el dispensador dice:
llegan imágenes extrañas,
de noches oscuras,
ventanas empañadas,
las cortinas velan las miradas,
de distancias desperdigadas,
trato de recordar el sueño,
se me cruzan las alambradas,
por algo lo habré olvidado,
en los ojos hay lagañas,
decían las viejas comadres,
cuando restregas tus ojos,
apenas despunta el alba,
te perderás lo soñado,
tu día será de hilachas...
certidumbre de los viejos,
para sus miradas perdidas,
había distancias grandes,
hoy vivimos contaminados,
entre edificios y calles,
las ciudades parecen colmenas,
sin mieles ni abejas madres,
nadie sabe del otro,
ni le interesa su parte,
todos son individuos,
que en sus soledades arden...
había tules de cortinas,
desde donde se veían las tardes,
mi alma andaba vagando,
por los potreros, sin rumbo,
con la imaginación ascendía,
descubriendo otros mundos,
he aprendido de ventanas,
de portales sin persianas,
los curiosos siguen de largo,
su atención anda en llamas,
se ahogan en frivolidades,
y hasta desprecian los valores,
lo importante se les pasa,
no saben descubrir flores...
al mirar tras la ventana,
se entrelazaron varios recuerdos,
algunos pedían a gritos,
desaparecer en un silencio,
en la vida todo se impregna,
en los aires respirados,
aquello que has amado,
tiene nidos en el pasado,
pero parecen llamados,
que llegan desde otro lado,
han golpeado mi ventana,
saben que no ando asomado...
de pronto cayó la foto,
el alma quedó congelado,
algo le habían quitado,
en aquel lejano agotado,
hoy la fatiga me gana,
ya ni recuerdo lo respirado,
ando con paso muy lento,
siento que me están llamando,
tengo los huesos golpeados,
el corazón destrozado,
la daga que me han clavado,
hasta la llevo colgando,
me atemoriza la ventana,
tal vez me he despertado...
al descubrir esta estampa,
y hasta el momento estampado,
aprecio lo que he logrado,
sembrando los sentimientos,
a las esencias en semillas,
jamás se las lleva el viento,
y como ando sin mochila,
sin recado ni montura,
ando atropellado por ataduras,
viejo y lleno de locuras,
creí haber visto a una dama,
detrás de aquella ventana...
visión fantasmal ha sido,
ando sin anteojos,
con mis ojos apenas si veo,
lo que mi alma no percibe,
parezco como el viejo Felipe,
allá sordo y entre arrecifes,
aún no se ha dado por enterado,
que las olas se lo han llevado,
a él el mar le fascinaba,
yo ando perdido en mis dramas...
no sé por qué regresa el momento,
el lugar, la circunstancia,
creí haber visto una dama,
detrás de esa ventana,
dicen que estoy confundido,
que allí ya nadie habita,
debe ser un recuerdo,
de esos que regurgitan,
regresan de vez en cuando,
a traer tiempos idos,
lo que ha quedado atrás,
no se recupera con hilos...
y así seguí mi camino,
paralelo a las alambradas,
ya no sé si estoy despierto,
tampoco si digo patrañas,
pero te aseguro hermano,
que creí haber visto una dama,
detrás de aquella ventana,
podré no saber su nombre,
cómo vestía, dónde ella estaba,
pero te aseguro hermano,
que aún llevo conmigo su mirada.
se me está terminando el día
sé que no tengo mañana,
voy camino a mi tumba,
estoy regalando recuerdos,
hacéme el favor hermano,
no puedo dejarte el sueño,
dejame dormir sin tiempo,
ya no quiero andar respirando,
prefiero saltar la tranquera,
y quedarme con su mirada,
le contaré a mi diosito,
que cuando su ángel me llamaba,
yo creí haber visto una dama,
detrás de aquella ventana...
Octubre 07, 2011.-
La industria militar, ajena a su impacto ambiental Las guerras son
devastadoras. El primer desastre es la pérdida de vidas humanas que
conllevan. Además de ese horrible impacto, los misiles, las bombas y el
armamento en general afectan directamente a las infraestructuras y los
lugares de conflicto.
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