Es posible que la figura del crítico literario independiente vaya a desaparecer para siempre. La reseña literaria ha perdido el prestigio que tuvo antaño y, en su lugar, ejerce su autoridad el prescriptor cultural que, sin tantas pretensiones estéticas, ocupa un lugar prominente en el estruendo silente de las redes sociales.
Manu de Ordoñana
Donostia-San Sebastián
España
La crítica literaria
Categoría (Cultura y democracia, El oficio de escribir, General) por Manu de Ordoñana el 17-07-2014
Tags : brevedad-concision, crítico-literario-independiente, enseñar-literatura, novelas-sugestivas, reglas-critica-literaria, reseña-literaria, reseñas-negativas-de-libros, sólida-formación-intelectual
Es posible que la figura del crítico literario independiente vaya a desaparecer para siempre. Las páginas culturales de los periódicos y las revistas especializadas se acercan cada vez más a una guía de novedades o un boletín de noticias, en las que privan los intereses de la industria editorial. Salvo excepciones cabales, las reseñas literarias se ocupan de los mismos títulos, lo que induce a sospechar que detrás hay algún interés de no sé qué naturaleza. Rara vez aparece una mención a un escritor desconocido que apunta talento. Para eso hace falta tiempo y ser un poco rebelde.
Verdad es que la prensa escrita, su medio de comunicación por excelencia, atraviesa un mal momento. Sufre una crisis profunda que viene de lejos… desde que los periodistas consintieron en convertirse en “empleados” de los grupos mediáticos, sometidos a la presión de los poderes políticos que cubrían sus enormes déficits financieros a base de ayudas y subvenciones. Algunos de ellos se prostituyeron por unos salarios de escándalo, nunca vistos hasta el momento, perdiendo así su capacidad para informar libremente y defender la democracia. Y no parece que la cosa tenga vuelta atrás. En todo caso, algo podría mejorar si se consolida la apuesta de los grupos multinacionales por el control de los medios de comunicación. No es la mejor solución, pero me fío más de ellos que de los otros.
También es verdad que el número de autores que hoy acceden a publicar un libro es muy superior al de hace cuarenta años —en ese sentido, habríamos de entonar un tedeum—, siquiera sea por satisfacer su ego. Si a eso se añade la pluralidad de espacios en la web, se entiende que el crítico se haya transformado en simple comentarista que recoge la opinión de lo que tiene más a mano: notas de prensa, la sinopsis en la contraportada o el contenido del primer artículo que encuentra sobre la obra en Internet. Me pregunto si no habrá incluso alguno que haya escrito una reseña sin haber leído la obra…
Una reseña literaria es la presentación razonada de la opinión que el crítico extrae de un libro, lo que dice en cada momento y cómo lo dice, con citas a las escenas más importantes y la intención del autor en cada una de ellas. Su objetivo es valorarlo para que el público decida si vale la pena leerlo o no, para lo cual suele incorporar al final una reflexión sobre la totalidad de la obra y su influencia en el medio social en que se desarrolla.
Según el poeta norteamericano Robert Pinsky (New Jersey, 1940), las reglas a que debe someterse toda crítica literaria son sólo tres:
1.- La reseña debe decir cuál es el tema del libro.
2.- La reseña debe decir lo que el autor piensa sobre el tema del libro.
3.- La reseña debe decir lo que el crítico piensa sobre lo que el autor del libro dice sobre el tema del libro.
2.- La reseña debe decir lo que el autor piensa sobre el tema del libro.
3.- La reseña debe decir lo que el crítico piensa sobre lo que el autor del libro dice sobre el tema del libro.
