martes, 18 de diciembre de 2012

¿VIAJE A HENONIA? ▲ Los nietos nostálgicos de Julio Verne | Cultura | EL PAÍS

Los nietos nostálgicos de Julio Verne | Cultura | EL PAÍS

ESPECIAL INFANTIL Y JUVENIL/ LIBROS

Los nietos nostálgicos de Julio Verne

El subgénero de ciencia ficción 'steampunk' se abre paso en España

Surgió en los ochenta en Estados Unidos


Una de las creaciones de la diseñadora especializada en moda 'steampunk' Alassie.


"Desarrolla la idea de futuro que se tenía en la época victoriana. Asumiendo que sería la máquina de vapor la que impulsaría la tecnología, ya que no contempla la existencia ni de la electrónica ni de la informática”. Así define el steampunk (punk de vapor) Félix J. Palma, autor de la Trilogía victoriana, una de las primeras sagas en castellano catalogadas bajo esta etiqueta. Un subgénero de la ciencia ficción surgido a finales de los ochenta en Estados Unidos y que hoy se abre paso en España impulsado por títulos como Leviathan, de Scott Westerfeld, y transformado en movimiento cultural. Porque aunque su origen sea netamente literario y hunda sus raíces en la obra de Julio Verne, H. G. Wells o Mary Shelley, debe casi todo su peso como tendencia a un creciente corpúsculo de seguidores que traslada esta filosofía retrofuturista hasta su armario y la tecnología que maneja. Defensores de una suerte de estética híbrida entre la corte eduardiana y El gabinete del doctor Caligari de la que surgen ordenadores con teclas de máquina de escribir o corsés mecánicos.

De hecho, los makers (fabricantes), que confieren el aspecto propio de un artilugio de la segunda revolución industrial a los gadgets del siglo XXI son los verdaderos adalides de un fenómeno poliédrito en el que la producción editorial es solo una de sus caras.

El steampunk surge en la misma época década de los ochenta
Reverso cándido del ciberpunk, “el género steampunk surge en la misma época década de los ochenta y busca también ser una respuesta crítica a la sociedad hipertecnológica y posmodernista, protestar ante esa sensación de que cada vez estamos más dominados por la tecnología y no al revés. Pero mientras el ciberpunk muestra un futuro apocalíptico y sin esperanza, el steampunk vuelve a una época positivista comprendida entre 1850 y 1910 donde la ciencia todavía no tenía connotaciones negativas y todo era posible”, explica Elisabeth Roselló, creadora de uno de los primeros blogs especializados (Steampunk y otros retrofuturismos) y comisaria de la exposición Steampunk que acoge actualmente el Museo de las Ideas y los Inventos de Barcelona (MIBA).



Ilustración de Keith Thomson.para la trilogía 'Leviathan'.

La corriente retrofuturista fue abrazada primero por recreacionistas históricos, góticos que, como reza un chascarrillo steampunk,habían descubierto el marrón, y cosplay (personas a las que les gusta disfrazarse de personajes de ficción) para después dar el salto a un público más amplio.

¿La prueba? Ya en 2009, la exhibición de artilugios steampunk organizada por el Museo de la Historia de la Ciencia de Oxford congregó a 80.000 visitantes, convirtiéndose en la más rentable de su historia hasta la fecha.

Junto a Reino Unido y Japón, Estados Unidos es uno de los países donde más tiempo lleva asentado el fenómeno. Allí, Leviathan, la trilogía cuya primera entrega acaba de publicar Edebé en España, entró directamente a la lista de los libros más vendidos. Quizá porque ejemplifica a la perfección la mezcla de aventura, historia y fantasía que seduce a los fanáticos del género. Su autor, Scott Westerfeld, responsable también de la saga Traición y uno de los escritores juveniles más vendidos de la última década según The New York Times, no olvida tampoco otra de las máximas del steampunk la ucrónica. Es decir, la especulación sobre cómo sería el devenir histórico si un acontecimiento trascendente hubiese sido diferente de como en realidad fue. En este caso, la II Guerra Mundial. Mientras los alemanes combaten con monstruosas máquinas de vapor, el bando aliado, capitaneado por los darwinistas británicos, contraataca con animales rediseñados como armas y cuyo representante más peligroso es una ballena dirigible. Todos meticulosamente ilustrados por Keith Thomson.

La mezcla de aventura, historia y fantasía seduce a los fanáticos del género
Persuadida por el éxito que había conseguido fuera de nuestras fronteras y el interés que percibió dentro, Elena Valencia, editora de Edebé, decidió lanzarlo en España, donde las dos primeras entregas de la Trilogía victoriana, la serie  steampunk de Félix J. Palma, han vendido ya unos 100.00 ejemplares.El mapa del tiempo,que inaugura la saga, narra la historia de una agencia de viajes que ofrece al hombre victoriano la posibilidad de conocer el año 2000 y le ha valido el Premio Ateneo de Sevilla. Ha sido publicada en 24 países, despachado más de 150.000 ejemplares en Alemania y 30.000 en Japón y le ha hecho muy consciente del tirón que este subgénero tiene también España. Tanto que acaba de compilar 12 historias sobre autómatas y zeppelines firmadas por autores como Fernando Marías, José Carlos Somoza y Andrés Neuman en Steampunk: Antología retrofuturista (Fábulas de Albión).

