domingo, 2 de octubre de 2011

LA ALFOMBRA DE LAS ESPERANZAS


el dispensador dice: sí, hubo otro tiempo... además de la historia que la humanidad va comprando a cada paso de sus generaciones, hay otra historia muy distinta, diferente a aquella que se escribe y mucho más lejana de las versiones con las que se van formando a las personas... de allí, que la humanidad vive repitiendo errores y re-comenzando lo ya hecho, al sólo efecto de no perder protagonismo de poderes, y al mismo tiempo, poder nublar la visión que contempla el mañana necesario de las gentes, sus culturas, sus tradiciones, sus valores, sus aciertos y desde luego, sus errores como nutrientes de mejores tiempos. Sí hubo un tiempo donde las mentes tenían otras capacidades... sí hubo otro tiempo donde las personas podían desprenderse de sus cuerpos y levitar... sí hubo otro tiempo donde las consciencias guardaban capacidades extinguidas antes que dormidas... ¿de cuándo estamos hablando?... veamos, estamos en la transición del quinto al sexto SOL, donde ángulos diametralmente opuestos se enfrentan... de un mundo esclavizado y hambriento, vamos hacia a una prevalencia absoluta, suprema, del espíritu de los seres, de las existencias (no sólo las humanas)... de un SOL naranja y denso... nos encaminamos a un SOL azul y frío... y desde luego, a lo lejos, allá por los albores del primero de los soles, la humanidad veía con otros ojos, disponía de otra condición para su consideración del alma, para coexistir con su aura y apreciar las capacidades de su espíritu. Por entonces se amaba a la tierra, al aire, al agua y a la piedra... también al fuego como elemento renovador y hasta creador de nuevos umbrales. ¿Cuánto hace de eso?... ya no guarda importancia, pero está claro que la humanidad está aquí desde que las historias que se vivían eran bien otras, por ende distintos eran los aires y las aguas, los suelos y los karmas. Hubo un tiempo de oráculos y santuarios, sin paganismos inventados ni creencias "contadas" a la medida de las conveniencias de los relatores. En dichos espacios y tiempos, la humanidad lograba corporizar sus pensamientos a través de comulgar con las esencias del mundo de las ideas... las esferas descendían, pero también ascendían las voluntades corporizadas... se priorizaba el genio, el talento genuino para desarrollar los dones, el don como capacidad de traducir a la palabra y a la acción el sentido de la gracia como derecho original de nacer y estar... genio era talento... sabiduría era elevación espiritual para comprender las circunstancias e interpretarlas como fuentes... inteligencia era la capacidad de apurar el sentido de oportunidad... no había títulos, sí había escuelas donde anidaban las genialidades tanto como las sabidurías... donde se cultivaban el saber y el entender como ángulos de las geometrías que proporcionan los conocimientos, distanciándolos de los "mientos" y acercándolos  a los "conos", escalas apropiadas a la ascención que conduce hacia los estados de luz. Pero al priorizarse las esencias, las escalas sostenían el sentido de la comunidad, de la tribu, del conjunto, haciendo del individuo una célula de aportes... donde la propiedad intelectual se revelaba en los escalones hacia aquella luz, no traduciéndose en el falso poder de adueñarse del conocimiento para luego vender el beneficio conseguido. Claro, al no haber densidades presentes, las capacidades se caracterizaban por no ausentarse... no existían las ventajas ni tampoco las "ventajeadas" que caracterizan a los seres humanos de esta era de miserias y pobrezas... Por entonces no se idealizaban los hechos, se hacía sin reclamar al prójimo sobre la vigencia de las circunstancias. De allí que se cultivaran la amistad y los afectos sin pretender nada a cambio... Fue real, en aquellos tiempos evaporados, que volaban las alfombras, que eran de pura seda, verdes en distintos tonos, pero siempre verdes, donde se colocaban las esperanzas que ascendecían a perfeccionarse en el mundo de las ideas, regresando, descendiendo luego nutridas de ilusiones ancestrales y sueños cultivados. Ocurría ello en los espacios del antiguo persa o del indo, más al norte aún, más al sur también... muchísimo antes que tomaran entidad los tiempos bíblicos... mucho antes del Rey Salomón, de la reina de Saba, compradores de antiquísimos relatos devenidos en cuentos deformadores de certidumbres. Los Druidas sabían bien de las bondades de la seda verde, la voladora, esencialmente mágica por su capacidad de contener a la idea en estado puro y elevarla al modo de una esperanza cierta.... nada distinto a las capacidades celtas (Celtas, con mayúsculas)... Concomitancias con sabidurías eskeras... anteriores a lemures y atlantes, tan lejanos en tiempos como interpretación de los sentidos de la vida... las últimas menciones de las "extrañas propiedades" de las sedas verdes (no teñidas) aparecen en los papiros de la escuela Ptolomeica, radicada en una Alejandría distinta a la que nos contaron y mucho más de aquella que se ha vendido a occidente como real... esa que los fundamentalismos cristianos se ocuparon de quemar para asegurarse dos milenios de ignorancia y oscurantismos. Sin embargo la idea plasmada y quemada, finalmente no se destruye, simplemente demora su corporización esférica hasta que halla ambiente propicio para retornar al imaginario colectivo con perfil definido, intrínseco, profundo, propio... y simplemente desciende en forma de prosa o de verso, de visión o de sueño, de profecía o de entuerto. La última alfombra de las esperanzas flotó por los aires del kurdistán... pero la capacidad de dichas carpetas no sólo residían en la tela (seda verde)... ya que mucho tenían que ver las capacidades de sus artesanos, genios que sabían cómo impregnar la seda con substancias capaces de contener la idea, la esperanza, la ilusión y la alabanza. Extraño fin de la alfombra de las esperanzas, un realidad que las segundas intenciones transformaron en mito y que las perversas atenciones disminuyeron a la categoría de leyenda... más allá, el vestigio de la trama de las sedas, permanece. Octubre 02, 2011.-
"... donde estén tus piés, donde esté tu alfombra de seda verde, justo allí estarán tus afectos y tu esperanza".

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