LAURISILVAS DE EL HIERRO
Carlos de Hita
En El Hierro una buena parte de estos bosques están colgados del abismo. Literalmente. En la costa norte, un formidable corrimiento de tierras provocó un desplome del que apareció un inmenso anfiteatro, una pared curva de 700 metros de altura y unos 14 kilómetros de largo. Una ladera vertical de roca desmenuzada, sostenida por unos finos diques, planos de roca basáltica que emergieron por la presión del magma-véase la fotografía- y que actúan de armazón para sujetar las laderas.
Tras el desprendimiento llegaron las nubes cargadas de la humedad del mar. El agua pulverizada, aliada con la paciencia del tiempo, enriqueció el terreno hasta cubrirlo de árboles. Y en este espacio escarpado, en estos bosques de bruma agarrados a unas tierras volcánicas a punto de desmoronarse, los pájaros de la laurisilva canaria encuentran la mejor acústica para la propagación de sus melodías.
Mirador de Jinama, en el norte de El Hierro. | Carlos de Hita
Mirador de Jinama, costa norte de El Hierro, mayo de 2013.
el dispensador dice:
el espacio sideral suena,
se mece como el océano,
oscila, vibra,
torna sus tonos según toma o libra...
las aguas se mueven,
se unen cuando llueve,
se energizan cuando el tronar las enloquece,
cada onda hace que las aguas suenen,
trayendo sonidos ancestrales,
de otros tiempos y otras gentes...
se está preparando el regreso,
de otros valores,
otras mentes,
emergiendo vapores calientes,
trayendo a la luz miradas con otras lentes,
vivencias de suelos potentes,
oricalcos renuentes,
recuperación de las fuentes...
cuando la naturaleza suena,
cuando el cielo angulado truena,
llegará un alba "buena",
justa para las almas que aguardan,
ser luz de verbenas,
ser sentimientos como velas.
JUNIO 15, 2013.-
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