jueves, 11 de diciembre de 2014

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Hugo O'Donnell: «Nada distorsiona más el pasado que el nacionalismo» - ABC.es



Hugo O'Donnell: «Nada distorsiona más el pasado que el nacionalismo»

Día 09/12/2014 - 18.48h
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El historiador militar y académico 

abrirá este jueves un simposio sobre Blas de Lezo 

y su tiempo, pero algunas de sus opiniones sobre 

la recuperación de esta figura resultan polémicas





ÓSCAR DEL POZO


Hugo O'Donnell


El historiador y académico Hugo O’Donnell y Duque de Estrada abrirá el simposio sobre Blas de Lezo y la Armada Eepañola en tiempos de los Borbones que se celebrará el próximo jueves y viernes en el CEU. Después de la inauguración de la estatua del héroe de Cartagena de Indias, que rechazó la invasión inglesa en 1741, este encuentro viene a profundizar en el conocimiento de su figura y su época.
-Parece que recordar a Lezo ha herido a algunos nacionalistas ¿Cuál es su opinión de esta recuperación?
-Es necesario hacerlo de forma que trascienda del consumo interno y resulte aceptable al honrado de fuera. La mayor efectividad se consigue por la objetividad a la que se llega a través de la ciencia, la investigación y el análisis que resisten toda crítica razonable. El respeto propio y ajeno así lo exigen y, dentro de esos parámetros, recordar las gestas propias no debe molestar a nadie, pero tiene su contrapartida, no debe ofendernos que otros hagan lo propio.
-¿Nos faltan referentes para estar orgullosos de la historia de España sin herir sensibilidades o es que la estudiamos mal?
-Parece que los utilizamos con cuentagotas, unas veces con oportunidad y otras con oportunismo. No es el mejor uso de nuestra Historia, que es un todo que debemos aceptar y conocer, en lo bueno y lo menos bueno, para conocernos. Situarse en una posición o actitud ideológica determinada ante un hecho histórico es incompatible con la actividad científica. Para entender el pasado no hay nada más distorsionador que el nacionalismo.
-¿Hay un cambio de percepción? ¿Con qué debemos tener cuidado?
-Nada me inclina a pensarlo; antes al contrario: la Historia parece, de poco tiempo a esta parte, un bien de consumo más y tiende a venderse como tal. Muchos difunden a su manera, pero pocos educan, algunos deforman y falsean pretendiendo hacerla más atractiva de acuerdo con nuevos cánones. Pero ¿hay algo más imaginativo y ameno que la propia Historia? Hay un dato positivo: se detecta un hambre creciente de conocer al menos los hechos más relevantes de nuestro pasado, pero se corre el riego de que el vacío se llene con lo primero que pase por delante. La clave es un primer conocimiento que lleve al placer de obtener un conocimiento más completo.
-Apliquemos esta idea a Blas de Lezo. ¿Se ha recuperado bien su figura?
-Se ha dado en ocasiones una falsa imagen de valentón folletinesco de ese Lezo tan cortés como valiente, cuyo porte y facciones nos ha legado su retrato. Como entre nosotros no parece haber héroe sin villano, o al menos, antihéroe, los medios han llevado a nuestros días sus disputas con su superior, el virrey Eslava, en su beneficio, sin más, y se ha perdido la oportunidad de que un equipo de investigación analizase en profundidad ésta y otras cuestiones pendientes. No hay mejor legado de la conmemoración de un evento que un trabajo de esta índole, del que seguiremos careciendo. Y hemos ocultado los méritos de otros para resaltar los del protagonista. Y hay eslóganes tan poco afortunados como el de que la gesta fue la mayor derrota naval de Inglaterra o de que gracias a Lezo se sigue hablando en español en América.
-¿Por qué cree que Lezo es más venerado en Colombia que en España?
-Ignoraba esa circunstancia, pero no me extraña. Es un pueblo que se identifica con su pasado. ¿Qué hubiera sido de Cartagena sin las milicias neogranadinas que la defendieron? Otra ocasión perdida: una celebración conjunta.
-¿Qué le parece que en Cataluña se critique la recuperación de Blas de Lezo por su participación en el bombardeo de la Barcelona Austracista?
-No fue la de Joan Tardá la única intervención desafortunada con motivo de la proposición no de ley sobre la reivindicación y difusión de la figura y valores del marino español Blas de Lezo, hubo otras poco respetuosas con los hechos. Bien pudo haber bombardeado don Blas, incluso «asaltado» (J. Tardá dixit), Barcelona, porque la guerra era eso, pero no fue así: aunque llevó a cabo diversas misiones y operaciones relacionadas con el bloqueo marítimo en 1713, no consta entre ellas ningún «bombardeo» de Barcelona, base de la protesta contra la reciente erección de la estatua. Se lo puedo asegurar como feliz poseedor del circunstanciado parte de operaciones de Manuel López Pintado, mi octavo abuelo, su superior en la ocasión.
-En España ¿somos más dados a recordar derrotas heroicas como Trafalgar o la Gran Armada que a celebrar episodios victoriosos, que están más olvidados, como Lepanto?
-No estoy de acuerdo con esa aseveración. La prioridad y la profundidad del tratamiento la debe marcar la importancia y trascendencia de los hechos. Los tres eventos fueron muy recordados y tratados en su momento. Por lo que respecta a la «Armada Invencible», la aportación española a la conmemoración de su V Centenario en Londres, determinó en buena medida un giro radical en la historiografía inglesa posterior, que ha desmontado en su práctica totalidad los mitos nacionales basados en una «leyenda negra» particular. Ejemplar muestra de una colaboración desapasionada. Sin embargo, denostar al enemigo ha sido más habitual entre nosotros; el elogio del enemigo ha sido siempre práctica de los ingleses, hasta en la Guerra de las Malvinas.

