domingo, 10 de enero de 2010

formas del agua


Camelia

Explorador
Las formas del agua
En el libro Fondo , Marcia Schvartz reúne obras de los últimos 20 años y da cuenta de su intenso vínculo con el enigma del mundo acuático

Noticias de Revista: Domingo 10 de enero de 2010 | Publicado en edición impresa

Acá estoy, surgiendo de estas aguas primigenias y futuras", escribe Marcia Schvartz. Y lo testimonia visualmente en Fondo, libro editado por Capital Intelectual, que registra sus últimos 20 años de trabajo: una visceral inmersión en visiones a veces feroces, por momentos delicadas, siempre poderosas.

"Pinto a mis amigos, que son yo misma -cuenta la artista-. Ellos me dieron cosas y, ahora, se las dan a quienes se tomen el tiempo de mirarlos. Están ahí, suspendidos en el tiempo. Porque eso es la pintura: tiempo de trabajo. Horas, días que luego quedan ahí, impresos en la tela. Por eso un cuadro vibra. Porque la pintura no es instantánea. Está hecha de horas que trabajan cuando vos la mirás."

Cuántas serán las horas que laten en Fondo , uno se pregunta. Cuánto habrá allí de la ausencia de Liliana Maresca e Hilda Fernández, amigas de la Schvartz cuya desaparición física inunda los cuadros de rostros, formas femeninas y vívidos registros acuáticos. ( ¿Dónde estás ahorita? ¿Descansás? , 1991; Camelia , 1995). "Ahora te venden que todo cambió -continúa Marcia-. Pero no es verdad: la pintura sigue siendo algo físico, material, corporal. Todo este mundo tecnologizado es ajeno a la esencia del pintor. Nosotros somos medio primates, en el gran sentido de la palabra primate. Trabajamos con cosas muy básicas. Nos manchamos, nos ensuciamos, tocamos fluidos con las manos". Ella trabaja con lanas, cardos, púas, espinas. Pinta óleos incendiarios, espesos como lava o inesperadamente delicados, casi aéreos. Cosecha caracoles, espinas, piedras y demás restos marinos para construir sus propias simas oceánicas. Recrea en enigmáticas cerámicas la eterna vida de lo fósil. Pasa de la luminosa sensualidad de Amanece que no es poco (1992) a la oscuridad de Erinia (2003).

"Los pintores reciclamos emociones -comenta-. Tocamos sutilezas, roces. Un artista vive revolviendo sus propias tripas, poniendo todo en su pintura. En mi caso, paso de la ternura al miedo".

A lo largo de su vida, Marcia Schvartz pasó de ser militante y docente a ser titiritera y performer en las explosivas noches porteñas de principios de los 80.

Conoció el exilio, el fragor de la discusión política y, también, la llamada a silencio, el voluntario aislamiento a la hora de inaugurar ese otro código, lo maternal.

Nunca dejó de pintar. Su obra ha sido el lento destilar de un ser intenso, necesariamente complejo y cargado de matices.

"Salvaje, sanguínea, temperamental", la define Eduardo Stupía; dueña de "un canon perfectamente balanceado de pathos, ideología, expresión, gesto, experimentalidad y clasicismo". Profunda y vital. Espiritual a su propio y definido modo. Como las obras que en Fondo nos interpelan, conmueven y, en algunos casos, convocan al espanto. Un registro de obra que, para decirlo nuevamente a través de Stupía, conforma "un antes y después acuciante en el cuerpo crispado de la pintura argentina".
Por Diana Fernández Irusta

Más datos
Fondo, Marcia Schvartz, editorial Capital Intelectual, 120 págs. Incluye textos de F. Bedoya, M. L. Carrascal y E.Stupía.


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