martes, 28 de febrero de 2012

VISIONES ▲ Misterios de la India en el Thyssen | Cultura | elmundo.es

Misterios de la India en el Thyssen Cultura elmundo.es


EXPOSICIÓN | Creada por Edwin Binney

Misterios de la India en el Thyssen

Cuadro que representa al Emperador Mogol Bahadur Shah II en Darbar.| Efe Cuadro que representa al Emperador Mogol Bahadur Shah II en Darbar.| Efe
Hoy martes el Museo Thyssen-Bornemisza inaugura la exposición 'Visiones de la India', una selección de pinturas del sur de Asia procedentes del San Diego Museum of Art (California). A través de 105 piezas -entre pinturas, grabados y manuscritos- esta muestra ofrece una oportunidad única de contemplar toda la evolución de la pintura india desde el siglo XII hasta mediados del XIX.

Creada por Edwin Binney (1925-1986) y con cerca de un millar y medio de piezas, está excepcional colección se caracteriza por su carácter enciclopédico y académico, lo que permite ofrecer una visión panorámica de la historia del arte indio.

La exposición está organizada en cuatro secciones y sigue un recorrido cronológico, empezando con algunos ejemplos tempranos de la iluminación de manuscritos de estilo autóctono, hasta mediados del siglo XIX, con el traspaso del poder del Imperio Mogol al Raj, el sistema británico de administración colonial.

Adaptarse y modificar su estilo

Con esta muestra, el visitante podrá conocer la obra realizada por los artistas locales para soberanos y comerciantes persas, centroasiáticos y europeos que llegaron a la India durante esos siglos, y comprobar su extraordinaria capacidad para adaptarse y modificar su estilo tradicional sin perder el carácter indio.

En palabras de uno de los primeros expertos en arte indio, el profesor Pramod Chandra, de la Universidad de Harvard: "Abundan en ella obras de primera calidad, por sí mismas y porque iluminan de manera excepcional las cualidades de un estilo. No conozco ninguna otra colección reunida por una sola persona en la se haya logrado ese objetivo, que tiene tanta dificultad y exige tanta reflexión".

Según precisan desde el Museo Thyssen, la pintura india presenta considerables variaciones según las regiones, épocas y estratos sociales, aunque ofrece también algunas características comunes que se mantienen en el tiempo y en el espacio, como la ya señalada capacidad de adaptación de sus artistas y, sin duda la más sobresaliente, el detallismo y minuciosidad de su trabajo o el uso de pinceles.

El recorrido comienza con la producción autóctona india, que contrasta con la pintura que se hará para clientes extranjeros a partir del siglo XV, una sección dedicada a la iluminación de libros de poesía persa, y una tercera que mostrará el nacimiento y desarrollo del nuevo estilo que surge de la confluencia de estas dos tradiciones, ya en el siglo XVI y bajo el dominio del Imperio Mogol. El último apartado reunirá la pintura realizada para los comerciantes y funcionarios británicos vinculados a la Compañía de la India Oriental.


el dispensador dice: India es la plena expresión de la diversidad cultural, una diversidad que se afirma en cada comarca, imprimiendo un intrincado entretejido inaccesible para occidentales apurados... una madeja social compleja, inentendible si no vives allí... un ovillo de lenguas y dialectos que imponen espacio entre ellos para tornarse intraducibles, conviviendo con un inglés británico combinado con fonéticas ininteligibles, indescifrables... sin embargo en la India puedes entenderte y entender siempre que mires a los ojos de quien sea... más aún si a lo largo de tu huella y tu sombra has aprendido a ver con el alma... allí descubrirás que en ciertos lugares no puedes ingresar porque fuerzas invisibles lo impedirán, y la disposición aconsejará el no burlar el impedimento. Cualquier obra de la India, sea pintura o sea letra, se impregna de los sentimientos y las esencias de su autor, aún en lo milenario, y ello puede sentirse como vibración que no se apaga jamás, ni siquiera con las distancias ni tampoco con los bullicios del occidente escaso. Puede llegar a ocurrir que ése mismo autor, gratificado por la admiración o la presencia electiva de un observador extraño, decida acompañarlo en la aventura del pensamiento, introduciéndolo en un laberinto de imágenes irrepetibles que nunca se perderán, prescindentes de los tiempos humanos. Cuando se mira una escultura tanto como cuando se sigue el espíritu de la letra del Indo, se introduce uno en una esfera que conjuga pensamientos que superan largamente la media occidental, combinando raras expresiones de opuestos que más allá de su contradicción, convergen hacia un sentido superador de las almas, elevándolas hacia lo cíclico. Puedes estar allí sin estarlo... así como puedes no estar allí, estándolo... algo semejante a una ensoñación que envuelve y conduce el alma por desfiladeros de vivencias superiores... sin embargo, no puedes entrar en la India, ni mucho menos en sus obras, cargando la mochila de los pesares de occidente. Allí, las leyes de la física del siglo XXI se evaporan ante un humanismo que quiebra cualquier razón irracional común al peso de los cuerpos, a las densidades del espíritu, a las cegueras de los voluntarismos... por ende nada es entendible con una sola mirada, salvo que se pertenezca a la "vibra" y sus ecos, una capacidad concedida sólo a muy pocos, despojados de las soberbias y sus conveniencias oportunistas. Las imágenes suelen atrapar al observador, así como las esculturas saltan de ellas mismas para ocupar un espacio en el cuerpo que las admira, para luego regresar a ser testigos mudos de tu paso... puede sentirse... al modo de la visión de "ser" sin "estar"... al modo de "estar" sin siquiera haber "sido". Justo allí te das cuenta que en ciertos lugares de la Tierra, el tiempo no pasa jamás, ni aún cursando la vida de los tiempos respirables, mero incidente en la filosofía de la huella, en la cosmogonía de la sombra. Febrero 28, 2012.-  

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