jueves, 10 de julio de 2014

DESDE BARRIO LOS PERALES HASTA NUEVA CHICAGO ► [Henciclo] interruptor - Castración ritual - la columna de H enciclopedia

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DEL JUEGO AL RELATO

Castración ritual

Carlos Rehermann

Carlos Rehermann
Dramaturgo, novelista, periodista. Es miembro del Comité editorial de interruptorPublicó las novelasLos días de la luz deshilachada (1991), El robo del cero Wharton (1995), El canto del pato (2000) y Dodecamerón(2008), 180 (2010).
Escribió seis obras de teatro (Congreso de sexologíaMinotaurosA la guerra en taxiPrometeo y la jarra de PandoraBasuraEl examen) de las que dos fueron publicadas en formato libro. Todas fueron estrenadas. Entre 1993 y 2008, publicó alrededor de 600 artículos de cultura en diversos medios de prensa. En la actualidad publica regularmente artículos en El País Cultural. Dirige el Centro de Escritura, unidad docente dedicada a la enseñanza de la escritura en niveles introductorios, profesionales y terciarios.
Coordinó la Cátedra de Guión en la Escuela de Cine del Uruguay. Desde fines de 2008 es Coordinador del área Dramaturgia del Centro Nacional de Creación e Investigación del Ministerio de Cultura en Dramaturgia, Dirección y Coreografía (Laboratorio). Actualmente dirige y conduce el programa radial Tormenta de Cerebros. No ejerce su profesión de arquitecto.
Columnas en interruptor
Relato, pasión



Mi desconocimiento del fútbol no es nuevo: nació hace décadas en alguna de las cuatro canchas de fútbol del colegio Maturana, donde aprendieron a jugar Morena y Francescoli (con este último probablemente me medí en la infancia más tierna, seguro con desventaja, y quizá esa fue una causa temprana de mi desinterés por ese noble juego). No sé nada de fútbol y no me importa no saber. En el fondo creo que acerca del fútbol no se puede saber más que jugar. Todo lo demás es una sarta de idioteces aburridísimas, indefectiblemente proferidas por individuos que enronquecen la voz.
Me llena de desánimo que alguien se refiera a Maradona, a Messi o a Pelé como genios. Es parecido a decretar genial el zarpazo de la leona que rompe el cuello de la cebra. A la leona no puede salirle mal el zarpazo, puesto que ese acto es esencial a su ser, del mismo modo que Maradona o Messi no pueden perder una pelota cuando atraviesan un campo minado de piernas rivales. Mirar un partido de fútbol donde hay jugadores como esos se parece a mirar un documental sobre depredadores de la sabana.
Me sorprende que haya personas inteligentes que creen, con una fe más inconmovible que la de Santa Ágata, que hay algo universal en ese juego específico, haciendo oídos sordos y ojos ciegos a las realidades del béisbol cubano, el fútbol estadounidense y el cricket de la India. Los juegos son juegos y son agradables y hasta esenciales para el ser humano, pero son arbitrarios. Da perfectamente igual el fútbol, el cricket o el softball, especialmente a la hora de explotar a quienes se les disuelve el cerebro ante su contemplación. Los juegos dejan de ser juegos cuando hay más gente que mira jugar que gente que juega. Entonces aparece el relato.
Como se sabe, la esencia del relato (no el relato de un partido de fútbol, sino el relato en general, la relación de unos hechos, el cuento) es que hay uno que quiere algo (el protagonista, es decir, mi equipo, o los Nuestros) y hay otro que se lo impide (el antagonista, es decir, el otro equipo, o los Otros). El juego deja de ser juego y se convierte en relato cuando mi rol se limita al de espectador. En este punto suele aparecer una palabra clave: pasión. Cuando se despierta una emoción tan intensa que puede designarse con esa palabra, entonces debe haber algo terrible acechando al costado del sofá o detrás del televisor. Las fuerzas que ponen en movimiento esa pasión futbolera son las mismas que mueve Corín Tellado, pero no se crea que hago distinciones: también son las que pone en marcha Homero.
Pasión, personajes
En primer lugar, para que haya pasión los 22 personajes que intervienen deben ser millonarios, o estar en el proceso agónico de convertirse en millonarios. Ser rico es la única posibilidad de ser alguien, especialmente en un grupo tan numeroso de personajes. Rico o famoso, lo cual es lo mismo (por cierto, si usted es famoso y no es rico, usted es un imbécil, porque alguien debe de estar quedándose con la plusvalía que genera). El proceso de ascenso a la riqueza es equivalente al de convertirse en un gran jugador de fútbol. No se trata de un asunto banal: es la esencia misma del negocio. Ser millonario permite reafirmar el rol tradicional del varón, y no es casual sino esencial que se dé noticia de dónde y cómo viven las esposas y los hijos de los futbolistas. Un adepto al fútbol no puede no saber cómo actúa, en términos de jefe de familia, una estrella.
El universo macho del fútbol es por momentos patético. Desde las eyaculaciones simbólicas de los jugadores antes de entrar en la cancha (escupidas de inexplicable origen al entrar a la cancha o cuando fracasan en una jugada de gol; ¿o son todos fumadores, sufren de bronquitis crónica o sinusitis?), hasta el registro de voz forzado a la baja de los comentaristas (en general hablan una octava más abajo de lo que dictan sus naturalezas anatómicas) o las conmovedoras voces  que parecen mezcladoras de cemento, como las de Solé o Kesman, en este último caso con una profusión de flemas que convierten sus relatos en un contrapunto entre las cuerdas vocales y las oscuras cavidades de sus tormentosas vías aéreas. Esta obsesión por un mundo varonil se agota en la mera certificación de su virilidad. El fútbol es un juego homofílico que aborrece de todo lo femenino. Como al mismo tiempo es un espacio homofóbico, da toda la impresión de ser un espacio de exaltación de los peores terrores del varón que se siente amedrentado por las mujeres.
Además de esta obsesión por la virilidad, las competencias internacionales logran despertar otro horrible aspecto de las personas: el odio a otros pueblos. El rechazo al diferente es natural, tal como lo atestiguan numerosas investigaciones antropológicas, y las competencias internacionales lo refuerzan.  Todo este asunto de reafirmar roles tradicionales, mantener latentes los terrores de los machos humanos, y reforzar diferencias pasionales no puede sino favorecer las ventas de cosas tan extraordinariamente inservibles como banderines, pelotas, uniformes y juegos de computadora, además de espacios en los medios masivos.