En tiempos pasados, ejercieron su profesión verdaderos maestros del género. Hoy ya quedan menos. Y es que hacer una reseña literaria como la que hizo Miguel Méndez Hernández sobre La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, no está al alcance de cualquiera. Es un trabajo complejo que exige una sólida formación intelectual, asociada a una erudición particular sobre la obra que analiza y el entorno que la rodea. Sólo así es posible descubrir la esencia de un escritor y las señas personales que lo caracterizan. Y luego escribirla con prosa concisa y elegante, para salir airoso del trance. Porque si no… como el burlador burlado. ¡Qué divertido es ponerle los cuernos al tenorio!
Conocida es la definición de E. R. Curtius (Alsacia, 1886 – Roma, 1956): “Crítica es la literatura de la literatura”. Lo dijo Rafael Altamira (Alicante, 1866 – México, 1951) en 1907: “Lo que más importa en la crítica no es el juicio de la obra, sino lo que acerca de ella se le ocurre a un hombre de talento, de ingenio, que hace arte con motivo de una obra ajena”. Y más tarde José Antonio Maravall (Játiva, 1911 – Madrid, 1986) en 1933: “Al nuevo crítico no le interesa ni escribir anuncios, ni emitir fallos… Juzga para ser juzgado, se coloca frente a los demás, quiere hacer gravitar toda la atención hacia él y lo criticado no es sino un pretexto”.
Siempre he admirado a esos articulistas de periódico que se atreven a juzgar acontecimientos de la vida diaria —incluso algo tan pedestre como un partido de fútbol— a los que sus lectores tienen acceso y pueden formar opinión propia. Su criterio ha de ser firme y persuasivo, para ser bien recibido, sin provocar rechazo, aun discrepando. Un oficio complicado que requiere poseer atributos de genio.
Un genio que además ha de ser ecuánime, estar libre de prejuicios y redimido de esa malevolencia que a menudo acompaña a los seres doctos cuando juzgan a un colega. Es pedir demasiado. Una generosidad tal no es propia del ser humano, y menos si el censor posee vocación literaria, muchas veces, insatisfecha, como le ocurre con frecuencia al crítico. Por eso, decía al principio que su papel se ha devaluado, aunque todavía quedan algunos que realizan su trabajo con pericia y libertad.
Libertad tanto para ensalzar una obra como para malograrla. De hecho, según el diccionario de María Moliner, criticar es expresar un juicio desfavorable, decir faltas o defectos de una persona, de una actuación o de una obra. Comentaba Rodríguez Rivero que a los escritores les encantan las reseñas positivas de sus libros, pero nunca con la intensidad con la que detestan y les enfadan las negativas. Las primeras halagan, pero se olvidan pronto; las segundas producen heridas que tardan en cicatrizar.
¿Qué habrá pensado García Márquez tras leer la crítica que hizo Coetzee —también Premio Nobel en el año 2003— de su última novela “Memoria de mis putas tristes”, publicada en 2004? Merece la pena leerlo por lo mucho que enseña de literatura. No es un varapalo, sólo un reproche de guante blanco: “En comparación con el resto de los textos de García Márquez, Memoria de mis putas tristes no es un gran logro”.
Quizá uno sea víctima de ciertas aprensiones, pero me resisto a leer esas esquelas de libros que aparecen en los suplementos dominicales, insertadas en recuadros igualitos, con la imagen de la portada y los datos relevantes en cabecera y, debajo, un texto explicativo, generalmente banal y siempre laudatorio, siguiendo un modelo prefabricado, parecido al esquema que aprendimos en el colegio para comentar las obras clásicas de la literatura.
Hasta hace poco, recomendar libros era tarea que correspondía al librero y al crítico literario. Hoy ya no tanto. El lector ha perdido la confianza en los medios tradicionales y prefiere esa opinión anónima que le proporciona Internet. Surge así la autoridad del prescriptor cultural que, sin tantas pretensiones estéticas, sugiere títulos alternativos a los best sellers que todo el mundo conoce, en portales digitales de diferente pelaje: blogs especializados, revistas literarias, foros de comunicación y redes sociales.
