domingo, 14 de diciembre de 2014

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  IMPOSIBILIDAD DEL SER

La fascinación

Carlos Rehermann



El escritor Domingo Bordoli solíahacer entrevistas a sus colegas uruguayos en su audición radial “Enfoques  culturales del SODRE”, que en los primeros años de la década de 1960 se difundía por una de las emisoras del Estado. En estas entrevistas las preguntas eran siempre las mismas. Una de ellas requería la opinión del escritor acerca de la recepción crítica de su obra. En la entrevista que Bordoli le realizó, Carlos Real de Azúa contestó, entre otras cosas, lo siguiente:
“En la “Antología” no se discutió más que el método y las inclusiones y las exclusiones. Ninguna nota, en cambio, analizó lo que verdaderamente me importaba de ella, esto es la justeza o el acierto de las noticias que anteceden a cada autor seleccionado y de alguna manera el manifiesto intelectual que la armonización de todas ellas implica. Ángel Rama vio este aspecto, pero no entiendo por qué lo señaló con tono ligeramente denunciante, siendo muy obvio que no me importaba nada escamotear esta intención”.

Real de Azúa se refería aquí a su selección de ensayos de autores uruguayos, entre los que figuraba uno de Bordoli. Este profesor de literatura, cuentista (publicaba sus ficciones con su segundo nombre y su segundo apellido, Luis Castelli), y, si seguimos las clasificaciones de los amantes de la heráldica patria, miembro de la generación del 45, formaba parte del grupo de escritores y críticos que publicaba la revista literaria Asir, de la que se aparecieron 39 números entre 1948 y 1959. El director de la revista era Washington Lockhart, otro ensayista que mereció la consideración de Real de Azúa. La cita es útil por la afloración del nombre de Rama, crítico en aquel entonces en ascenso, editor y juez tonante de las letras uruguayas, que adquiriría prestigio olímpico a lo largo de la década de 1970.

Como se sabe, el mundo va de mal en peor y el fin de los tiempos se aproxima, de manera que no es de extrañar que hoy nos hagan falta ensayistas como Lockhart, Real de Azúa o Bordoli, no tanto porque uno esté de acuerdo con lo que proponían, sino simplemente por el temblor que provoca esta pánica llanura. La crítica uruguaya adquirió en aquellos años fama de seria, aunque en ese sentido quizá lo fue solo por carecer de aptitudes para la sonrisa. Curiosamente se encuentra hoy más sustancia en los que no prosperaron en el camino de la gloria que en quienes fascinaron a sus contemporáneos pero se han vuelto ilegibles hoy. Probablemente el poder —de promoción, de censura— de algunos críticos de los sesenta tuvo relación con la posesión de medios de producción, es decir, editoriales.

El nombre de Bordoli, que fue víctima de la cartografía crítica de los sesenta, no atravesó los años setenta. Ángel Rama escribió que la gente que se reunía para editar la revista Asir tenía “una nutrición intelectual arcaica, conservadora, propicia a un inefalibilismo confuso”. Los acusaba de “convalidar los derechos eternos e inalienables de la oligarquía nacional”, y agregaba: “tal como puede comprobarse en la carrera cumplida por D.L. Bordoli, quien fungió como uno de los jefes del grupo”. Todo un prontuario.

El problema, quizá, pensando en las limitaciones de Rama para aceptar gente con creencias distintas a las suyas, es que Bordoli se declaraba católico. Pero, ¿no habría que leer lo que escribe un individuo, antes de preguntarle por sus afiliaciones? Antes de esa mala acción de Rama (es decir, de su crítica de mala calidad, autoritaria y sin fundamento), que ocurrió en 1972, la editorial Banda Oriental (1965) había recopilado los ensayos de Bordoli sobre una serie de asuntos literarios bajo el título de “Los clásicos y nosotros”, un librito valiosísimo por una serie de motivos que son los mismos que nos colocan lejos de las cumbres que algunos tuertos insisten en describirnos como el paisaje uruguayo.