el dispensador dice:
hay distintos tipos de nacionalismos, algunos enloquecidos, otros exacerbados, algunos desquiciados, otros obstinados, no obstante ello, en general los nacionalismos conducen a frustraciones y aislamientos, a derrotas y privaciones, incluyendo en ello la cuna de fundamentalismos que nunca se traducen en hechos culturales perdurables, antes bien, los hechos culturales son efímeros o se consumen a sí mismos... desde luego, la historia enseña que los nacionalismos se traducen en precio tanto para sus cultores como para sus detractores... traduciéndose siempre en involuciones que dejan huellas irreparables... a pesar de ello, la humanidad no aprende porque el poder no aprende, o bien, el poder no aprende y por consiguiente la humanidad tampoco...

a lo largo de la historia humana, abundan las bibliotecas quemadas... esto es los que llegan para borrar a los anteriores, procediendo a arrasar con las huellas y sus sombras... sin reparar en que siempre hay un margen en el que se salvan ideas, pensamientos e ideologías que terminan condenando a los "borradores" y recuperando a los "borrados", ya que cualquier ciclo que se interrumpa en la secuencia social de los hechos humanos, se recuperará por sí mismo como si fuese un ave fénix resucitando de sus cenizas... ocupando el espacio que le había sido concedido por la propia historia y los hombres involucrados para tener su lugar en ella...

indudablemente, las hogueras sólo demoran los procesos hasta que estos se reordenan per se... 

sucede que hoy, con una Tierra globalizada, las gentes se han dado cuenta que las fronteras sólo aparecen en los mapas, y que estos no han sido otra cosa que el reflejo de las miserias humanas de los poderes imperiales... al no haber fronteras, la Tierra es una sola e incluye a todos los seres humanos por igual, con los mismos derechos ciudadanos, con los mismos derechos humanos, y con los mismos derechos solidarios... léase, el vecino no puede existir sin su prójimo y viceversa... ya que la experiencia humana es esencialmente de conjunto, aún cuando el vínculo sea tan efímero como el hombre mismo...

esas mismas gentes, anónimos, mortales, se han dado cuenta que los afectos suelen doblarse al igual que los destinos, y que la vida no asegura nada, así como en la vida nada es seguro... al menos no más allá de cada quién y su propio yo... por consiguiente la armonía supera el valor del conflicto, abriendo una potencial cultura de comunión global... ya que no es necesario hablar el mismo idioma para lograr entenderse... ya que no es necesario pensar de la misma forma para comprenderse... ya que las experiencias individuales pueden dar lugar a la formación de una experiencia social superadora en la equidad... o lo que es lo mismo, mientras la rutina de los anónimos suma... el poder de los unicatos resta... y ello es demasiado evidente como para que sea pasado por alto...

las banderías del poder no socializan... más aún, suelen dejar trizas... y las gentes comunes que andan deambulando por sus calles, han caído en la cuenta que la política es un negocio en el que ellos no participan, un negocio por el que encima deben pagar para que se mantenga y el que a su vez, los somete para beneficio de pocos, entre los que nunca están ellos, los anónimos y desconocidos de siempre... 

el pasado va por detrás de cada ser humano... es historia que se vincula al destino que se enrrolla justo en el preciso instante en que te mueres y tu vida te pasa por delante de tu alma al modo de una serpentina, esfumándose...

pero el pasado, también va por detrás de la humanidad generando una historia que se vincula al destino de los conjuntos sociales y/o tribales y/o grupales, estableciendo líneas invisibles que permanecen vibrando aún cuando sus integrantes vayan cediendo espacios ante la renovación humana tal ha sido planteada desde la creación... 

más allá de las distorsiones propias de las interrupciones... la historia, la genuina, la única, es fuente de sí misma, y aún cuando no quede un solo humano en la Tierra, ella seguirá existiendo y latiendo en el espíritu... sin cuerpo. DICIEMBRE 11, 2014.-

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