Personajes, machos


Como aclaré desde la primera línea que no sé nada de fútbol, todo cuanto diga puede ser archivado sin necesidad de introspecciones dolorosas. Lo cierto es que justamente cuando Luis Suárez mordió a un italiano yo estaba en la ciudad de Nueva York, que es la ciudad más adecuada para prestarle atención al fútbol masculino de Estados Unidos. Mexicanos, puertorriqueños, hondureños, ecuatorianos, argentinos y uruguayos mantienen vivo el juego que para el resto del país es una especie de delirio de las niñas de los suburbios.
El New York Post, diario no carente de oportunismo, tituló en grandes caracteres en su contraportada: "EATALY!", con fotos de Luis Suárez y del italiano del menú. Buen titular: el astro muerde y su equipo se come a Italia. El titulador seguramente es puertorriqueño. A un yanqui no se le ocurre que "comer" pueda tener alguna relación con ganar un juego. En ese entonces nadie sospechaba que la sanción iba a ser tan terrible.
En esos días calurosos del norte yo desayunaba diariamente en una café atendido por mexicanos. Mi camarero me recibía con un bagel tostado, un café y las noticias sobre Suárez. Yo no sé nada de fútbol, pero hay cosas fáciles: ante un mexicano de Nueva York ser uruguayo es equivalente a tener un posgrado en fútbol. Cualquier dislate que yo dijera iba a influir en sus loterías deportivas, de manera que por las dudas seguí los consejos de Dale Carnegie: el mejor conversador es el que no dice nada y se limita a escuchar. Pues bien, mi camarero me informaba puntualmente de los asuntos concernientes a Suárez, que a mí me disgustaban (no sé nada de fútbol pero no soy un imbécil), mientras yo alentaba sus esperanzas mexicanas. 
Pero lo cierto es que la mordida no tiene ningún efecto en el juego, tal como quedó demostrado en el episodio de Suárez. En cambio, las fracturas, los esguinces, los desgarros, todas las horribles lesiones que se originan tanto en la carga del propio cuerpo del jugador como en los encuentros accidentales o deliberados con otros, sí tienen una importancia radical. Pero morder produce pánico; es un miedo viril. La leyenda de lavagina dentata, difundida en varias comunidades, pone de relieve el temor a tener relaciones sexuales con mujeres desconocidas, extranjeras, o, digamos, de otros equipos.
Parece claro que morder es intentar castrar, especialmente en ese ambiente hipervirilizado, lleno de escupidas rituales y voces en sensurround. En ese momento, el jugador italiano no estaba impidiendo nada ni estaba obstaculizando nada, salvo la afirmación de virilidad de los uruguayos. La mordedura fue el intento de des-virilizar al oponente, de castrarlo para eliminar la resistencia. Y tuvo éxito.
El gesto de Chiellini fue notablemente afeminado: despojarse de sus vestiduras y mostrar su herida. Italia, con la mordida, quedó castrada, y por eso perdió. Y por eso mismo, por castrar a un macho, por obligarlo a mostrarse feminizado, Suárez fue castigado.
O para facilitar la negociación entre el Barcelona y el Liverpool. Además de ser una actividad regida por el terror a las mujeres, el fútbol es un negocio

