sábado, 8 de junio de 2013

MAREAS ► El sonido de la naturaleza | elmundo.es

El sonido de la naturaleza | elmundo.es

LOS SONIDOS DEL MAR



Carlos de Hita


... y la marea contaba a todos los rompeolas el ventarrón que venía de más allá de Ushant.
Rudyard Kipling, Ellos.

Sentados en un rompeolas la marea nos trae todas las voces del mar. Las grandes olas, nacidas por el  empuje del viento a cientos, quizá miles de kilómetros de distancia, llegan a  los rompientes y se hacen más altas, como reuniendo las últimas fuerzas antes de batir la playa.

En el puerto, a cubierto, el espigón calma las aguas, pero no al viento marino, que sacude las arboladuras de los barcos. El puerto es entonces un gigantesco instrumento de viento y cuerda.

Pero los sonidos que nos llegan del mar son incontables. Por encima del agua, las aves marinas gritan y se lamentan; a veces solitarias, a menudo en colonias tan ruidosas que sólo el mar puede callarlas. La tempestad rompe contra las rocas; las salpicaduras de agua salada rocían la costa.  Oculta tras la niebla, la sirena de bruma de un faro lanza su aviso para navegantes. En las oquedades el mar regolfa, se arrastra en una restinga, respira por un bufadero.

La marea nos trae otras voces de mares lejanos. Hasta aquí llega el estampido de una ballena franca al  desplomarse  contra la superficie. Se escuchan también los chillidos de las focas monjes de la costa africana, las bramidos de las focas elefante de la otra orilla del Atlántico.

Y si prestamos atención por debajo del agua, bajo el rompeolas, con la presión bloqueando nuestros oídos, percibiremos las llamadas neumáticas de las mismas ballenas francas que respiraban y chapoteaban en superficie; los pulsos de ecolocación que sirven a los delfines mulares para navegar literalmente de oídas; los sonidos que emiten algunos peces  -¿es correcto decir voces?- al hacer vibrar las membranas que envuelven su vejiga natatoria; el crepitar de las langostas al frotar  una estructura en forma de peine de una de las patas delanteras contra una placa rugosa situada en la cabeza: igual que hace un grillo al frotar sus ala, o un violinista al arrastrar el arco contra las cuerdas.



Foto
Una ballena franca salta sobre el agua en la Península Valdés (Argentina). | Carlos de Hita.

De nuevo al aire libre, la marea se retira al fin y en la bajamar, con la costa convertida en un inmenso barrizal, los silbidos melancólicos de las aves limícolas nos traen nuevos mensajes.

En este montaje, cuya publicación coincide con el Día Internacional de los Océanos, hemos oído fragmentos del Atlántico recogidos en sus dos orillas. De los puertos gallegos de  la Costa da Morte, donde aún braman las sirenas de niebla, a las ensenadas de la Península Valdés, en la Patagonia. De las cuevas hacia mar abierto en la costa sahariana hasta los puertos de Bretaña.  De la superficie batida por los temporales del Atlántico norte a las profundidades insondables del Atlántico sur, donde nadan las ballenas.
http://www.carlosdehita.es

Carlos de Hita @CarlosdeHita

el dispensador dice:
el encuentro fue indescriptible,
sucedió allá por los lejanos comienzos de los noventa,
cerca de Puerto Madryn,
en la muy patagónica Península Valdés,
verla pasar por debajo de nuestro barco,
verla adelantarse,
verla retozar en aguas cristalinas hasta el fondo,
verla enseñándonos el valor de la creación,
el poder de las existencias,
la intangibilidad de la naturaleza que nos contiene...
estaba allí al alcance de la mano,
pero no se podía tocarla,
había varias... 
las suficientes para admirar sus envergaduras,
sus tamaño, sus dulzuras,
madres, crías, ternuras,
el viento estaba helado,
los ojos no alcanzaban,
el alma se exaltaba,
aura vibrante en consonancia...
sé que hablamos,
y lo he considerado una gracia mayor,
algo irrepetible...
suelo conversar en encuentros imposibles,
suelo amar lo que se me concede,
suelo tomar la oportunidad en el respeto que ella merece...

toda la creación guarda espíritu,
toda la creación guarda alma,
toda la creación se comunica,
alcanza con exponer las sensibilidades olvidadas,
alcanza con exponer los sentidos negados,
alcanza con desprenderse del tiempo y sus pasados...
alcanza con sintonizar lo obvio y superar lo burlado,
las ballenas estaban allí,
simplemente retozando,
enseñándonos que procedemos del mismo origen,
aquello que comenzó en el túnel,
cuando aquel verbo fue pronunciado,
despejando el caos... 
ofreciendo la Tierra como hogar, 
aún cuando esté desquiciado...

otras veces me ha ocurrido,
otras tantas me ha pasado,
cuando se escala el respeto,
no se teme lo salvaje,
sentidos que se van sintonizando,
armonías sonando...
he hablado con delfines,
y hasta a la orcas me he acercado,
para admirar lo que son,
seres con distinto estuche,
pero bajo un mismo legado,
ya que nada diferencia,
a los hijos que se han creado...

mareas que han subido,
mareas que han bajado,
mares cuyas distancias,
se navegan si tu mismo,
te has navegado.
admiro las lejanías,
que supe haber caminado,
hoy soy hombre de orillas,
un lobo de mar apagado.
amo lo recibido,
amo lo que me han dado,
me siento un elegido,
mi consciencia me ha abrazado,
y apenas si tengo manos,
para agradecer lo concedido,
ser un iluminado... 
silencios me han ido ganando,
ahora que me estoy yendo,
sé por qué nos vamos... flotando.
JUNIO 08, 2013.-
 
 
 

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