Pero el nuevo “gurú” se ha transformado, ha cambiado la forma de comunicar, se ha adaptado a las condiciones que impone Internet. Un texto breve y conciso para exponer el núcleo fundamental de la obra, quizá una simple palabra abstracta —que compendia el mensaje que el autor pretende transmitir—, acompañada de unos cuantos adjetivos bien escogidos, puede ser suficiente para despertar la curiosidad del lector moderno. En el estruendo silente de las redes sociales, la paternal figura del crítico literario caerá en el olvido, sin ninguna misericordia. Total, ¿para qué? Si ya no se escriben novelas…
Decía Baroja que, en la primera mitad del siglo XX, no se ha publicado una novela sugestiva. Y luego añadía: “Yo creo que ya no se harán nunca novelas sugestivas, porque no hay ambiente. Está todo demasiado claro. No hay misterio y yo creo que debe haber misterio en el hombre o en el ambiente”. Y acertó, al menos en el ámbito europeo. No así en el latinoamericano, donde apareció más tarde una hornada de escritores que supieron transmitir la magia y el misterio de una sociedad que no ha olvidado sus orígenes. Si el lector quiere profundizar, Carlos Fuentes (Panamá, 1928 – México, 2012) escribió en 2011 una lección magistral que tituló La gran novela latinoamericana (Santillana, 2011).
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el dispensador dice: así como hay generaciones que se van superponiendo sin solución de continuidad, así como hay genes que se van mezclando siguiendo un orden que el hombre no puede comprender porque se ubica más allá de sus capacidades intelectuales... así como las memorias se perfeccionan para luego extraviar lo conocido reemplazándolo por vacíos de conocimientos otrora "sabidos" pero circunstancialmente desaparecidos... así como las capacidades humanas se vierten, se invierten y se revierten... así como los destinos se escriben y se transitan mediante caminos que se traducen como gracias y/o desgracias... así como las almas van y vienen alimentando a sus memorias del karma... así como los espíritus se traducen en cuerpos para luego evaporarse hacia estados intangibles de la materia... lo propio sucede con todo aquello vinculado con el mundo de las ideas, ése lugar donde las ideas manteniendo formas esféricas, por aproximación o perfección, laten a la espera de hallar el medio (mente/alma/espíritu) propicio para auto-sembrarse y expresarse, traduciéndose en arte, letras, pinturas, esculturas, palabras, comedias, tragedias, o simplemente "latencias" de paciencias o impaciencias... y ahora, desde hace unos pocos años, a ello se le ha agregado la electrónica... la electrónica de las computadoras personales... la electrónica de las telefonías celulares... la electrónica de los buscadores, del cortar y pegar para evitar pensar... la electrónica que evita la necesidad de razonar... la electrónica que "da todo por servido", para que nadie se tenga que molestar en "participar"... y la electrónica establece una química energética que ha envuelto el planeta pero que el hombre desconoce... más aún cuando se empecina en negar las cada vez mayores evidencias acerca de las alteraciones de los ritmos circadianos, de los otros bacterianos, de los otros virales, de los otros polares, atómicos, estelares, nucleares, biológicos... que van generando una madeja que van tejiendo un universo que dará como consecuencia un concierto que desconcertará a más de un desprevenido en el corto y mediano plazos...
el planeta humano se ha revuelto en una química que el hombre usa pero que, al mismo tiempo, desconoce... le sirve para seguir participando... pero a cambio de tanta tecnología, otras cosas van sucediendo y se van agregando como factores de una ecuación que en algún momento... tomarán al propio hombre por sorpresa, condicionándole la vida, su memoria, sus días, y desde luego... los futuros propios y sus herencias potenciales...
