ARQUEOLOGÍA | En Luxor
El arqueólogo español que resucitó el tercer coloso de Memnón
El gigante de 250 toneladas, en la última fase de su alzado. | Miguel Ángel López
- Miguel Ángel López Marcos dirige el equipo que ha levantado el tercer gigante del templo de Amenofis III
"Esto cambia los libros de historia", sostiene el arqueólogo español Miguel Ángel López Marcos. Y no es para menos. Después de siete años de labor faraónica, su equipo acaba de dar al traste con la orfandad de los colosos de Memnón, las dos gigantescas estatuas sedentes que flanqueaban en otro tiempo la entrada al monumental templo funerario de Amenofis III, en las afueras de la ciudad egipcia de Luxor.
Desde hace unos días el tercer coloso, uno de los dos que decoraban el segundo pilono del complejo, sorprende a quienes transitan la carretera que conduce a las necrópolis de Luxor, en el sur de Egipto. Como la pareja hermana, la escultura representa al faraón Amenofis III (1390-1352 a.C.) y está tallada en bloques de cuarcita traídos de 'Gebel el Ahmar', cerca de El Cairo. Es, además, uno de los escasos vestigios del que fuera el más espectacular templo funerario del antiguo Egipto situado en la ribera occidental del Nilo.
Alrededor del 1.200 a.C. un fuerte terremoto lo redujo a escombros. Su material alimentaría nuevas construcciones levantadas, sobre todo, durante la época de Merenptah (1213-1203 a.C.), hijo de Ramsés II.
250 toneladas y 15 metros de altura
La figura recuperada, que pesa unas 250 toneladas y tiene 15 metros de altura, quedó sepultada por los aluviones del Nilo en mitad de un terreno arcilloso e inestable. Su rastro se desvaneció hasta que en 2002 el proyecto liderado por la germano-armenia Hourig Sourouzian lo halló sumergido en el agua a tres metros de profundidad. Un ejército de trescientos obreros, ayudado por poleas –a la usanza faraónica- y modernos cojines de aire comprimido, logró conducirlo a tierra firme. Y en 2004 López Marcos ganó la licitación para curar las heridas del gigante."Lo primero fue efectuar un estudio de las grietas. Había muchas superficiales y alguna más profunda", recuerda el restaurador español, que también constató que el lado izquierdo de la estatua sedente sufría graves daños mientras que el derecho, que había permanecido sumergido, conservaba en buen estado una figura de Tiye, la gran esposa real de Amenofis III. "Está casi intacta, a diferencia de lo que sucede con la misma estatua en los otros colosos", puntualiza López Marcos.
Una aventura interminable
Además de rehabilitar y encajar las piezas de esta colosal estructura, su equipo rastreó la zona en busca de su localización exacta. Una vez hallada, los obreros plantaron en ella el pedestal consolidado con cemento. Y, tras una operación de una semana, el pasado lunes pusieron en pie el coloso, que disfrutará de su puesta de largo oficial el 1 de marzo. Su paso por el quirófano, sin embargo, aún no ha concluido. López Marcos todavía recuerda que el paciente está necesitado de testa, torso, pie y rodillas. "La cabeza pesa 22 toneladas y el pie 14", detalla. El pie derecho volverá a su lugar en breve pero el resto tendrá que aguardar hasta la próxima temporada para recomponer el puzle de esta obra maestra de la escultura egipcia. Foto: Miguel Ángel López
La cura de este coloso es solo el principio de una aventura también colosal. "Yo aquí tengo hasta jubilarme", bromea el arqueólogo español. El majestuoso templo estaba compuesto por tres patios, un peristilo, una sala hipóstila y un santuario. El objetivo de este proyecto europeo-egipcio iniciado en 1998 es crear un museo al aire libre con las piezas recuperadas y recolocar todos los colosos. Está previsto que en la primavera de 2013 se alce la figura hermana del ahora restaurado. Y luego quedaría poner en pie la pareja de estatuas de alabastro y 11 metros de altura situadas en el tercer pilono.
