sábado, 27 de noviembre de 2010

ESENCIA de una Medalla Milagrosa


el dispensador dice: las manifestaciones místicas abren portales entre el cielo y la tierra, entre el espíritu y el cuerpo, entre el más allá intangible y el más acá cada vez más denso, entre la fe y la soberbia, entre el verbo y la palabra, entre la nota y el sonido, finalmente entre la dimensión de las almas y la dimensión de las limitaciones extremas. ¿Por qué las manifestaciones eligen a uno y no a otro?, seguramente ello se relaciona con los contenidos genuinos de la fe, la auténtica, esa que emana por los poros y que puede percibirse a miles de kilómetros de distancia o bien desde otra dimensión donde no hay lugar para los cuerpos, no hay espacio para la degradación, mucho menos para el engaño o el desprecio, un lugar donde todo es tal cual está, auténtico, donde el sueño no es la vida tal la conocemos, sino más allá, una idea sustentada en puentes y equilibrios. Para que nosotros podamos transcurrir nuestros tiempos respirables, otros muchos deben trabajar mucho para sostener este virtualismo que transitamos, creyéndonos dueños de verdades y propietarios de espacios, sin darnos cuenta que llegamos indefensos y sin nada y nos iremos de igual manera, acarreando apenas lo vivido, los afectos recolectados, nada más que eso... de allí la importancia de los mensajes de las manifestaciones celestiales, siempre impregnadas con la ignorancia humana que la envuelve en un hecho propio de divinidades cuando en realidad es muchísimo más que eso. La gracia manifiesta no encuentra parangón, sea visible o meramente "sentible", percibible como una presencia superior que abre su puerta para que el espíritu convidado acceda al umbral de la eternidad por un instante, para recoger una pizca de verbo que deberá ser transformada en legado para otros, cuyas limitaciones condicionan las expresiones de su fe, su comprensión o su razonamiento. El acto humano siempre está sumergido en miserias consecuentes con las limitaciones que heredamos o asumimos como propias, las más de las veces dichas miserias se revelan a través de mezquindades, de olvidos, de desprecios, de omisiones, de disimulos, de no querer ver lo que está justo frente a nuestros ojos... de allí que sean pocos los que atienden a la voz de sus respectivas consciencias, esas que se desgañitan llamando sin ser consideradas porque alguien soberbio estimó que se trataba de una locura que merecía el aislamiento de la víctima propiciatoria. No obstante ello, los últimos años del Siglo XX y el inicio de éste (XXI) acompañando el nuevo milenio han puesto en evidencia que existe un puente bien tangible entre el allá y el acá y que por diversos mecanismos, el allá anuncia los devenires y sus consecuencias, comprendiendo siempre a los muchos, a las gentes, a las personas y sus limitaciones, sus afanes, sus destinos. Por ello, más allá de las ideas de cada quién, de los cultos que nos guían o nos incluyen por nacimiento, debemos ser concientes que hemos ingresado en una etapa donde el verbo está señalando la necesidad de un cambio profundo, un cambio de rumbo, elevar la calidad humana y expresarla por sobre la condición humana, expresar el espíritu y desmerecer el cuerpo, priorizar el alma por sobre el deseo, focalizar la comunidad y el consejo de la tribu antes que la sumatoria de individualismos que restan y dividen... las manifestaciones son muchas, los oídos son pocos, pero la oportunidad vibra hasta el último segundo, justo ante que el verbo se transforme en destello de poder, gloria y eternidad para ejercer toda su sabiduría, todo su amor, toda su justicia inapelable. Noviembre 27, 2010. Dedicado a: La Medalla Milagrosa, no a la medalla en sí, sino a su mentora, a su aura, a su manto y a sus manos que contienen la Tierra toda.

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Parroquia Virgen de la Medalla Milagrosa

Primera aparición.
El ángel custodio, despertó y guió a sor Catalina hacia la capilla, donde se encontró con la Virgen María, quien la nombró su embajadora para Gloria de Dios. La Virgen le habló de los males del mundo, de la renovación de las Hijas de la Caridad y de la Eucaristía, como fuente de todas las gracias. “Venid al pie del altar. Aquí se os darán todas las gracias si lo pedís con confianza”.