tal te dije en alguna oportunidad... la realidad está superando a la ficción, a alguna de ellas, a todas las ficciones... porque esta realidad motorizada desde el hecho humano, ahora tiene vida propia y se está tejiendo a sí misma, independientemente del pensamiento humano y sus hechos culturales... ello se traducirá en cambios matemáticos que no ocupan ninguna mente humana, y que atropellarán al concierto de los tiempos respirables en no mucho tiempo, quizás dentro de un rato, tal vez mañana, posiblemente en un año o dos, no mucho más... no obstante las evidencias, nadie puede detenerse a la reflexionarlas y a tomar consciencia de ellas, por ende todo avanza en la dirección que esta nueva realidad está tejiendo para sí misma y su supervivencia...
de hecho... están muriendo los libros de papel para dar lugar a otros totalmente electrónicos...
de hecho... se están extinguiendo miles de especies animales y vegetales, cuyos vestigios se reducen a imágenes que aparecen en internet y sólo allí... hace una semana escasamente se ha extinguido una de las familias de las especies de paquidermos... y el mundo ni se ha dado por enterado, más aún ha seguido rodando, hipotecando los futuros de muchos humanos, empobreciendo a otros, pretendiendo fabricar deudas de monedas donde las hay ni las debería haber, robando esfuerzos y otras voluntades a anónimos indefensos ante tanta barbarie del pensamiento desquiciado...
de hecho... la memoria humana está entrando en un cono de sombra peligroso... ya que una pequeña alteración polar en los hidrógenos solares, dará como consecuencia que no se pueda cargar ni recargar una sola batería celular, o bien que las computadoras mueran de un segundo para el siguiente, apagando sus contenidos para siempre ya que la inversión polar no tendrá regreso... jamás... y cuando esto suceda, pocos serán los que recuerden cómo sumar o cómo restar, cómo dividir o cómo multiplicar... imponiendo el problema apocalíptico de la inutilidad de la tecla, ya que se impondrá una nueva civilización afectada por la "interrupción"... donde el "interruptor" (henciclo) estará fuera de la Tierra, imponiéndole una realidad irreversible... algo que el hombre, soberbio, no tiene tiempo para pensar, ni siquiera para medir las consecuencias globales e individuales de un hecho que sí tendrá lugar en breve, afectando a la raza humana y a todo lo que existe en planeta Tierra (sin dejar de considerar otras afecciones planetarias más cercanas o más lejanas)...
en medio de todo esto, los caminos literarios están cambiando... los escritores protegidos por las corporaciones editoriales están en una especie de limbo ideal, riéndose del mundo de los mortales que circula por allá abajo... las corporaciones les han prometido inmortalidad de apellido, seudónimo y/o precio de tapa, y eso salva cualquier alma... al menos por ahora...
mientras tanto, un universo inconmensurable de escritores excluidos de cualquier consideración, está tejiendo un nuevo modelo de pensamiento humano... estableciendo puentes mentales y espirituales de personas y entre personas que nunca antes habían estado conectadas... y ello también modifica las físicas y las químicas reinantes en el planeta humano... por ende afecta sus letras, sus relatos, sus poesías, sus novelas, tragedias y comedias...
curiosamente, mientras las corporaciones editoriales defienden y enaltecen los morbos violentos, el nuevo orden electrónico está proponiendo una red de escritores que levantan la poesía como mecanismo de pensamiento, elevando los ángulos de la espiritualidad humana como necesarios a la nueva geometría cultural que se está diseñando a sí misma...
a mis años, me complace asistir a cómo se están extinguiendo las falsas propiedades intelectuales y sus peores patentes, esto es el conocimiento "negociable" donde todo se compra y todo se vende...
a mis años, después de recorrer cincuenta años de distintos caminos literarios, me recocija asistir al regreso de la poesía como eje del pensamiento espiritual humano... estoy seguro, que ello salvará a las geometrías del pensamiento... salvando incluso... a los equilibrios funcionales a todo conocimiento... finalmente, de aquí sólo te llevas los afectos y sus efectos sobre el karma... nada más, ni nada menos. Y es suficiente. JULIO 17, 2014.-
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