el dispensador dice: a lo largo de la vida, nuestros sentidos van acumulando información que se traduce en sensaciones placenteras, visiones fantasmales, interpretaciones, sueños, ilusiones, dolores, penas y voluntades. La mayoría de las veces no somos conscientes de estas experiencias, pero las mismas quedan grabadas en alguna parte y renacen cuando la circunstancia confluye y se encuentra con el recuerdo, creando una convergencia prodigiosa.
Me ha sucedido con las comidas de mi abuela adoptiva, la libanesa Santina Cheade... y sabores irrepetibles...
Me ha sucedido con momentos que me estampan ante un espejo para alertarme de algo que se me puede haber pasado de largo, sin quererlo... regresándome a la esencia del mensaje que me tomó distraído, ocupándome de cosas intrascendentes que nos escupe la rutina...
Me ha sucedido con fragancias captadas en mi niñez y repetidas en momentos y lugares considerados especiales, distantes, dispares, pero que se ven unidos por un hilo de plata invisible, ese que nutre los espíritus y los conjuga en eternidades de silencios...
Ayer, sí ayer mismo, una paciente que se ha visto sorprendida por una apreciación oportuna (iluminación divina que le dicen), en la creencia o en el convencimiento que era de mi mérito, se acercó humildemente a entregarme un presente singular, esto es una "sagrada familia"... prolijamente embalada, brindándome el regreso de un instante olvidado por considerarlo intrascendente, no porque no guarde importancia sino porque es parte de mi compromiso y convicción con la vida, con la mía y con la del prójimo. No sabe esta paciente que su obsequio me trajo a la mente otra que había en la casa de mis padres, hace más de cincuenta años... y el momento en que me entregaba la caja, con ojos bañados en lágrimas iban ahogando los míos que revivían un pasado intenso de vaya a saber qué año de la década de los cincuenta.
Sensaciones distintas confluían hacia un mismo sentimiento, el de escuchar y atender, proponiendo verdades pero sin agredir, sin lastimar, facilitando que el que padece comprenda que el destino está allí y debemos aceptarlo... ya que las resoluciones siempre emanan de la fuente de la vida.
Hice con ella un pacto. Cuando se termine el tratamiento, vendrá a Salta a ascender al cerro de la Virgen de los Tres Cerritos. Para agradecer ella el haber recibido la gracia de continuar con su vida de abogada y de familia, de esposa y de madre... con apenas veinte y pico de años. Para agradecer yo, la gracia de haberme iluminado para alertarla y guiarla hacia su destino.
Ella no sabía qué decirme... no hacía falta decir nada.
Tampoco sabía qué decirle... estaba todo dicho, expresado en silencios "expresivos".
Hemos cambiado miradas y un abrazo. Otro amigo médico ha sido el artífice de llevarla de la mano hacia el mañana necesario.
Todos los actores de esta sinfonía de circunstancias, nos hemos entregado a nuestras convicciones de vida estableciendo una red de afectos que se traduce en esos hilos invisibles que duran para la eternidad...
Importa que cuando nos cruzamos, cuando la vida nos impuso su oportunidad y sus reglas, estábamos en la armonía de las palabras justas y de los espíritus sanos, factores suficientes para sentirnos satisfechos con nosotros mismos e imbuidos de la paz que nutre a las almas humildes... nunca olvidaré su mirada y ella se llevará grabada la mía...
Curiosamente, por los extraños hados del destino, ayer mismo esta circunstancia se replicó en tres ocasiones distintas por ende tres pacientes distintas.
Hoy, estoy agotado por el cansancio de viajes interminables, pero mis células se han impregnado de sonrisas que han brotado de rostros iluminados por las esencias del más allá, ellas creyendo que uno es diferente al resto, yo asumiendo que la vida me ha dado la oportunidad de dar bien mi examen, el de saber que no me he defraudado. Enero 22, 2010.-
el dispensador: mensaje de mi abuela adoptiva...
DEDICADO A: Carolina, Alejandra y...
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