jueves, 9 de febrero de 2012

DUNA ROJA ▲ La malaria y la literatura

La malaria y la literatura

Núria Garcia Quera se adentra en Mali con un doble viaje iniciático a través de su novela 'A dalt de la Duna Roja'

Libros | 08/02/2012 - 11:33h
Albert Lladó
Barcelona Redactor
Portada de la novela de 'A dalt de la Duna Roja' Sensus
Este diario recogía el martes cómo el científico Pedro Alonso, investigador de referencia mundial en la malaria, aseguraba que la vacuna contra esa enfermedad se podrá administrar de forma generalizada en el África subsahariana en 2015.

Se trata de una patología que afecta a millones de niños africanos y, por lo tanto, el anuncio de Alonso es una esperanza sin precedentes. Aunque la vacuna sólo protege del parásito del falciparum - el más letal -, se podrían evitar la muerte de casi un millón de persona cada año, la mayoría menores de cinco años.
La malaria, precisamente, es uno de los temas centrales de la novela Núria Garcia Quera, A dalt de la Duna Roja, publicada por Sensus, un proyecto impulsado por la misma autora y que dona parte de los ingresos de los libros vendidos a una asociación solidaria de escuelas Dogón.

Garcia Quera, que ha viajado a Mali en cinco ocasiones, construye una historia de ficción en dos ambientes, aquí y allí, con una obra que puede enmarcarse dentro de la literatura de viajes, pero que reflexiona sobre la maternidad, el peso de las tradiciones, y las experiencias iniciáticas a través de personajes que funcionan como espejos.

La narradora visita a una amiga africana que conoció en Tremp, Fatumata, y así va descubriendo un país mágico y enigmático. Al volver, los primeros síntomas de la malaria aparecen y, después de rozar la muerte, recupera su cuaderno de notas, lleno de poemas, dibujos y fotografías.

Mali es un país rico en lenguas y dialectos, y los que hablan en Shangai no entienden, necesariamente, a los que lo hacen en fulfulde o bambara. Pero A dalt de la Duna Roja nos muestra que, pese a la multiplicidad de etnias y costumbres, hay una solidaridad que recorre esa sociedad. Se vive en comunidad en todo momento y eso, para la mirada occidental acostumbrada a la intimidad como un valor añadido, es uno de los muchos choques culturales que se nos enseñan.

La novela nos habla, también, de amores prohibidos, de supersticiones ancestrales, del miedo al cambio, de los problemas de la no escolarización, pero siempre sin prejuicios y tópicos. Literatura desde y para el territorio.

La protagonista se recupera en un hospital catalán junto a Sol, una drogadicta que afronta sus últimas horas. La narradora, de esta manera, viaja de nuevo a Mali, desde la fiebre y las convulsiones, e interrogándose con una de las preguntas de más difícil respuesta: ¿Cómo ayudar a África sin alterar su forma de vida?
Núria Garcia Quera, que ha dedicado años para tejer esta novela, cree que sólo se debería intervenir en casos de urgencia. Ha visto numerosas ONG que han emprendido proyectos, siempre desde la buena voluntad, que luego se han abandonado rápidamente. La falta de lluvias, y por encima de todo el hambre, hacen de Mali un país difícil para sobrevivir: "L'aproximació havia estat deliciosa: escenas de natura salvatge, congostos de pedra, racons de somni... Però, tot d'un plegat, aquell quadre es va convertir en els horros de Goya.... Un home ribotejava un tauló per convertir-lo en una taula i, al seu voltant, una colla de manetes esperaven, àvides, que saltés un encenall de fusta per agafar-lo i mastegar-lo".

Allí, en el hambre y la enfermedad, está la premura. Si es cierto que nuestro sentimiento de culpabilidad no puede convertirse en un etnocentrismo encubierto, el relativismo cultural no es una excusa para no actuar, con rapidez y eficacia, contra las enfermedades que aquí se atajan con una medicación adecuada. Una vacuna que actúe contra la malaria es, por lo tanto, la mejor de las noticias. Para vivir como se quiere, primero, hay que sobrevivir. Algo tan simple y evidente que a veces se nos olvida. Y que la literatura, en este caso, se esfuerza en recordárnoslo.
La malaria y la literatura

Imagen que muestra un laboratorio del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), en Mozambique LV / Kim Manresa

el dispensador dice: ¿cuánta gente participa indirectamente con acciones que contribuyen a tu calidad de vida?... ¿cuánta gente es verdaderamente solidaria sin estridencia alguna?... ¿cuánta gente ayuda a otra gente sin siquiera saberlo, sin siquiera conocer el destinatario de su acción y/o participación?... ¿cuánta gente amasa para que otros coman?... ¿cuántas almas vibran en consonancia a distancias increíbles y son eco del mismo desfiladero?... ¿cuántas gentes invocan a Dios para salvar a sus prójimos, orando por ellos sin decir nada nadie?... muchas, las suficientes como para justificar la gracia que se les concedió para transitar un destino, cultivar un don y revelar un talento... no hay vida genuina sin humanismo... no hay comunidad sin humanización... no hay cultura sin vínculos... no hay espíritus consonantes sin hilos de plata. Febrero 09, 2012.-

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