martes, 13 de octubre de 2015

¿SABES BIEN HACiA DÓNDE VAS? ► ¿A quién se dirige la poesía?

¿A quién se dirige la poesía?

POESÍA - 
¿A quién se dirige la poesía?*
Giorgio Agamben







Benjamin escribió alguna vez que la vida del Príncipe Myshkin exige permanecer inolvidable, aun cuando todos la olviden. De la misma forma, el poema exige ser leído, aun cuando nadie lo lea. Esto mismo puede expresarse diciendo que en la medida en que la poesía demanda ser leída, debe permanecer ilegible.


¿A quién se dirige la poesía? Solo es posible responder esta pregunta si se entiende que el destinatario del poema no es una persona real sino una exigencia.
Una exigencia nunca coincide con las categorías modales con las que estamos familiarizados. El objeto de la exigencia no es ni necesario ni contingente, no es posible o imposible. 
Se puede decir, en cambio, que una cosa ‘exige’ (exacts) o demanda otra, cuando sucede que, si la primera cosa es, la otra también tiene que ser, sin que necesariamente la primera esté implicando lógicamente a la segunda o forzándola a existir en el ámbito de los hechos. Una exigencia es simplemente algo más allá de toda necesidad y toda posibilidad. Es similar a una promesa que solo puede ser cumplida por aquel que la recibe.
Benjamin escribió alguna vez que la vida del Príncipe Myshkin exige permanecer inolvidable, aun cuando todos la olviden. De la misma forma, el poema exige ser leído, aun cuando nadie lo lea.
Esto mismo puede expresarse diciendo que en la medida en que la poesía demanda ser leída, debe permanecer ilegible. Estrictamente hablando, no hay un lector de poesía.
Es esto quizás lo que Cesar Vallejo tenía en mente cuando, al definir la intención última y la dedicatoria de casi toda su poesía, no encontró otras palabras más que decir por el analfabeto a quien escribo. Es importante detenernos en la formulación aparentemente contradictoria “por el analfabeto a quien escribo”. Aquí “por” significa menos “para” que en “lugar de”; tal como Primo Levi dijo que él daba testimonio por –esto es, “en el lugar de”– aquellos llamados Muselmanner que, en la jerga de Auschwitz, nunca pudieron dar testimonio.
El verdadero destinatario de la poesía es aquel que no está habilitado para leerla. Pero esto también significa que el libro, que es destinado a quien nunca lo leerá –el iletrado– ha sido escrito por una mano que, en cierto sentido, no sabe leer y que es, por lo tanto, una mano iletrada. La poesía es aquello que regresa la escritura hacia el lugar de ilegibilidad de donde proviene, a donde ella sigue dirigiéndose.



  
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el dispensador dice:

me subí a una estrofa,

y fui viento...

poema y sentimiento,

paz de haberme descubierto,

justo a tiempo,

de saberme alma,

prescindente de cuerpo...

y encontré el paraíso,

justo cuando el sentido se desprendió del tiempo,

y fue luz de pura cepa,

pizca de genio,

arte del pensamiento,

y dejé atrás las monedas,

y me entregué a la gracia de lo eterno,

quebré los muros,

enterré las banderas,

regalando mis fronteras,

a cualquiera que exhibiese cinismo y desaliento...


cuando me desprendí del pasado,

encontré la punta del ovillo,

que me andaba buscando...


desde entonces soy tejido,

de todo lo que he escrito,

mucho más de lo que aún no he siquiera pensado.

OCTUBRE 13, 2015.-




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