La Agencia Europea del Espacio ha hallado lo que podrían ser depósitos sedimentarios en una planicie del hemisferio norte
Vida | 07/02/2012 - 07:34h
París. (EFE).- La Agencia Europea del Espacio (ESA) informó hoy de que su satélite Mars Express ha aportado pruebas de que un océano cubrió parte de la superficie de Marte, algo que ya se sospechaba pero que sigue siendo objeto de controversia.
El estudio partió de los datos proporcionados durante más de dos años por el radar Marsis, que se desplegó en el planeta rojo en 2005, y que ha permitido a los expertos descubrir que las planicies del hemisferio norte están cubiertas de material de baja densidad.
Jéremie Mouginot, del Instituto de Astronomía Planetaria y Astrofísica de Grenoble (IPAG), asegura en un comunicado de la ESA que esos compuestos parecen ser depósitos sedimentarios, lo que supone "una nueva y sólida prueba de que en otro tiempo hubo un océano".
El hecho de que Marte estuviera parcialmente cubierto por un océano era una hipótesis ya barajada por la comunidad científica, pero este nuevo estudio aporta uno de los mejores indicios para confirmarlo.
La certeza sobre la formación de esa masa de agua sigue siendo vaga, no obstante, y se cree que pudo haberse originado hace 4.000 millones de años, cuando había en ese planeta condiciones meteorológicas más clementes, o hace 3.000 millones, cuando la capa de hielo de la superficie se fundió tras un gran impacto.
El jefe del equipo de la IPAG, Wlodek Kofman, explica que Marsis penetró unos 60 u 80 metros bajo la superficie de ese planeta, y que en todo ese margen se vieron pruebas de material sedimentario y de hielo.
Los científicos descartan de momento que ese océano se mantuviera el tiempo suficiente como para permitir el desarrollo de vida, y aseguran que para encontrar pruebas de la misma habrá que remontarse a épocas anteriores de la historia de ese planeta.
Este nuevo estudio, sin embargo, marca un punto de inflexión porque hasta el momento los datos anteriores del Mars Express sobre la existencia de agua en Marte procedían del estudio de imágenes o de información mineralógica o atmosférica, pero no de una visión tan cercana con las referencias del radar.
Y al mismo tiempo, sus conclusiones abren nuevos interrogantes sobre el paradero de toda esa cantidad de agua, por lo que según el comunicado, ese satélite prosigue sus investigaciones.
Los mil paisajes del Sáhara
Entre dunas, rocas y pedregales, los exploradores pioneros del Sáhara descubrieron evidencias de la existencia de un mundo húmedo hace miles de años: ríos, lagos y mares interiores cubrían la inmensidad del norte de África.Sobre la piedra arenisca rojiza se perfilan los contornos descoloridos de diversas figuras. En las imágenes se reconocen representaciones esquemáticas de animales –jirafas, un perro, un avestruz– y también de hombres moviéndose y en grupo. A ellos se suman unos trazos de seres humanos más pequeños en posturas sorprendentes: el cuerpo en posición horizontal, los brazos y las piernas extendidos como si flotaran en una materia de consistencia invisible.
Ladislaus Almásy, descubridor de tan singulares pinturas rupestres , no tuvo ninguna duda acerca de la sustancia en la que parecían levitar las figuras. El hallazgo tuvo lugar en otoño del año 1933 y se produjo de forma casual en un lugar remoto del desierto líbico. Gilf al-Kabir está deshabitado; no existen aguas superficiales y no se han producido asentamientos humanos desde hace milenios. La población egipcia más próxima, el oasis de Dajla, se encuentra a unos 600 kilómetros.
Duras condiciones climatológicas
Uno de los primeros europeos que se aventuró por este yermo hostil de duras condiciones climatológicas para el desarrollo de vida fue Almásy. Entusiasta corredor de pruebas y aviador inició en 1929 un viaje en automóvil por el desierto egipcio .Desde el principio tenía una obsesión: encontrar el legendario Zerzura, el “oasis de las pequeñas aves” que, según los relatos de los beduinos árabes, “dormita en el corazón del desierto custodiado por un pequeño pájaro blanco”. Desde su avión avistó en 1932, en una zona de Gilf al-Kabir, un valle cubierto con vegetación de acacias. Un año más tarde, se adentró con decisión en el bosque y consiguió encontrar el ansiado oasis de Zerzura.
