miércoles, 2 de julio de 2014

DENISOVA ▲ Otra especie humana «pasó» a los tibetanos la resistencia para vivir en las alturas - ABC.es

Otra especie humana «pasó» a los tibetanos la resistencia para vivir en las alturas - ABC.es



Otra especie humana «pasó» a los tibetanos la resistencia para vivir en las alturas

Día 02/07/2014 - 19.01h

Un gen propio de «superatletas» transmitido 

por el Hombre de Denisova les permite sobrevivir 

a más de 5.000 metros a pesar de los 

bajos niveles de oxígeno



Otra especie humana «pasó» a los tibetanos la resistencia para vivir en las alturas

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Entre todas las características físicas, hay una en concreto que distingue a los tibetanos del resto de los humanos del planeta. Se trata de su extraordinaria capacidad para vivir sin problemas en las montañas más altas, donde la mayoría de nosotros no podría. La razón de esta adaptación única reside en un gen, transmitido a sus ancestros cuando éstos se cruzaron con otra especie humana a cuya extinción, paradójicamente, los tibetanos también contribuyeron. Ese gen acaba de ser identificado por un grupo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley, que publican este miércoles su hallazgo enNature.
Una rara variante de un gen relacionado con la producción de hemoglobina (la molécula encargada de transportar oxígeno en el torrente sanguíneo) se propagó entre los tibetanos después de que éstos se trasladaran, hace ya varios miles de años, a las altas mesetas que ocupan actualmente. Y es precisamente esa variante genética la que les ha permitido, y permite, sobrevivir a pesar de los bajos niveles de oxígeno que hay a más de 5.000 metros de altura, donde a la mayoría de las personas se les espesaría la sangre, causando serios problemas cardiovasculares.
"Tenemos evidencias muy claras -afirma Rasmus Nielsen, autor principal del estudio- de que esa versión del gen procede directamente de los denisovanos", una misteriosa especie humana que se extinguió entre hace 40.000 y 50.000 años, poco antes que los neandertales, debido seguramente a la presión de los humanos modernos, nuestros antepasados directos. "Esto demuestra de forma muy clara y directa que los humanos evolucionaron y se fueron adaptando a nuevos ambientes a base de tomar genes de otras especies".
Se trata de la primera vez que se demuestra cómo un gen de otra especie humana ha ayudado, de manera inequívoca, a los humanos modernos a adaptarse a su entorno.

«Gen de los superatletas»

El gen, llamado EPAS1, se activa cuando los niveles de oxígeno en la sangre decrecen. Ante esa situación el gen desencadena una mayor producción de hemoglobina. Se le conoce taambién como el "gen de los superatletas" porque a bajas altitudes, algunas de sus variantes ayudan a los deportistas a disparar los niveles de hemoglobina y, por lo tanto su capacidad de transportar oxígeno en la sangre, aumentando su resistencia.
A altitudes mayores, sin embargo las variantes comunes del gen tienen la capacidad de aumentar la producción de hemoglobina y de sus portadores, los glóbulos rojos. Algo que conlleva un espesamiento de la sangre, hipertensión, ataques al corazón y nacimiento de bebés con bajo peso y aumento de la mortalidad infantil. La variante (o alelo), hallada en los tibetanos, sin embargo, solo aumenta ligeramente la hemoglobina y los glóbulos rojos a grandes alturas, evitando así los efectos secundarios observados en la mayor parte de las personas que por una u otra razón, se trasladan a vivir a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
"Hemos hallado -explica Nielsen- que parte del gen EPAS1 de los tibetanos es idéntico a un gen de los denisovanos y muy diferente al del resto de los humanos. Podemos llevar a cabo un análisis estadístico para mostrar que esa característica debe, por fuerza, proceder de los Denisovanos. No hay otra forma de explicar los datos".
Basándose en la secuenciación de genomas de numerosos chinos de laetnia Han (mayoritaria en China) y tibetanos, los investigadores ya reportaron en 2010 la prevalencia de una versión del gen EPAS1 entre los tibetanos que vivían a grandes alturas. Nielsen y sus colegas argumentaban que esa variación era el resultado de la selección natural, para adaptarse al duro ambiente de la meseta tibetana, donde los niveles de oxígeno son un 40% más bajos.
En otras palabras, las personas que no tenían la variante morían antes de poder reproducirse a un ritmo mucho mayor de los que sí disponían de ella. Cerca del 87 por ciento de los tibetanos actuales poseen la versión del gen que les proteje a grandes alturas, comparado con apenas el 9 por ciento de los chinos Han, que sin embargo tienen el mismo ancestro común que los tibetanos.
Nielsen y su equipo secuenciaron después el gen EPAS1 en un número adicional de 40 tibetanos y 40 chinos Han. Los datos revelaron que la variante de "gran altitud" del EPAS1 es tan inusual que sólo podía proceder de los denisovanos. Aparte de su baja frecuencia entre los chinos Han, esta variante no se da en ningun otro grupo humano conocido, ni siquiera entre los melanesios, cuyo genoma tiene hasta un 5% de herencia denisovana.