el dispensador dice: decirte que me gusta el fútbol no agrega nada... dado que parte de mi conflictiva infancia transcurrió entre Villa Lugano, Villa Celina y Mataderos, bien vale aclarar que tengo afinidades con el club Nueva Chicago, de la zona de Barrio Los Perales y Ciudad Oculta, una realidad propia de una ARGENTINA donde coexisten pobrezas, ignorancias, gentes laburantes, esforzados voluntariados, voluntades esforzadas, sacrificios de toda índole, gentes de vereda y mate vespertino... dado que nadie se puede escapar de su historia... decidí hace mucho tiempo no huir de ella, ¿para qué?... si total, una vez cursada, la misma se torna indeleble, perdurando aún cuando uno mismo desaparezca...

niñez y adolescencia allí... Villa Celina, Villa Lugano...

escuela primaria en Mataderos... 

otro país, otra Argentina, otra sociedad, otras gentes, otros conventillos, otras convivencias, demasiadas carencias... conflictos... impaciencias... 

escuela secundaria en Caballito... mucho viaje... lejos... 

magisterio y profesorado en el viejo Barrio de Once... Urquiza entre Moreno y Alsina... 

universidad en medio de procesos militares, persecusiones, intolerancias, depresiones, expulsiones, condenas y otras aberraciones...

me gusta el fútbol pero no puedo patear una pelota... no por edad... no por dolores... no por... no importa... no...

como sea, Nueva Chicago... como sea, Mataderos... como sea... un recuerdo de un tiempo que la Argentina perdió gracias a corrupciones, azules, colorados, políticos echados, militares extraviados, Perón idealizado... más tarde generales sin escrúpulos, soldados de casinos... mucha miseria humana, mucha mezquindad, mucha carencia social y de valores personales... de allí que me haya sentido tan bien en Alemania... ¿me habré equivocado al nacer?, probablemente... pero amo a la celeste y blanca y sus idealistas "idealizadores", Moreno, Belgrano, San Martín, Rosas... curiosamente en mi alma coexisten dos realidades contrapuestas, Argentina como tierra donde fui parido por una madre que se fue justo cuando nací... una madre que vino a adoptarme, ligada a la reciente (1947/48) Líbano... y más tarde, en el momento menos esperado... Alemania, de la que no me he podido despegar porque estando allí, me di cuenta que pertenecía por vaya a saber qué hado del karma escondido... y he quedado impregnado en Colonia (Köln)... para no decirte en Dormagen... para no decirte en Leverkusen... para no decirte en Trier... para no decirte en Wuppertal... para no decirte en Neuss... para no decirte en Boppard... qué se yo, me sobran comarcas... Lindau es una de ellas... Irseer sería otra... 

los idealistas somos medio tontos... idealizamos... creemos que las cosas son porque algo contribuye a que lo sean... creemos en las personas... creemos en las palabras... en las promesas y los compromisos... de allí que vivimos estrellándonos una y otra vez... tal vez ello se deba a que venimos del tiempo donde el valor de las palabras era bien otro, bien distinto... al estrecharse la mano no hacía falta contrato alguno... hoy no valen ni la palabra, ni las manos ni el contrato, por ende la amistad es un oportunismo y dura poco...

