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El abismo en plena calle
El alemán Edgar Mueller realiza pinturas tridimensionales que crean trampantojos urbanos a gran escala
Lo ilusorio forma parte de la realidad tanto como la realidad misma. Tanto que quizá la realidad, como decía Calderón de la Barca, sea ella misma mera ilusión. Como una mezcla entre broma y trampa, entre decoración e intervención, las obras de Edgar Mueller estimulan los límites de la percepción a base de ilusiones ópticas desplegadas en plena calle. Tal vez un día usted mismo se encuentre al borde de un precipicio mientras pasea tranquilamente por su ciudad. Mueller siempre tiene sus pinturas listas. Y sus trucos.
Para realizar sus enormes trampantojos, este artista alemán diseña, antes que nada, un boceto que se adapte a la localización. “Y elijo el punto de vista único desde el que la ilusión funcionará”. En ese enclave, coloca una lente que le sirve de guía para materializar la pintura. “Las primeras formas son siempre las más difíciles”, explica, “y una vez que los contornos están listos, los relleno con pinturas para poner los colores y los detalles”.
Al estar situadas en la calle, sus obras en 3D son siempre efímeras. “Aunque utilizo pintura para las paredes, el sol o la lluvia la afecta y hace que desaparezca en semanas o meses”. Por eso, ahora mismo no existe ninguna con la que tropezarse. Pero si a alguien le interesa, puede contratarle. “Me gusta sobre todo ir a festivales”, dice.
“Comencé con esto cuando era pequeño: dibujo desde que tengo la capacidad de sujetar un pincel”, recuerda. En Geldern, la ciudad donde estudió, tiene lugar un importante festival de arte callejero. De camino a la escuela, veía las obras hechas con tiza sobre la acera, “y acabé de enamorarme de la pintura callejera cuando entré en el festival por primera vez a los 16 años”. Aunque estudió diseño, cuenta que sus profesores se centraban más “en la presentación de una idea más que en la parte creativa”. Pero aquello no iba con él: “Así que dejé de estudiar para dedicarme a la pintura callejera, que es mucho más auténtica”.
Para realizar sus enormes trampantojos, este artista alemán diseña, antes que nada, un boceto que se adapte a la localización. “Y elijo el punto de vista único desde el que la ilusión funcionará”. En ese enclave, coloca una lente que le sirve de guía para materializar la pintura. “Las primeras formas son siempre las más difíciles”, explica, “y una vez que los contornos están listos, los relleno con pinturas para poner los colores y los detalles”.
Al estar situadas en la calle, sus obras en 3D son siempre efímeras. “Aunque utilizo pintura para las paredes, el sol o la lluvia la afecta y hace que desaparezca en semanas o meses”. Por eso, ahora mismo no existe ninguna con la que tropezarse. Pero si a alguien le interesa, puede contratarle. “Me gusta sobre todo ir a festivales”, dice.
“Comencé con esto cuando era pequeño: dibujo desde que tengo la capacidad de sujetar un pincel”, recuerda. En Geldern, la ciudad donde estudió, tiene lugar un importante festival de arte callejero. De camino a la escuela, veía las obras hechas con tiza sobre la acera, “y acabé de enamorarme de la pintura callejera cuando entré en el festival por primera vez a los 16 años”. Aunque estudió diseño, cuenta que sus profesores se centraban más “en la presentación de una idea más que en la parte creativa”. Pero aquello no iba con él: “Así que dejé de estudiar para dedicarme a la pintura callejera, que es mucho más auténtica”.
el dispensador dice:
cuando el abismo te alcanza,
sea en la vida,
o sea en tu propia casa,
pareciera que el suelo se descalza,
y el sueño te envuelve,
haciéndote percibir que caes de espaldas,
hasta que al alcanzar el cuerpo,
te recuestas y descansas...
extrañas sensaciones,
de no saber qué pasa,
cuando crees estar en la terraza,
en verdad te descubres,
apreciando cómo la vida se raja,
cómo los afectos se desgajan,
mientras el cielo sucede,
y la vida se desgracia,
transcurriendo abismos sin gracia...
sientes seguro tu suelo,
porque ése es legado de abuelos,
y sales a construir tu vida,
prescindiendo del sentido del día,
sabiendo que ha amanecido,
y que la obligación te persigue,
que no hay que atender al que ríe,
sino al que la pena lo avanza,
y sucede que todo pasa,
y con las manos vacías,
luego entiendes que no hay nada,
que valga la pena sacrificarse,
corriendo tras justificaciones innecesarias...
¿qué sucedería entonces?,
si al salir de tu casa,
comprobaras que ya no hay suelo,
y que flotas en el cielo,
cómo si tu cuerpo no pesara?...
¿qué sucedería entonces?,
si al salir de tu casa,
comprobaras que las raíces,
del árbol que te ha traído,
ahora invaden tu alma,
buscando que reconozcas,
que corriendo tras la vida,
sólo has perdido la calma?...
realmente ocurre,
que los ríos que vas cruzando,
son cursos de antiguos legados,
donde los suelos han cambiado,
según los sentimientos de las gentes,
aquello que fue corriente,
más tarde se vio modificado,
adaptándose a nuevos aires,
que otros vienen respirando,
y aquello que hubo pasado,
sólo es la historia que se ha burlado,
de aquel que ha sido negado,
no es bueno abrir la puerta,
para caer en un abismo inventado...
más vale seguir el trazo,
que te lleva paso a paso,
a enfrentarte liberado,
de todo aquello que te has rodeado,
cambiando urgencias por fracasos.
AGOSTO 27, 2012.-
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