Mezcla entre especies

Para explicar estos datos, Nielsen dibuja un posible escenario. Los humanos modernos procedentes de Africa se mezclaron con poblaciones de Denisovanos en Eurasia en su camino hacia China, y sus descendientes retuvieron un pequeño porcentaje (puede que no más del 0,1%) del ADN Denisovano. El grupo que llegó a China se dividió, y una parte de esa población llegó hasta el Tibet mientras que la otra, conocida como los chinos Han, se quedaron en terrenos más bajos.
Nielsen y sus colegas analizaron también otros genomas para determinar cuándo se produjo ese cruce con los Denisovanos, que debió de tener lugar sólo durante un breve periodo de tiempo.
"Puede haber muchas otras especies que también nos dieron ADN -afirma Nielsen- pero no lo sabemos porque no disponemos de sus genomas. La única razón por la que podemos decir que esta pizca de ADN es denisovana fue ese afortunado accidente que nos permitió secuenciar el ADN de un pequeño hueso hallado en una cueva de Siberia. Hallamos la herencia de los Denisovanos en el ADN, pero cuántas otras especies habrá ahí fuera que no hayamos secuenciado aún?"


el dispensador dice:
¿puedes respirar a esta altura?...
¿puedes pensar a esta altura?...
¿has visto el mundo desde su techo?...
¿has sentido el frío helado invadiéndote en el pecho?...
pareciera que el pensamiento se torna lento,
sólo para aquel que está atado a lo denso,
que tiene atados los piés... y también los sentimientos...
¿me estás entendiendo?,
¿o el oxígeno no te llega al techo?...
hubo un mundo donde el humano debió subir lejos,
demasiada agua revuelta,
en un concierto inquieto,
demasiada inmensidad,
en poco terreno...
¿ADN?,
los genes son para el invierno,
es necesario subir antes que se muevan los suelos,
la pacha mama anda alterada,
de ver tanto resentimiento,
el occidente lleno de humanos,
hasta parece un desierto,
el oriente lleno de humanos,
se semeja a un desfiladero,
nadie va a ninguna parte,
todos caen desde el mismo agujero,
con cabello pero sin sombrero...
respirando... según lo establecido por el Verbo...
y la resistencia se va asumiendo,
a medida que las circunstancias lo van imponiendo,
nadie trae nada en sus manos,
sólo el destino desplegado a los vientos,
para luego irse sin nada en sus manos,
aún cuando haya creído que podía comprar otros sentimientos...
de allí la importacia de las alturas,
tanto como la importancia de los hielos,
si no sabes de fríos,
menos sabrás de hielos,
y creerás que todo da lo mismo,
lo mismo una lágrima que un pañuelo...
lo mismo una sonrisa que un señuelo...
y a los golpes vas aprendiendo,
que respirar es un contratiempo,
y quieres seguir de largo,
despertar en otro sueño,
pero la altura espanta,
a aquel que se apresura a vivir,
creyéndose su propio dueño...
arriba la soledad,
la arruga que hamaca el viento...
abajo la confusión,
muchas gentes atropellando sus tiempos...
pocos han de aprobar,
condenados a hilvanar sus propios regresos...
la historia que has de escuchar,
esa que te han de contar,
se vuelve inaudible... por el peso...
en la altura otras cosas sucedieron,
que no se han de contar...
hasta que la luz no se transforme en lucero.
JULIO 02, 2014.-

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