Que esta corriente gana adeptos y funciona en España lo demuestra también iniciativas como la Primera Semana Retrofuturista que se celebrará en el Convento de Sant Agustí de Barcelona entre el 11 y el 16 de febrero. Pero aunque es ahora cuando empieza a ser conocido entre un público más amplio, el steampunk tiene más de tres décadas de historia.

El autor estadounidense de ciencia ficción K. W. Jeter acuñó el termino en 1987 para tratar de englobar Las Puertas de Anubis,de Tim Powers; Homúnculo, de James Blaylock, y sus trabajos Morlock night e Infernal devices. Obras todas ellas ambientadas en el siglo XIX e inspiradas en La máquina del tiempo de H. G. Wells. Aunque, según Roselló, no sería hasta en 1991, con la publicación de La máquina diferencial, de William Gibson y Bruce Sterling, cuando la crítica reconoció al steampunk con la categoría de subgénero dentro del vasto universo de ciencia ficción. El cómic La liga de los hombres extraordinarios, de Alan Moore, se convirtió en 1999 en uno de sus títulos de referencia y abrió la puerta de esta corriente al gran público. Con la ayuda —como no podría ser de otra forma en una sociedad audiovisual y sin vapor— de éxitos cinematográficos como Wild, wild, west (1999), Van Helsing (2004) o Abraham Lincoln, cazavampiros (2012). Sin olvidar títulos menos taquilleros como Steamboy (2004), de Katsuhiro O-tomo, o Adèle y el misterio de la momia (2010), de Luc Besson.

En estas tres décadas de historia ha dado incluso tiempo a que surjan subgéneros dentro del subgénero. El weird west, que toma como referencia el western, o el steamgoth, más siniestro, son dos de los más populares a la vez que bizarros.


Ilustración de Keith Thomson.para la trilogía 'Leviathan'.

“El mestizaje entra la alta y la baja tecnología resulta siempre muy atractivo. Sucede con La guerra de las galaxias, ambientada en un futuro hiperdesarrollado, pero donde terminan luchando con espadas, aunque sean láser. Además, ver cómo funciona una máquina de vapor tiene mucho encanto y si a eso le sumas la estética de la época victoriana, atractiva al mismo tiempo que alejada de tu realidad, resulta exótico e irresistible”, apunta Jordi Ojeda, profesor de la Universidad de Barcelona especializado en divulgación científica a través de la ficción literaria.

En estas tres décadas de historia ha dado incluso tiempo a que surjan subgéneros dentro del subgénero
Así el steampunk ha llegado a todo tipo de productos de masas: desde la edición estadounidense de la revista Vogue al vídeo Turn me on del DJ David Gueta, saturando por el camino el taller de costura de Alassie. Especializada en vestuario para teatro y cine, no da abasto desde hace un par de años con tanto encargo retrofuturista. Las quedadas de aficionados que visten esta estética son cada vez más frecuentes en España, según asegura, y fomentan la creación de foros analógicos y digitales que, a su vez, retroalimenta la producción literaria del género. “Frente a la producción textil a gran escala, los steampunkers reivindican lo hecho a mano, además de la filosofía do it yourself (hazlo tú mismo). Recorrer los mercadillos y los anticuarios en busca de cosas, como mecanismos de latón, que la sociedad de hoy día no valora, pero que para ti son un tesoro, resulta muy adictivo. Mantenemos esa mentalidad antigua de aprovechar y reciclar lo máximo posible, de no desechar nada”, apunta la diseñadora.

Una filosofía, que, más de un siglo después, está más vigente que nunca y sirve de concepto aglutinante tanto para los autores como para los miembros de la comunidad steampunk a través de su crítica a la obsolescencia programada (la planificación por parte del fabricante del fin de la vida útil de un producto). “Supone una perversión de la ciencia y un atentado a los logros del ingenio humano para ceder a intereses capitalistas, que además han dañado la estructura social. En el siglo XIX nadie diseñaría una máquina buscando que se estropease a los cuatro años para obligar al consumidor a comprar una nueva”, sentencia Roselló.

