LA HORA DEL ALBA
Carlos de Hita
A lo largo de todas las entregas de este blog sonoro, esto es lo más cerca que hemos estado de una transmisión en directo. Describe una breve secuencia de amanecer, la del viernes, 16 de marzo, desde las seis y media hasta las siete y cuarto, el margen que el día se toma para despertar.
Fue grabado junto a un cortijo en los Montes de Toledo, paradójicamente en Ciudad Real, en un soto, una arboleda dispersa de eucaliptos centenarios y grandes pinos piñoneros; algunos de ellos secos, como tendremos ocasión de escuchar más tarde. El montaje de sonido se hizo inmediatamente después, también en el campo, y se envió al periódico para su publicación. No sé si por suerte o por desgracia, la inmediatez de los medios de comunicación no ha llegado aún al sonido de la naturaleza.
En los entreluces del amanecer, como cada día en cualquier arboleda, la secuencia la abre el discreto chisporroteo de un petirrojo, su reclamo. Interrumpido por la llamada nada discreta, casi un mandato, de un ruiseñor bastardo, pájaro de ribera que vive en unas cañas, junto al charco que sirve para regar la arboleda.
Casi no se ve pero ya a lo lejos se empiezan a oír algunas voces melódicas: mirlos primero, zorzales charlos después.
A medida que sube la luz la actividad se intensifica. Las aves parecen impacientes y todo empieza a pasar a la vez. Se pierde el orden, pero empieza el concierto. El canto de un pinzón vulgar, todo un torrente de voz, cae como una cascada desde la copa de un pino. Aquí y allá el soto se llena de voces como de madera; si en la naturaleza hay algo parecido a un oboe, eso es la voz de la tórtola turca.
Amanecer en los Montes de Toledo. | Carlos de Hita.
A la vez, un pico picapinos tiene hambre y busca su desayuno entre las grietas de un tronco seco. Pero pronto pasa a delimitar su territorio. Los picapinos hablan poco, tocan la percusión, y este ha descubierto las virtudes acústicas de la madera seca. El sol despunta al fin. Y con él lo hacen todos los pájaros del soto que permanecían en silencio: los verdecillos, con su canto como una sacudida, los chillones gorriones chillones y los rítmicos herrerillos comunes. Lejos, una abubilla lanza su triple nota aflautada.
Y fugazmente, pero como señal definitiva de que la primavera ya está aquí, canta un cuco.
Casa de Anchurones, 16 de marzo de 2012
el dispensador dice:
no los ves, tampoco los escuchas, pero mientras tus sueños se van escurriendo hacia el despertar de tu mañana necesario, los ángeles de la guarda de cada quién, así como sus consciencias, se unen en un cántico coral que da lugar al amanecer... el momento en el cual el SOL de cada día ilumina la gracia de tu vida, concediéndole el tiempo justo y necesario hasta el próximo descanso, el siguiente sueño... no los ves, tampoco los escuchas, pero mientras intentas despegarte de las imágenes que te fueron enviadas para que atendieras los contenidos del mensaje umbilical, ése que llega desde el más allá a través del túnel que te une con él, descendiendo hacia tu alma en forma de "sueño", las dimensiones contiguas viven sus trascendencias de luz, conllevando fenómenos físicos desconocidos por el hombre que transita sus tiempos respirables... no los ves, tampoco los escuchas, pero los planos celestes que contienen a las praderas del Señor y el de los abismos del Sehrom, convocan a sus "alados" intangibles a los sentimos humanos para que hagan culto al "momento" en el cual los espíritus se entregan a su vigilia... no los ves, tampoco los escuchas, pero cuando ello sucede, el momento preciso de la aurora terrestre se ve acompañado por un concierto de existencias que cantan la oda al amanecer... instantes irrepetibles... instantes preciosos que no pueden ser traducidos a palabras porque contienen la esencia majestuosa del "todo vibrante". Fragancias a fresas frescas se desprenden del suelo e invaden el aire y las almas se embelesan con semejante perfume que llevarán consigo como añoranza hasta el fin de sus días. Vibran los espíritus ante el nuevo día que les ha sido concedido... ¿estarán en armonía con ellos mismos y con sus prójimos?... ¿harán honor a la gracia que reciben, una vez más?... ¿darán de sí aquello para lo cual han nacido?... ¿o será el último instante de su SOL?... tal vez, los destinos se escriben en un libro de la vida que está allá, en el plano celestial donde se ubican las praderas del Señor, sólo allí... asimismo, las gracias son brotes del árbol de la vida que se ubica justo en el centro del paraíso, contiguo a la fuente de las fuentes que provee de agua a todo lo que existe... asumiendo que, aquel que comprenda estas palabras, jamás padecerá sed. No los ves, tampoco los escuchas, pero están ahí sin que tu repares en ellos... demasiado preocupado por vivir... demasiado atareado por sobrevivir... empujado a colocar cargas en tu ya pesada mochila... buscas tus símbolos, aquellos que al modo de amuletos parecen protegerte para el curso de tu huella y su sombra... intentas quebrar la inercia de la noche para sumergirte en el "nuevo" día... cuando sales a la calle ya hay ruido que asegura la presencia humana, tú ángel está por delante tuyo, flotando... mientras que tu consciencia lo hace por detrás, etérea como siempre. Tú te crees solo... pero nunca lo estás... porque la Tierra es una gracia que sirve de escuela... si no aprendes las lecciones, regresarás una y otra vez hasta que entiendas que tu espíritu es único, tanto que le pertenece a Dios, sólo a él. Ahora sabes que la hora del alba, no es otra cosa que la hora del alma, la tuya... Marzo 18, 2012.-
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