y dejarse llevar sin perder atención… descender
y posarse sin perder de vista el horizonte que lo traía nuevamente a un suelo,
conocido o desconocido… volar de noche le permitía soñar despierto… ¿sabes lo
que eso significa?...
Es increíble lo que te enseña la soledad… lo primero que te exige es
conocerte a ti mismo, no sobrevalorarte, reconocerte cansado o descansado,
descubrirte ciego o iluminado… pero además, esa misma soledad le había impuesto
el entender el valor de los silencios… la necesidad de no pronunciar lo
innecesario, así como la necesidad de no agregar comentarios que caerían por el
hueco de la incomunicación… por entonces, no había Twitter, no había Facebook,
y tampoco había Google… así es que las gentes se ocupaban en nutrir el alma, a
sabiendas que lo efímero domina la existencia y que de aquí nadie se lleva nada
más que el sí mismo…
Sus viajes a Asia le habían enseñado la importancia de la monotonía…
donde estaba solo con su avión, su motor, ruidos acompasados, turbulencias,
corrientes ascendentes y descendentes, fríos, y esos etcéteras que los pilotos
aprendían andando… por entonces, las rutas no estaban diseñadas a conveniencia,
así es que cada quien trazaba la propia y la seguía dentro de lo que las
circunstancias le permitían… que ¿qué hacía?... llevaba correspondencia…
escribía en sus extensos viajes… recordaba los detalles que alimentaban su
talento… y sobre todo nutría el don que le confería identidad como persona… era
él y su sí mismo… todo lo demás podía esperar…
Sus viajes a Argentina le habían enseñado la importancia de saber un
poco de cada cosa y sobre todo, despertar el ingenio para poder resolver los
problemas que surgían de pronto, sin avisar… es decir, sabía la importancia de
estar alerta… lo demás era una cuestión de maña, nunca de fuerza… nadie llevaba
herramientas por demás, lo justo y necesario, así es que si faltaba la tuerca,
había que arreglárselas… los aviones no tenían cajas negras y la aviónica era
simple, lo suficiente como para saber que volabas… para él volar de noche era
como soñar despierto, ya te lo dije… y
desde luego, también había aprendido a soñar despierto, con todo lo que ello
implica y significa… su experiencia recogida en el Sahara era de tal magnitud
que su ángel lo había condecorado con la cruz de la eterna sapiencia, sin que
él mismo lo supiese… ni siquiera había asistido a acto alguno… se lo había
ganado por voluntad e iniciativa… la eternidad reconoce a sus hijos pródigos… ¿Qué
si Dios estaba de su lado?, no lo sé, pero indudablemente no había perdido su
tiempo… y era algo semejante a un tuareg sin caravana… las arenas, ¿sabes?,
producen poetas… y ellos elevan la poesía…
Aquel 31 de julio era un día cualquiera, sólo que sucedió algo que nadie
vio, que nadie atinó a entender… cursaba la segunda guerra mundial… Europa era
un caos de horror y muerte… gentes huyendo… penas y lágrimas… huecos en el
alma, vacíos en el espíritu… él se preparó para un vuelo no demasiado largo,
pero como tantas otras veces, su ángel se le adelantó y subió primero al avión…
se colocó apenas por detrás, de manera etérea, invisible, imperceptible a los
sentidos humanos… sin embargo, él sentía al igual que siempre, que “alguien”
volaba junto a él, como tantas otras veces… siempre juntos, nada distinto, nada
diferente… compañeros de la misma soledad y del mismo silencio… amigos de
conversaciones no registradas por nadie… pensamientos enrollados bajo una misma
consciencia… él despegó con la misión de ir… y voló hasta que el avión se
fundió entre las nubes del Mar Mediterráneo… no hubo accidente… no fue
derribado… en Tierra, los que esperaban lo siguieron haciendo hasta darlo por
perdido… primero… luego lo dieron por muerto…
¿qué había pasado?... sencillo… los que acuden a su propio espíritu
encuentran finalmente un portal que los conduce directamente a la eternidad del
sí mismo… aquellos que creen que el avión se estrelló se equivocan… él continúa
volando por inmensos pasillos llenos de rosales y arenas… su ángel jamás lo
abandonó… porque ambos han colocado una flor en la esencia de las cosas… una
flor que jamás se marchita, porque es idea y motivo de futuros que aún no
llegan… no tienes idea lo que es volar de ida, sin tener que regresar a ninguna
parte…
Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes
todo está bajo registro de propiedad intelectual
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