Trilogía victoriana. El mapa del tiempo. Félix J. Palma. Algaida. 628 páginas. 22,45 euros. El mapa del cielo. Félix J. Palma. Plaza & Janés. 744 páginas. 21,90 euros. Leviathan. Scott Westerfeld. Traducción de Raquel Solà. Ilustración de Keith Thomson. Edebé. 472 páginas. 16,50 euros. Traición. Scott Westerfeld. Traducción de Nieves Nueno. Montena. 440 páginas. 15,95 euros. Steampunk: antología retrofuturista. Varios autores. Fábulas de Albión. 320 páginas. 21,15 euros. La máquina del tiempo.H. G. Wells. Traducción de Nellie Manso. Alianza Editorial. 114 páginas. 7,69 euros. La máquina diferencial. William Gibson y Bruce Sterling. Traducción de Carlos Lacasa. La Factoría de Ideas. 352 páginas. 15,00 euros. La liga de los hombres extraordinarios. Alan Moore. Ilustración de Kevin O’Neill. Planeta De Agostini. 416 páginas. 30 euros.


el dispensador dice: Henonia, es un término que no pertenece al ámbito humano, tampoco tiene traducción a lengua alguna, porque define una región única y diferente de un espacio sideral que no está en parte alguna del espectro visible...  reside en otra dimensión y es ángulo de ángulos, esfera de esferas, idea de ideas... sin embargo, encuentra nombre vegetal en Madagascar, y sólo allí. Henonia es importante porque esta misma semana el universo, al que el humano llama "visible" girará hasta colocarse a su inversa... desde luego, nadie se dará cuenta, ya que el hombre anda ocupado en sus propias urgencias, esas que no hacen ninguna diferencia y que no aportan nada a ninguna consciencia, negando cualquier evidencia que deje en claro las conveniencias que han hecho nido en las ciencias, sin filosofía y peor aún, sin éticas. Henonia era la llave de las cuentas largas... no estaba en este sistema solar, no pertenecía a esta galaxia, y ni siquiera estaba en este lado del universo... sin embargo, de él o ella dependían muchos equilibrios terrestres, por ende también de las existencias habidas y por haber en ella. Henonia está tan lejos de la Tierra y de sus concepciones, que bien podría ser contigua a ella, sin ser vista, sin ser percibida, pudiendo incluso coexistir de manera superpuesta. Claro, el término "henonia" no dice nada... sin embargo te aseguro que su sola pronunciación abre portales a los infinitos intangibles, ni qué hablar si el término se porta entre las esencias del alma, ya que las ventanas hacen de vasos comunicantes entre planos que el ser humano desconoce, por estar atrapado entre sus soberbias y sus otros desprecios, esos mismos que le hacen negar cualquier evidencia que se refleje en sus ojos. Los engranajes de aquellas extraviadas cuentas largas, achacadas una y otra vez a los Mayas, se habían pensado en Henonia... más aún, cada cosa existente en la Tierra, alguna vez, ha estado incluída en ella... ya que las gracias de todos los elementos, los sentidos y las sensaciones, las esencias y los corazones, los destinos y sus razones, debieron ser inscriptas allí... ya que de no haberlo hecho, jamás hubieran guardado entidad en los tiempos respirables. Sin embargo, en Henonia no se respiran aires... tampoco hay agua porque nadie tiene sed... tampoco hay fuegos porque no existen las desidias... y ni siquiera hay suelos, porque los campos de siembra lo constituyen los espíritus entrelazados que se nutren a sí mismos, pensando por prójimos desconocidos, solidarisándose con equilibrios jamás vistos, algo que no podría caber en el intelecto de hombre alguno, donde la mezquindad es arte y parte de los días. Algunos humanos, causalidades mediante, tuvieron la oportunidad de conocer Henonia... un mundo que no tiene arriba ni abajo, donde no hay costados, donde la idea te conduce a cualquier lado. Y los que han tenido dicha suerte, humanos claro, no han regresado, por lo cual no han podido relatar experiencia alguna... sí en los sueños de sus elegidos, pero estos (elegidos) al no entender el mensaje de los sueños, los han negado primero y olvidado inmediatamente, a efectos de sortear los ecos del ridículo que tanta sombra proyectan sobre la raza humana. Puesto en escenario, te sugiero estar atento, no desesperar ni contener el aliento, simplemente dejarte llevar en la inversión de lo eterno, ya que vendrá una corriente que se verá como sentimiento, luego la marea ascenderá convirtiendo a lo profundo en abismo. Lo que sucederá de ahora en más, superará la ficción de cualquier cuento y me han enviado a decirte, que no temas por tu tiempo, se te regresará cuando con tus alas sepas el valor de estos nuevos vientos. ¿Viajarás a Henonia?... serás parte de ella si escuchas sus conciertos. No siempre lo que suena, son campanas en el desierto. Diciembre 18, 2012.- 

Henonia, donde tu nombre no se pronuncia, tampoco te nombra,
donde sin alas ni siquiera eres sombra,
donde no hay huellas ni alfombras,
donde no respiras y te asombras,
donde el conocer es una hoja,
donde el saber es alforja,
donde todo lo que existe,
sabe la importancia que guarda cada línea,
cuando ésta se dobla...

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