Una de las columnas de Bordoli se titula “De la admiración”, y parece perfectamente aplicable a lo que ocurre hoy, 50 años después de haber sido publicada, en nuestro medio cultural. Quizá porque el mundo no cambió, o quizá porque se trata justamente de una observación típica de un clásico: algo que define una esencia que no cambia con facilidad, y por lo tanto puede ser aprovechado a lo largo de mucho tiempo. Cuando uno compara los textos de Bordoli y de Rama, ve que este último se ha vuelto completamente insustancial, y el primero mantiene el vigor original. Se podrá discutir si ese vigor era mucho o poco, o si está equivocado o no. Es decir: se puede discutir con Bordoli, cosa difícil de decir de quienes lo defenestraron. Su artículo comienza así:
“Cuando en 1949 la revista Asir organizó un concurso de cuentos para escritores nacionales no  mayores de 25 años [uno de los jurados dijo:] "No se ve en estos escritores jóvenes ninguna influencia —sea en el tema o en el estilo—, ninguna imitación de escritores nacionales o extranjeros, ni de antiguos o modernos. Es que no han leído nada. Nada de nada". En efecto, esta primera sospecha ha sido acompañada en concursos posteriores por una insistente confirmación.
En plena juventud, cuando el sentimiento de la admiración debe ser más vivo; y cuando no solo es habitual sino fatal la imitación, se asistía al espectáculo extraño de la formación de un escritor que busca imponerse sin haber leído profundamente a ninguno. ¿Se trataba de preservar la originalidad? No era ese el caso. Pues salvo una docena de trabajos destacables, el resto que llegaba a más de un centenar se mostraba notablemente uniforme. Todos escribían de la misma manera. La ley imperante acerca del estilo era no poseer ninguno”.

No conviene apurarse a condenar a Bordoli por esa visión que parece defender el adocenamiento o la afiliación a corrientes predefinidas. Hay que recordar que está refiriéndose a escritores jóvenes. Lo que le llama la atención es que los jóvenes no imiten a nadie. La conclusión del jurado citado y del propio Bordoli es que esos jóvenes no estaban influidos por  nadie porque no leían a nadie. Simplemente reclamaba una mayor formación de los jóvenes. Más adelante en la nota cita al héroe del grupo Asir, Líber Falco: “Esta es una generación que no sabe admirar”. Esta nostalgia por la admiración es un recurso retórico que Bordoli emplea para criticar lo que veía como el mal de ese tiempo: la fascinación, que define como “una forma degradada del sentimiento de admiración”:
“El fascinado es, propiamente, un alienado. Vive en otro, por otro, para otro, abolido como conciencia libre”. No admirar, dice, es negar “la primera ley fundamental del progreso de la inteligencia: la de indagar afuera, la de asombrarse; la ley que permite relaciones atractivas, inesperadas, acerca de los hechos y las personas”.

Parece que este hombre afectado, al decir de Rama, por su nutrición intelectual arcaica y conservadora veía, hace medio siglo, lo que hoy parece ser el panorama dominante no solo en las letras sino en todas las áreas de la cultura. 

El tono admonitorio, drástico, sentencioso y de vuelta de todo, característico de la crítica uruguaya, parece certificar la verdad de la observación de Bordoli. Si uno examina la producción de Rama (para seguir con quien tan duro fue con nuestro autor), encontrará indefectiblemente un tono de seca sapiencia de vuelta de todo, y un inocultable temor cerval por el asombro.

Al contrario que el asombrado, dice Bordoli, “el fascinado siente su imposibilidad de ser”. La religiosidad de Bordoli, claramente inadmisible para la intelectualidad en ascenso de los sesenta, aporta elementos que una inteligencia menos dogmática puede aprovechar. Al final de su artículo Bordoli deja la palabra a Gabriel Marcel: “La admiración está ligada al hecho de que algo se revela en nosotros. Las ideas de admiración y revelación son en realidad correlativas. Mediante ellas yo reconozco un cierto absoluto”. Claro que para aquella crítica deíctica de los sesenta y los setenta, el Absoluto (aunque se tratara de “un cierto absoluto”) era inaceptable, porque el arte y la cultura eran meras superestructuras. Hoy pasa otro tanto: si en aquellos años el objetivo era la liberación de América Latina (que nunca ocurrió, incluso después de que en todos los países del continente se instalaron gobiernos de izquierda), hoy es una agenda de derechos de género y un paquete de identidades y mañana será lo que sea que una armada de apparatchiks reblandecidos decrete que acatemos.


el dispensador dice: las décadas de los años sesenta y setenta del Siglo pasado marcaron el impacto de la incidencia terrorista del imperio aliado sobre las políticas de América... indudablemente, al imperio de aquel entonces no le convenía ni tampoco le venía bien, el desarrollo intelectual que había por estas tierra, mucho menos la expansión de su cultura cuestionante de las inequidades necesarias para denigrar a los prójimos de las periferias políticas que vendían sus dignidades a cambio de favores económicos que, para el propio imperio, no eran más que monedas... 

el atropello se ejerció sobre las intelectualidades, por ende sobre los genios creativos y artísticos, por consiguiente dando lugar a una persecusión consecuente con un exterminio de ideas de ideologías, pero en esencia de capacidades, de dones y talentos que desplegaban velas para tomar entidad global a favor de los desprotegidos, de los olvidados, de los negados, de los atropellados, de los usados, de los abusados, y muchos otros "ados"...

