jueves, 9 de febrero de 2012

JUSTO DETRÁS DEL COLOR ► Mirando a Freud | Cultura | elmundo.es

ARTE | Exposición retrospectiva de sus 'Retratos'

Mirando a Freud

Self portrait (1963). | C. F.
Lucian Freud miraba de una manera furtiva, sacando todo el jugo posible a sus modelos y dejándoles así, desparramados y sin apenas vida, mostrando sin tapujos la decadencia de la carne. "Cuando alguien está desnudo ante ti, no puede esconder nada", decía el pintor. "No todo el mundo está dispuesto a ser tan honesto consigo mismo, y eso me obliga a mí a ser igualmente honesto con ellos".

Freud, nacido en Berlín en 1922 y muerto en Londres en julio del 2011, se volcó en los preparativos de la exposición retrospectiva de sus 'Retratos' en la National Portrait Gallery, pero no pudo culminar su sueño, ni siquiera terminar su último cuadro, que por primera vez ve la luz desde hoy junto a 130 obras del autor.

En 'Portrait of the Hound' vemos a su ayudante David Dawson, desnudo y mirando indefenso hacia arriba, ante la pasividad de la perra Eli, estirada junto a él y haciéndose la ausente. Los perros eran siempre bienvenidos en el estudio londinense de Freud; sus últimas pinceladas parece que fueron las orejas de Eli, bien abiertas, como escuchando el diálogo entre su dueño y el artista figurativo más importante en las postimerías del siglo XX, tras la muerte de su amigo Francis Bacon.

En 'Retratos' vemos y apreciamos la fulgurante transformación de Luciam Freud desde el surrealismo de su juventud a la dedicación casi exclusiva al retrato en el sentido más amplio: el que abarca el cuerpo entero y en el que no es posible la impostura ni el ocultamiento.

”No estoy interesado en una pintura que parezca una fotografía. Quiero que mis pinturas se sientan como si estuvieras viendo a gente real. Quiero que la pintura se sienta como la carne”. Las confesiones de Freud a Michael Auping, director de exposiciones del Museo de Arte Moderno de en Fort Worth (Texas), jalonan la exposición y el catálogo de 'Retratos', que acabará saltando en charco en la segunda mitad del año. "En Norteamérica, la tierra del Photoshop, tardamos más en abrazar su arte", admite Auping. "Digamos que nos distraía de nuestro sentido de la abstracción y del minimalismo".

“Toda la pintura es psicológica, al menos cuando está bien hecha”, aseguraba el nieto aventajado de Sigmund Freud, que rompió todas las covenciones entre el pintor y su modelo. Kitty Garman y Carolina Blackwood, sus dos primeras mujeres, fueron también el objeto casi obsesivo de su obra juvenil, hasta adentrarse en el “terreno impredecible de la piel” con 'Naked Girl' (1996).

El tenso retrato del barón Thyssen, 'Man in a Chair' (1983), su interminable serie de autorreratos o su visión particular de la Reina Isabel II (2000) nos dejan entrever al Freud más clásico, admirador de Velázquez, Rembrandt y Vang Gogh. Pero su parte más oscura, la que se alimenta de Cézanne, es muy palpable en los retratos de su propia madres, Lucie. De la mano de Courbet y otras influencias más o menos confesables, Freud acaba rompiendo en esa sucesión de desnudos descarnados en gran formato -'And the Bridegroom', 'Nude with leg up', 'Naked man with rat' o 'Benefits Supervisor Sleeping'- que no dan tregua al 'voyeur' más impávido. Sabemos cómo miraba Freud, ¿pero cómo se mira a Freud?
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el dispensador dice: el espejo es un retrato de apuros, te ayuda a verte antes de salir a escena, sólo que el mundo carece de tablas y el escenario se nutre de situaciones y circunstancias, convergencias y confluencias, tranquilidades y turbulencias, cegueras e inteligencias... y pocos son los seres humanos que tienen el privilegio de estamparse en una tela y convertirse en color tenue, esplendoroso o rasgado, dependiendo ello de la realidad que imponen las acuarelas o los óleos, los años o sus retoños. Curiosamente, las imágenes plasmadas y los colores advertidos no contienen una revelación de los pensamientos... atisbos que se obtienen o suponen detrás de las miradas, pero no más allá de ellas, y siempre y cuando éstas hayan sido adecuadamente interpretadas. Pero en la tela no se ve el alma, tampoco el espíritu, ni siquiera el aura, por lo tanto tampoco se aprecian el genio y su don, el talento y el corazón impreso en la pasión. En el espejo se es imagen por un rato, corto, salvo que el ego convoque a la permanencia de la producción infame que desarrolla un universo de segundas intenciones que se desenvolverán ante los "otros" como víctimas inocentes de odios cultivados hacia la vida del  prójimo. Rara concertación de colores que sin quererlo, expresan destellos de animosidades implícitas en las almas con escasos contenidos ciertos y los muchos asaltados de los otros... de allí que la mayoría de los nacidos de madre no hayan tenido jamás un retrato... aún cuando hoy un número importante de seres humanos ha quedado congelado en imágenes electrónicas que se consumirán junto con la civilización tecnológica de las imágenes olvidadas entre los imanes ignotos de un CD-ROM, de un pen-drive, o de vaya a saber qué herramienta que se evaporará junto con la civilización de los utilitarismos... una cultura de la que no quedará nada, ni siquiera memoria alguna ya que nadie podrá acceder a sus huellas circunscriptas en mecanismos que se diluirán luego de la gran conflagración solar en ciernes... hasta aquellas fotos con abundantes nitratos de plata han demostrado ser perecederas e ir borroneándose lentamente hasta dejar esbozos de personas estampilladas para la posteridad inexistente. No se puede detener lo efímero... no se puede alargar lo finito... no se puede congelar el tiempo... porque con ello se detiene el alma, y lo mejor para ella sigue siendo regresar al espíritu siendo estela en los recuerdos cortos, esos mismos que se licuarán con el paso de las herencias intangibles, esas que aparecen cuando uno ya no está y escuchan de personas e historias que ya no son, para bien o para mal. Hay espíritu más allá de la tela, tanto como hay color y trama más allá de la vida en los tiempos respirables. Febrero 09/10, 2012.-

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