martes, 12 de enero de 2010

intenciones oxidadas, legados inciertos


el dispensador dice:
intenta el hombre cada día,
inmortalizar su figura,
dejar el alma al costado,
para aparecer ataviado,
con lujo ante la historia...

busca con desesperación,
atarse a comodidades, privilegios y poderes,
pasar por encima del otro,
atropellando destinos,
su intención es de piedra,
acumulando desatinos...

desea fervientemente,
estampar su figura en el bronce,
dejar legados de nombre,
sin asumir en su desespero,
que finalmente será admirado por nadie,
apenas habitado por palomas y sus enredos...

pretende el hombre ser dueño,
de una porción de la historia,
corre su vida tras una supuesta zanahoria,
que lo envolverá en la gloria,
y no atina a descubrir,
que una vez que se haya ido,
el bronce será corroído,
por las vergüenzas del poder...

las imágenes son frías,
no tienen alma ni días,
puedes decir que sus lágrimas se oxidan,
tras las memorias perdidas,
de ríos no recorridos,
sabrá el espíritu ido,
que una vez dejado el cuerpo,
los legados son mentiras,
que complacen los olvidos...

llantos mentidos, llantos ciertos,
abandonados los tiempos,
que consumen almas en sus cuerpos,
verás que el único legado cierto,
es aquel que habrás dejado,
a mano abierta, sin saberlo,
el día que tropezaste con Dios,
creyendo que era una piedra oxidada,
expuesta al Sol en ese mismo desierto...
el dispensador: almas de bronce, almas de plata, almas de oro, almas sin vida. Enero 12, 2010.-
DEDICADO A: los azahares del Negueb.-

cuando descubras,
que las lágrimas de bronce no tienen sabor,
te invadirá el estupor,
por los días perdidos,
haciendo trampas,
fabricando mentiras,
suponiendo mejores tiempos,
venideros en otras vidas...

regresarás seguramente,
para saldar tus deudas,
con almas esquivadas,
atropelladas, burladas,
por intenciones arteras,
mentiras inteligentes,
que secaron sus carteras...

padecerás en tu piel,
por aquello que dijiste,
otro tanto que no hiciste,
cuando te pedían ayuda,
endilgando la obligación,
mezquinando sentimientos,
te llegará el escarmiento,
ya que no hay nadie que escape,
a la fuerza del pensamiento...

ten cuidado con tu ángel,
cuídate de tu consciencia,
ambos vendrá por ti,
a facturarte las ausencias,
no habrá lágrimas, ni gritos,
no habrá quejidos, ni lamentos,
deberás revivir los tiempos,
de los espíritus que heriste.

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