Durante sus exploraciones por Gilf al-Kabir y más al sur, en el triángulo donde confluyen las regiones fronterizas de Egipto , Libia y Sudán, Almásy se topó con innumerables pinturas rupestres que, según los nómadas, habían sido realizadas por los yinns, genios o espíritus del desierto. Por fin, en otoño de 1933 dirigió una expedición al escabroso páramo de Gilf al-Kabir, que daría como resultado el hallazgo de la famosa cueva de los Nadadores del Desierto.
Almásy interpretó su descubrimiento con perspicacia. “Podemos asegurar que el Sáhara no ha sido siempre un mar de arena y rocas sin vida, como hoy lo contemplamos”, anotaba en 1934, en su cuaderno de viaje.
Hoy nadie pone en duda que el desierto cálido más grande de la Tierra fue un enclave rebosante de agua en la Prehistoria. Las evidencias encontradas en las primeras exploraciones son concluyentes: se hallaron antiguos cauces fluviales, lagos secos e incluso esqueletos de personas que murieron ahogadas. Todas estas pruebas demuestran la abundancia de agua en épocas lejanas.
El paso del tiempo por el norte de África
Estos indicios han permitido a los investigadores reconstruir los dramáticos acontecimientos de la historia más reciente de nuestro planeta, y llegar a la conclusión de que los exuberantes pastizales que cubrían amplias zonas del norte de África languidecieron y se secaron en el lapso de unos pocos milenios. El colapso climatológico, cuyo efecto evidente fue la desertización de la región, tuvo como consecuencia no sólo el inicio de importantes oleadas migratorias, sino que dio lugar a un singular imperio de la escasez crónica. En efecto, el Sáhara, con una extensión equivalente a la de Australia, es un espacio desértico de dimensiones continentales, en el que están representadas todas las tipologías de sequía y casi todos los tipos de desiertos del planeta. En este gigantesco laboratorio térmico, los investigadores encuentran el lugar ideal para estudiar las repercusiones de la extrema falta de agua.Entre el Atlántico y el mar Rojo, el mar Mediterráneo y la zona semiárida del Sahel determinados procesos climáticos y geológicos han dado lugar a paisajes extraordinarios. Los mares de arena cubren apenas una cuarta parte de su superficie, mientras grandes extensiones están ocupadas por desiertos de piedras y grava, y otras, por cadenas montañosas. En el desierto de Hoggar, situado al sur de Argelia, se llegan a producir precipitaciones de nieve en las regiones más elevadas.
Desde el punto de vista cronológico, esta riqueza de formaciones refleja lo poco enraizado que estaba el ecosistema del desierto en el período prehistórico. Así, unas extrañas brechas en las rocas del sur de Libia atestiguan la antigua presencia de un imponente glaciar, que avanzó por la cuenca hace cerca de 440 millones de años. En aquel tiempo el norte de África formaba parte del supercontinente llamado Gondwana, y estaba sepultado en muchos puntos de su territorio bajo una gruesa capa de hielo.
Hace unos millones de años, cuando los dinosaurios habitaban la Tierra, el mar cubría grandes regiones del Sáhara. Una vez que las mareas se hubieron retirado, la actividad volcánica dio origen a las elevaciones del macizo de Hoggar y de la cordillera montañosa del Tibesti, en territorios de Chad. En las erupciones se arrojaron materiales líticos de tamaño colosal, que se convirtieron en canteras naturales. A lo largo de millones de años, el viento, el agua, el calor y el frío fueron quebrantando y desmenuzando la roca hasta convertirla en los guijarros y la arena que hoy cubren el desierto. En las zonas de meseta, donde la acción del tiempo fue puliendo los valles cubiertos de rocas y peñas, surgieron grandes superficies de cascajos. El viento y el agua se llevaron los trozos desmenuzados y los granos de arena o el agua los arrastró en su fluir hasta las llanuras. Y cuando la sequía se apoderó de la región, estos depósitos se transformaron en grandes extensiones de grava o arena.
