Yuja Wang, la última representante de la armada pianística china
La pianista Yuja Wang (Beijing, 1987) es la última gran sensación de la música clásica procedente de China. Aunque se mudó a los 14 años a Canadá y ha crecido musicalmente en occidente, sus raíces y su impresionante técnica guardan mucha relación con aquel aprendizaje realizado en Pekín. "Me crié con la música occidental y por eso era lógico que me fuera", decía en una entrevista en 2009 con este periódico para explicar esa parte tan imporante de su biografía. El Concertino ofrece, en exclusiva y durante la semana que precede a su lanzamiento oficial (6 de marzo), la escucha en streaming de Fantasia, su nuevo disco.
Wang ha construido este trabajo con las propinas que ha tocado en los últimos tiempos después de cada concierto “Es un estado de ánimo pasajero, en el que existe una correspondencia con el público. Hay piezas que he tocado desde hace tanto tiempo que se han convertido ya en una parte de mí misma. Es una especie de testimonio de cómo se sentía mi corazón en ese momento”, ha reseñado.
Hoy, a los 24 años, es una buena intérprete, guapa y con ciertas maneras pop. Un reclamo perfecto para modernizar y renovar públicos y a desanimados consumidores de discos. Lo sabe Deutsche Grammophon (Universal), disocgráfica con la que acaba de lanzar su tercer álbum. Recuerda Wang, claro, a su paisano Lang Lang. En muchas cosas.
Pero ya ha dicho que no quiere que la vean como su versión femenina. Aunque eso quizá le cueste más.
Sus referencias al teclado son otras. Una de ellas, Horowitz, le sirve para explicar la esencia y el sentido de su disco. "Es el pianista por antonomasia. Tiene explosiones y una brillantez asombrosas, pero también cuenta una buena historia. La música es magnética, te atrapa. Cuando lo oyes tocar, es como si fueras la única persona ahí fuera, y como si estuviera hablándote sólo a ti. Sientes que está prestándote toda la atención, que es el motivo por el que lo escuchas con tanta atención. Es una situación íntima, que es mi idea de en lo que debería consistir una propina. La gente se piensa que una propina es para mostrar tu lucimiento, pero, para mí, se trata de un pequeño momento de ternura procedente del corazón”. Pueden juzgarlo aquí abajo.
Hoy, a los 24 años, es una buena intérprete, guapa y con ciertas maneras pop. Un reclamo perfecto para modernizar y renovar públicos y a desanimados consumidores de discos. Lo sabe Deutsche Grammophon (Universal), disocgráfica con la que acaba de lanzar su tercer álbum. Recuerda Wang, claro, a su paisano Lang Lang. En muchas cosas.
Pero ya ha dicho que no quiere que la vean como su versión femenina. Aunque eso quizá le cueste más.
Sus referencias al teclado son otras. Una de ellas, Horowitz, le sirve para explicar la esencia y el sentido de su disco. "Es el pianista por antonomasia. Tiene explosiones y una brillantez asombrosas, pero también cuenta una buena historia. La música es magnética, te atrapa. Cuando lo oyes tocar, es como si fueras la única persona ahí fuera, y como si estuviera hablándote sólo a ti. Sientes que está prestándote toda la atención, que es el motivo por el que lo escuchas con tanta atención. Es una situación íntima, que es mi idea de en lo que debería consistir una propina. La gente se piensa que una propina es para mostrar tu lucimiento, pero, para mí, se trata de un pequeño momento de ternura procedente del corazón”. Pueden juzgarlo aquí abajo.
Fantasia
Yuja Wang
ingresar al documento original de elpais.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario