EXPOSICIÓN | Hasta el 22 de febrero
Miradas al fresco... con Sorolla
- El pintor valenciano viajó tres veces a Granada para capturar sus paisajes
- En una primera visita, quedó enamorado de la majestuosidad de Sierra Nevada
- Otras 'Miradas al fresco': Picasso, Juan Gatti, el Hermitage en El Prado, Gottard Schuh, Juan Ugalde, 'Camerinos' y Antoni Tàpies
Joaquín Sorolla fue cuatro veces en su vida a Granada. Una, en una excursión de un día, acompañando a una visita desde Sevilla, y las tres últimas (1909, 1910 y 1917) para pintar sus paisajes. En la primera ocasión, se quedó atrapado por los matices, por los colores rosáceos que producía el sol en la nieve al atardecer, y quiso capturarlos. De ahí las siguientes visitas. Daba igual el frío que hiciera (que siempre fue mucho): tenía que hacerlo en la calle. Del mismo modo, se propuso atrapar los jardines del Generalife en sus cuadernos y revivirlos en la vivienda que, en aquellos días, se estaba construyendo. El pintor valenciano (1863-1923) diseñaba al detalle la casona de Madrid en la que, a día de hoy, está instalado su museo.
En sus instalaciones, en la calle General Martínez Campos de la capital, se presenta la exposición 'Granada en Sorolla', que estará abierta hasta el próximo día 22. Son tres salas que reúnen sus lienzos de estos tres viajes, también los dibujos, y las cartas que, cada día, enviaba a su familia y en las que explicaba todos los pormenores de sus experiencias.
Su segunda y tercera estancias tuvieron una diferencia de sólo unos meses. En aquellos días preparaba sus grandes exposiciones para EEUU, como la de San Luis o la de Chicago, y necesitaba trabajar para tener el material suficiente para ellas. "Fue buscando la majestuosidad de Sierra Nevada e iba con intención de pintar ese paisaje puro", explica Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla y una de las artífices de la muestra. "Pero cuando conoció la Alhambra se enamoró y fue buscando sus rincones. Vemos en todas estas visitas como él empieza por los grandes paisajes majestuosos de la Alhambra y termina haciendo escenas muy íntimas, muy concretas, de rincones poéticos".
Esa poesía se adivina más aún en el último viaje, el de 1917. Era la época de los grandes murales de la Hispanic Society de Nueva York y el artista necesitaba huir de lo enorme y centrarse en lo más pequeño: "Descansaba buscando temas íntimos, sosegados, que le dieran la oportunidad de pintar por su propio gusto y para sí mismo. Eso es lo que hizo en esa última vez que estuvo en Granada", añade Luca de Tena.
"En este momento vemos que Sorolla tiene un estilo ya muy leve, casi de acuarela, en el que con muy poquita materia hace unos cuadros que, sin embargo, están perfectamente acabados, pero que tienen ya en esta época un poquito de ensueño". Busca la melancolía y la introspección: "Son tan delgados de materia, tan finos y tan delicados que parecen casi más una evocación que una pintura directa, del natural. Él hace unas pinturas de la Alhambra en el que no hay ningún folclorismo, ningún orientalismo, son paisajes enteramente solitarios".
'Granada en Sorolla'. En el Museo Sorolla de Madrid (C/ General Martínez Campos, 37). Hasta el 22 de febrero. De martes a sábado: de 9.30 a 20h. Domingo y festivos: de 10 a 15h. Cerrado: todos los lunes del año. Precio: 3 €
En sus instalaciones, en la calle General Martínez Campos de la capital, se presenta la exposición 'Granada en Sorolla', que estará abierta hasta el próximo día 22. Son tres salas que reúnen sus lienzos de estos tres viajes, también los dibujos, y las cartas que, cada día, enviaba a su familia y en las que explicaba todos los pormenores de sus experiencias.
Su segunda y tercera estancias tuvieron una diferencia de sólo unos meses. En aquellos días preparaba sus grandes exposiciones para EEUU, como la de San Luis o la de Chicago, y necesitaba trabajar para tener el material suficiente para ellas. "Fue buscando la majestuosidad de Sierra Nevada e iba con intención de pintar ese paisaje puro", explica Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla y una de las artífices de la muestra. "Pero cuando conoció la Alhambra se enamoró y fue buscando sus rincones. Vemos en todas estas visitas como él empieza por los grandes paisajes majestuosos de la Alhambra y termina haciendo escenas muy íntimas, muy concretas, de rincones poéticos".
Esa poesía se adivina más aún en el último viaje, el de 1917. Era la época de los grandes murales de la Hispanic Society de Nueva York y el artista necesitaba huir de lo enorme y centrarse en lo más pequeño: "Descansaba buscando temas íntimos, sosegados, que le dieran la oportunidad de pintar por su propio gusto y para sí mismo. Eso es lo que hizo en esa última vez que estuvo en Granada", añade Luca de Tena.
"En este momento vemos que Sorolla tiene un estilo ya muy leve, casi de acuarela, en el que con muy poquita materia hace unos cuadros que, sin embargo, están perfectamente acabados, pero que tienen ya en esta época un poquito de ensueño". Busca la melancolía y la introspección: "Son tan delgados de materia, tan finos y tan delicados que parecen casi más una evocación que una pintura directa, del natural. Él hace unas pinturas de la Alhambra en el que no hay ningún folclorismo, ningún orientalismo, son paisajes enteramente solitarios".
'Granada en Sorolla'. En el Museo Sorolla de Madrid (C/ General Martínez Campos, 37). Hasta el 22 de febrero. De martes a sábado: de 9.30 a 20h. Domingo y festivos: de 10 a 15h. Cerrado: todos los lunes del año. Precio: 3 €
el dispensador dice:
el genio revolotea,
busca almas en azoteas,
genios que desesperan,
por transitar lejos de las veredas,
su mundo está en las miradas,
distancias lejanas de las pasadas,
prefieren vivir entre hadas,
que convivir con humanos sin templanzas,
a veces admiten alabanzas,
las más de las veces huyen de las confianzas,
asumen andar entre paletas,
que correr por la vida hecho veletas,
sus pinturas son raras ventanas,
diseñan figuras entre las tramas,
raras fibras son las lejanas,
cuando te acercas no ves nada de nada,
sólo las lejanías brindan confianzas,
en especial cuando es la burla lo que se ama,
la esencia permite trasuntar la raya,
aquella ojiva puede ser cama,
hacía fresco aquella mañana,
no era el tiempo... sólo eran hadas.
Febrero 17, 2012.-
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