Segunda aparición.
Fue en la capilla de las hijas de la Caridad a las 17:30hs mientras hacía meditación, juntamente con sus hermanas de la comunidad. La misma sor Catalina cuenta esta aparición: “En medio de un gran silencio, me pareció oír como el roce de un vestido de seda. Miré hacia el altar y vi a la Santísima Virgen, estaba parada y apoyaba sus pies sobre una esfera y aplastar la cabeza de una serpiente”. María triunfa sobre las fuerzas del mal. Aparecía vestida de blanco aurora y resplandeciente. Un velo blanco descendía desde la cabeza a los pies. El rostro aparecía descubierto y era de tal belleza que me sería imposible describirlo. En sus manos sostenía una esfera, coronada con una pequeña cruz. Catalina oyó: “este globo representa al mundo entero y a cada persona en particular”. En los dedos de la mano vi unos anillos revestidos de piedras preciosas, que despedían destellos de luz. Sus ojos estaban dirigidos a lo alto, en actitud de oración. El globo de las manos se desvaneció, y éstas se inclinaron hacia la tierra, en actitud maternal. Ella bajó sus ojos y quedó mirándome. Oí su voz que me decía: “os rayos de luz, simbolizan las gracias que derramo sobre las personas que me las piden con confianza”. La Virgen me hizo comprender con cuánta generosidad derrama sus gracias sobre los que oran; qué alegría siente concediéndoselas. Los rayos sin luz representan las almas que no rezan a la Virgen. Se formó un cuadro ovalado y rodeando a la santísima Virgen, vi escritas estas palabras con letras de oro: “¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QYE RECURRIMOS A VOS!”. Un momento después, el cuadro dio media vuelta y vi la letra “M” y encima, apoyada en la letra M, la Cruz. Al pie de la letra M el corazón de Jesús coronado de espinas y el corazón de María, traspasado por una espada; y todo el contorno rodeado de doce estrellas. Son figura de los doce apóstoles y representan a la Iglesia, luz para el mundo. Pensaba en mi interior, si había que escribir también algo. Se me respondió: “bastante dicen la letra M y los dos corazones”. Oí una voz que me decía: “Haz acuñar una medalla según este modelo. Cuantas personas la lleven con confianza recibirán grandes gracias”.

Tercera aparición.
En diciembre de 1830, durante la oración en la capilla a las 17:30 de la tarde, Catalina escuchó el suave roce de un vestido de seda. La santísima Virgen se presentó en el altar. Ella le dijo: “Ya no me veras más”. Fue la última aparición.

Catalina confió todo al Padre Aladel que era su confesor y guía espiritual. Y pasó el resto de su vida, 46 años más, al servicio humilde y silencioso de los pobres: ancianos del hospicio, miserables de barrios, heridos de las revoluciones y las guerras.
La Virgen María quiso entregar a sus hijos el escudo de la fe en la Medalla de la Inmaculada, que el pueblo ha bautizado con el nombre de “Medalla Milagrosa”, por los muchos milagros y conversiones que ha realizado.
“Propagad la Medalla”. Es la consigna de Santa Catalina mientras vivió.
En junio de 1832 empieza la distribución de las primeras medallas en París, autorizado por el Arzobispo de París Monseñor De Quelen.
Antes de terminar el siglo XIX se habían distribuido más de mil millones de medallas. La medalla de la Virgen se ha extendido en todos los continentes.
Esta es la única Medalla en el mundo, diseñada por la santísima Virgen María.

La Medalla Milagrosa llamada el “Evangelio de María”, contiene los dogmas de fe.
Inmaculada Concepción: “Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a vos.”
Virginidad perpetua: por el velo blanco que vestía María desde la cabeza a los pies, recuerda el velo con que cubrían su cabeza, las mujeres vírgenes de la primera Iglesia.
Maternidad divina: la Cruz signo de Cristo y de su obra redentora, nace y se apoya en la letra M, primera letra del nombre de María, Madre, Mujer.
Asunción gloriosa: María sobre la esfera, aparece llena de belleza resplandeciente y Reina del Universo.

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