hay demasiada plata en el Fútbol, tanta que todo se compra y todo se vende... me dolió ver desaparecer del mundial a Uruguay, a Colombia, a Chile, a Costa Rica, a México... incluso ver vencido a un Brasil que no merecía semejante denigración pública... pero justo es reconocer que el mundial ha carecido de árbitros, sobra tecnología pero falta sentido común, sobra negocio, sobra corrupción, sobra desprecio de los unos hacia los otros... entonces justo es reconocer que la FIFA no se diferencia del FMI y sus recetas... juntamos las pobrezas, las hipotecamos y tenemos una humanidad condenada por siempre y para siempre, le damos circo romano del peor, y los aturdimos y entretenemos haciéndoles creer que esto de la gesta deportiva es un "logro"... mientras tanto padecen carencias, hambres, hipotecas, deudas, cosas que nunca contrayeron pero que se las merecen por "pobres"... sí, una contienda internacional de fútbol está mal diseñada, pero es útil a los lavarropas, si no que se lo digan a los brasileños condenados a padecer "faltas" mientras el estado ausente gasta fortunas en oportunismos y corruptelas baratas... sobrevivir en política implica venderle el alma al diablo... y vaya que se la han vendido!... la vergüenza no es el 7 x 1... dicho resultado es una consecuencia coherente con las otras incoherencias... Alemania no es tan superior como para vapulear a Brasil, pero a veces la depresión te envuelve y no te das cuenta... y otras veces las cosas no salen y nadie sabe por qué pasa... como sea... no es bueno regocijarse del caído... como sea... no es bueno que aquel que parece vencido sienta que lo está... ni una cosa ni la otra... muchachos, nadie gana, nadie pierde... es sólo un hecho deportivo que pasa pronto... me preocupa Neymar, me preocupan los condenados por las conveniencias que los árbitros no ven... léase, como buen idealista, me duelen las injusticias...

y el mundial del 2014 está llegando a su fin con un Brasil herido... con una Alemania agrandada como galleta en el agua... con una Holanda que está acostumbrada a andar siempre por estos andariveles de grandes... con una Argentina que viene carroñeada por los buitres de las deudas inventadas y los periodismos que semejan a panqueques de la opinión... jugadores voluntariosos que descollan afuera y a los que se acusa dentro de las fronteras, como siempre, tal lo recita la historia... a estas alturas me importa un bledo quien se lleve la copa... si lo hace Alemania, bien... si lo hace la celeste y blanca, mejor... porque aquí nos sobran las pobrezas así como allá les sobran las riquezas... llegar a la final, es llegar a la cima de cualquier cumbre, lo demás apenas si es una mera circunstancia de partes y momentos...

a todo esto, dicen que ALEMANIA perdió la guerra... pero como buen idealista que soy, te aseguro que no es así, Alemania ganó la guerra el día que cayeron el Muro de Berlín y la ex-Unión Soviética... 

a todo esto, dicen que los aliados ganaron la guerra... pero como buen idealista que soy, te aseguro que no es así, ya que todos los "aliados" están quebrados, partidos al medio, viviendo a costillas de las colonias a las que esquilman condenando a sus gentes a pobrezas eternas y a esclavitudes indignantes...

a todo esto, dicen que ARGENTINA está envuelta en corrupciones de políticos cínicos y siniestros... pero como buen idealista que soy, te aseguro que no es así, ya que más allá de las pobrezas y las ignorancias que nos caracterizan, hemos comenzado a recuperar la memoria perdida y asesinada entre 1955 y 2001, obviando el lapso del Raúl Alfonsín, un grande que veía las intencionalidades libanizadoras que más tarde se traducirían en dos atentados monumentales contra la humanidad (Embajada de Israel y AMIA)... sin quitarle valor a la destrucción de Río Tercero...

ya no puedo regresar al Barrio Los Perales... tampoco a la ex-Avenida del Trabajo y Larrazábal... sigo siendo de Nueva Chicago... y a decir verdad, siento que estos muchachos que visten la celeste y blanca, son grandes sin necesidad de trofeo alguno... porque la dignidad se lleva dentro... en el alma, en el espíritu... lo demás, no es más que lo demás... ah!, soy socialista... de los viejos... de aquellos que mira a los ojos y sabe cuando le están mintiendo... porque gracias a mi "gracia" puedo ver el aura y el alma de las personas, sin necesidad de atender a sus palabras. JULIO 10, 2014.-

cuando tu historia está escrita... nadie y ni nada la pueden cambiar... 

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