Un quejido de leyenda
Ninguno de los gigantes rescatados posee la habilidad de cantar de la que –cuenta la leyenda- gozó alguna vez el coloso norte. En el 27 a.C. un terremoto abrió en su anatomía una grieta que al amanecer, cuando la piedra se sacudía la humedad nocturna, emitía un quejido similar a la vibración de una cuerda de guitarra."Fue una leyenda griega y representaba la agonía de la Aurora boreal en la guerra de Troya", explica López Marcos. Por ello, el relato griego identificó a la monumental estatua con el dios Memnón, el rey etíope e hijo de Eos (la Aurora) que cayó a manos de Aquiles en venganza por la muerte de su amigo Antíloco. Fascinados por la narración, los turistas romanos y griegos visitaron el lugar para presenciar como el cuerpo de Memnón volvía a la vida todos los días por la caricia de los rayos solares de su madre.
el dispensador dice: la trilogía de Memnón se ha perdido en los laberintos de la historia... y no es la única que se perdió, como tampoco era el único testimonio de los primeros pasos de la humanidad transplantada a la Tierra... había siete monumentos semejantes en distintos lugares del mundo, colosos de roca sólida que hablaban y cantaban al alba y al caer el Sol, enseñando el "canto" de los ángeles así como los "cantares" de las consciencias. Aún balbuceaban en las postrimerías del imperio romano, pero algo más que el tiempo los acalló definitivamente de cara a la posteridad invadida por oscurantismos y miserias... quizás, los gemelos observaron con tristeza plena el fin de su escuela ptolomeica, o tal vez, hayan desistido de su comunicación cósmica ante la creciente soberbia de los humanos burlando a sus propios prójimos... vaya a saber, ya no tiene caso revisar las mentiras de la historia oficial como tampoco lo tiene ser testigo de rocas mudas... ¿qué recita la Wikipedia de aquellos gemelos que eran tres...?
Los colosos de Memnón (en árabe Al-Colossat o Es-Salamat) son dos gigantescas estatuas de piedra que representan al faraón Amenhotep III situadas en la ribera occidental del Nilo, frente a la ciudad egipcia de Luxor, cerca de Medinet Habu y al sur de las grandes necrópolis Tebanas.
Las dos estatuas gemelas muestran a Amenhotep III en posición sedente; sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el Este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente. Dos figuras de menor tamaño, situadas junto al trono, representan a su esposa Tiy y a su madre Mutemuia; los paneles laterales muestran una alegoría en bajorrelieve del dios de la inundación anual, Hapy.
Las estatuas están esculpidas en grandes bloques de cuarcita, traídos especialmente desde Guiza y de la cantera de Gebel el-Silsila, al norte de Asuán. Incluyendo las bases de piedra sobre las que se sustentan, las estatuas tienen una altura total de dieciocho metros.
La función original de los colosos fue la de presidir la entrada al complejo funerario de Amenhotep III: un inmenso centro de culto, construido en vida del faraón, en el que se le adoraba como al dios en la tierra. En esos días, el complejo del templo era el mayor y más espectacular de todo Egipto. Ocupaba un total de 35 hectáreas. Incluso el Templo de Karnak era menor que el conjunto funerario de Amenhotep. Hoy en día, sin embargo, quedan pocos vestigios del templo.
El historiador y geógrafo griego Estrabón explica que un terremoto, en el año 27 a. C., dañó a los colosos. Desde entonces se decía que las estatuas "cantaban" cada mañana al amanecer, concretamente, la estatua situada mas al sur. La explicación es que el cambio de temperatura, al comienzo del día, provocaba la evaporación del agua, que al salir por las fisuras del coloso producía el peculiar sonido. El emperador romano Septimio Severo nos privó de este fenómeno al restaurar la estatua en el siglo III d. C.