Proceso de desertización del Norte de África
El primer proceso de desertización del norte de África tuvo lugar probablemente hace al menos 2,5 millones de años. En perforaciones realizadas en el Atlántico se extrajeron grandes cantidades de polvo del Sáhara depositadas en aquella época en el fondo del océano.Desde entonces se viene sucediendo la alternancia de fases húmedas y períodos de sequía. Hace unos 20.000 años, en el punto culminante de la última glaciación, el desierto ocupaba una extensión algo mayor que la actual. Sus mares de arena se prolongaban cerca de 500 kilómetros más al sur. Hace unos 16.000 años, el clima en el Sáhara occidental se hizo más húmedo, y unos 5.000 años más tarde este proceso afectó también a la zona oriental. Así se explica que en sus viajes de estudio el geoarqueólogo alemán Stefan Kröpelin hallara huellas que demostraban que el Sáhara había sido una región muy lluviosa: “En aquel tiempo, el desierto reverdeció durante varios siglos”. El científico lleva más de 25 años recorriendo el Sáhara oriental siguiendo la senda marcada por el pionero Almásy.
Ver la galería de las mejores fotografías de desiertos de Michael Martin
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el dispensador dice:
hubo un historiador de la humanidad sin Tierra,
hubo un historiador de la humanidad del transplante,
hubo un historiador de la humanidad transplantada,
hubo un historiador de la humanidad en el tiempo de los mares perdidos,
ya nadie recuerda sus nombres,
ya nadie sabe de sus existencias,
ya nadie guarda sus legados,
sus palabras están en el viento,
de los pensamientos robados,
hasta las piedras se han borrado,
negando los "pasos" pasados,
diluyendo las huellas de los ocasos,
hoy todo parece oportuno,
contar la historia desde el desayuno,
omitiendo las noches,
conciertos de derroches,
donde las almas se apuraron,
hacer manchón de los pasados,
evitando que los nacidos,
supieran de los negados encendidos,
conocieran a los burladores apagados,
ya no hay tiza que describa la prisa,
ya no quedan creadores registrados,
ya no quedan formadores atrapados,
pirámides son mudos testigos,
de los linajes quebrados,
los puentes que se han cruzado,
guardan umbrales lavados,
los portales se han cerrado,
el hombre sólo consume destinos...
el desierto pedregoso,
guarda de las aguas sentidos,
allí hubo mares reñidos,
con las historias escritas,
todo parece dar risa,
cuando la campana es tañido,
mucho se ha corroído,
por arenas y cegueras,
anduvo el hombre por otras praderas,
distintos nombres y hasta raras letras,
a lo que hoy le dicen Marte,
pudo ser el Horus de otra era,
la única duda que queda,
es saber quién secó los vergeles,
el hombre pasa asaltando,
lo que sembraban las cibeles...
mientras la Tierra se altera,
mientras el hombre divaga,
los ojos miran hacia afuera,
en busca de vivas aguas,
lo que mueren son ballenas,
cuando las arenas se acallan,
todo el valor se remata,
cuando el interés da batalla,
es más importante ser rata,
representar la justicia de lata,
que respetar los conciertos eternos,
el hombre prefiere los avernos,
andar consumido por infiernos,
antes que aceptar los sentidos,
de los gemidos en gracias,
se han terminado los tiempos,
el aire lleva espinas de acacias,
lo que se clava en el alma,
más que apuros son desgracias,
todo lo que dicen y cuentan,
no lleva lluvia ni alientan,
a seguir por la senda larga...
aquello que se ha secado,
parece el suelo de Marte,
argumentos son del hombre,
hacer del desierto raro arte,
lo mismo repitió en el Sahara,
ilusionista del aire,
secar la Tierra es sólo una parte,
ya nadie atiende al vecino,
se mienten hasta los alardes,
lo que se quema es el mundo,
el horizonte es lo que arde,
ya no hay amaneceres,
el hombre vive de tardes,
los fríos acosan sus noches,
los sueños cortan sus cables,
las esperanzas son espejismos,
cuando las ilusiones se evaden,
ya no hay día ni suelo,
que las arenas no tapen,
todo lo que queda debajo,
no es más que un pasado a destajo,
lo que ha vivido ése otro,
no es más que un pasado pisado,
no hay manos en el olvido,
no hay ausencias en los pasados.
Febrero 07, 2012.-
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