el resultado obtenido fue semejante en cada lugar de la América Latina... muchos desaparecidos, muchos muertos, muchos sacrificados, muchos NN que la historia prometía ir borrando... Argentina fue uno de los ejemplos más aberrantes, no el único, Chile fue otro significativo ejemplo de la barbarie terrorista en el abuso del poder político ejercido por militares sin escrúpulos, bendecidos por esta rara Iglesia Católica que propicia hogueras para salvar los pecados de sus propias filas... desde luego, como siempre, triunfó la perversidad... y muchos dones y sus correspondientes talentos se evaporaron para siempre, perdiendo el sentido de la oportunidad necesaria...

este sacrificio cultural, semejante al inquisidor ejercido por la Iglesia Católica durante la mentida conquista y sacrificio de la América originaria, tuvo consecuencias sociales nefastas, dando lugar no sólo a un debilitamiento de las democracias, sino además habilitando a una mediocridad política espantosa y peligrosa, ya que escudada en frivolidades y negligencias siguió entregando "luces" a cambio de "oscuridades" durante los noventa (1990-1999) en el mismo trágico siglo pasado, de manos de una clase política infame por naturaleza... desde luego, ello no sucedió de manera antojadiza, antes bien fue un plan del imperio para desmantelar a la América latina sometiéndola a nuevas deudas financieras, con el objeto de sacrificar no sólo a su sociedad actual sino a todas las venideras... porque así como proceden los obsecuentes del imperio, incapaces de medir consecuencias...

a nadie escapa que la mayor corrupción política anida en la Europa medieval e inquisidora... y a nadie escapa que detrás de ella se ubica el sueño americano devenido en pesadilla... arrastrando al resto del mundo humano sacrificado por deudas que hipotecan los futuros de los otros, pero también el de todos, incluyendo en ello a los propios victimarios, mentores de la tragedia que transita esta humanidad del Siglo XXI... un siglo que no encuentra piso de su abismo, y que dicho sea de paso, ha perdido su propio cielo, quedando amparada por ningún cielo... tema no menor a la hora de los dramas sociales crecientes...

este mundo humano se ha acostumbrado a ver crecer el número de desaparecidos... gracias a los estados ausentes que prescinden de sus obligaciones sociales para cambiarlas por disimulos inoportunos... México, cuna de culturas si las hay, es el mejor ejemplo del terrorismo de estado asociado al descriterio narco de las anarquías protegidas por y desde el imperio, jugándole en contra a la cultura, pero comiéndose al pensamiento social, insultado mediante la muerte de sus luces potenciales (Iguala es un ejemplo macabro de la barbarie reinante), insultando además la inteligencia social y también la consciencia social, utilizando para ello a marionetas del poder imperial... que corruptos por naturaleza y sin escrúpulos, se ríen de las víctimas con desparpajo, a sabiendas que están protegidos por los intereses del imperio al cual responden en desmedro de su sociedad... México no es el único ejemplo, tal vez el más atroz por el momento, pero no el único, ya que la sociedad entre estado político ausente y narcotráfico ya es demasiado evidente, y sus daños están a la vista de quien los quiera ver... en cualquier lugar del orbe humano...

insisto con que, culturalmente, América, luego de tantas heridas acumuladas, ha recuperado su memoria... y va por la recuperación de sus espacios, a sabiendas que de no hacerlo será devorada por el imperio T.Rex y sus nazismos renovados... 

pero justo es reconocer que el volumen y la magnitud de las ignorancias en el seno de la propia América, le juegan en contra a la iniciativa de recuperación social... mucho peor si se considera la influencia y la vigencia del modelo narco de zozobra social mediante la imposición de los miedos...

si te asomas por la ventana, no caben dudas que Europa la medieval está a la vuelta de su estallido social en cadena... tampoco caben dudas que la pesadilla americana ya no sólo les pertenece sino que se ha extendido por el resto del mundo humano, acosando el sueño de los otros... el conjunto promete estallar en la brevedad de los tiempos, y de una u otra forma lo harán... porque, culturalmente hablando, todas las involuciones históricas... siempre terminan recuperando sus espacios sacrificados... porque además de la memoria de las personas, existe otra social y otra más del karma social, que la ciencia de conveniencias aún no descubre, pero que existe, con una fuerza inimaginable... de recuperación, digo. DICIEMBRE 14, 2014.-

conclusión: puedes ser NN para el sistema de sacrificios cursados por sacrificadores sicarios del imperio... pero para la historia humana y su memoria del karma, los NN tienen, todos y cada uno, identidad imborrable.

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