El nombre "Colosos de Memnón" proviene del período helenístico. Los colosos fueron bautizados por los primeros viajeros griego, que escuchaban a los lugareños, les recordaba a la de Memnón un héroe griego de la guerra de Troya, rey de Etiopía, que llevó a sus ejércitos desde África hasta Asia para ayudar a defender la sitiada ciudad y que fue finalmente derrotado por Aquiles.
Los colosos no parecen tan colosales; al contrario, se mantienen acordes con todo lo que los rodea, como si fueran del tamaño natural de los hombres, y nosotros fueramos los enanos, no ellos los gigantes
pero no eran dos sino tres, y no estaban únicamente allí donde hoy se aprecian sus despojos... su finalidad cósmica era unir los sentimientos del hombre con el universo contiguo, recordándole que todo lo que se ve a lo largo de la vida respirable no es más que un sueño, un transcurrir de virtualismos y nomadismos necesarios para cruzar el umbral y sus ciclos finitos, al sólo efecto de regresar a la infinitud de los espíritus. Algo decían en sus cantares, algo sobre las cuentas largas de la huella humana en el concierto de las dimensiones y sus espacios... algo más decían sobre las cuentas cortas y las sombras humanas en el, por entonces, desierto incipiente. Ya no quedan vestigios de sus palabras, pero sí son muestra y evidencia de las capacidades de la "roca" eterna ante la irracionalidad humana que camina descalza, quemando sus plantas en las ardientes arenas. Aquellos gemelos no decían siempre lo mismo, y hasta cada uno recitaba algo distinto a lo que iniciaba la oración del primero de ellos, siempre sobre la izquierda del observador y siguiendo el espectro hacia la derecha... pero por entonces, los polos de la Tierra eran bien otros, tanto como la propia Tierra lo era para los humanos de entonces. Los siete grupos de gemelos diseminados por la Tierra, la envolvían con sus cánticos y hasta se podía oirlos en la distancia de las antípodas porque eso era el sentido de la revelación y la señal... "nunca cantes antes de Memnón", se decía por entonces, reverencia y respeto a los legados ancestrales. Curiosamente, no fue un temible terremoto lo que acalló a las trilogías "expresantes"... fue la soberbia y el desprecio del hombre, lo que hizo que éstas piedras "vivas" asumieran que su misión ya no tenía lugar ni caso ante las cegueras abundantes y las sorderas invadientes... lo demás, es apenas lo demás... lo que se escribe y se relata no siempre es lo que verdaderamente ocurrió, tampoco es reflejo de las verdaderas circunstancias, apenas es una copia burda de las miserias humanas que se van tejiendo alrededor de los olvidos y sus deformados recuerdos. Más allá, Egipto es considerado como exponencial matemático de las pirámides y su esfinge, sin embargo muy distinto era el paisaje que se escribía alrededor del Egipto real, el consecuente a atlantes y lemures, nido de nubios y persas... donde las ciencias eran el cimiento de las sapiencias fundamentales de una filosofía extraviada y donde los conflictos no eran más que un atisbo de las potenciales "segundas intenciones" humanas que hoy dominan una Tierra vacía de esencias, llena de valores tergiversados y de historias cambiadas para enaltecer a los compradores de honores. Raros días son los que cursan... el hombre cree que la piedra no es más que una piedra... el hombre cree que los árboles ni sienten ni hablan... el hombre cree que es el ángulo superior de las especies... no obstante, ése mismo hombre emigra de sus tiempos respirables inspirado en el regreso a una paz que ya no está en su alma ni en su vida... el hombre ha aprendido a sobrevivir, pero se ha olvidado de vivir... y cuando se va bajo el signo del fin de los destinos concedidos, descubre que la gracia que recibió no fue más que un desperdicio despreciable hacia sus próximos, y se siente condenado al saber que debe regresar a "hacer" aquello que omitió por apuro, urgencia y desidia. Febrero 18, 2012.-
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