Muere Horacio Ferrer, uno de los grandes poetas del tango
El uruguayo-argentino compuso letras para la música renovadora de Astor Piazzolla
ALEJANDRO REBOSSIO Buenos Aires 22 DIC 2014 - 18:06 CET
Horacio Ferrer vestía siempre pajarita, vivía en una habitación de uno de los hoteles más lujosos de Buenos Aires, el Alvear, y componía algunas de las letras más recordadas del tango rioplatense de los últimos 50 años. “Las tardecitas de Buenos Aires tiene ese qué sé yo, ¿viste?”, comienza su Balada para un loco, que musicalizó el renovador del tango, el que lo cruzó con música clásica y jazz, Astor Piazzolla. “Ya sé que estoy piantao (loco), piantao, piantao,/yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;/y a vos te vi tan triste; vení, volá, sentí,/el loco berretín (capricho) que tengo para vos”, continúa la canción.
De padre uruguayo y madre argentina, nació en Montevideo el 2 de junio de 1933, pero de joven partió a Buenos Aires, la ciudad a la que le dedicó piezas sublimes de su obra como poeta tanguero y en la que falleció este domingo a los 81 años. De doble nacionalidad, uruguaya y argentina, decía que no entendía que hubiese dos países distintos: “A mí me tocó nacer en el justo medio del Río de la Plata”. Sus máximas obras fueron compuestas para Piazzolla, con quien creó también la operita María de Buenos Aires. Ferrer además presidió desde fundación hasta sus últimos días la Academia Argentina de Tango.
Ya de niño componía obras de teatro para títeres. Al finalizar la secundaria, comenzó la carrera de arquitectura, pero tras ocho años de estudios no la acabó. Mientras tanto trabajaba en Montevideo como secretario en la Universidad de la República y como periodista en el periódico El Día. En paralelo organizaba una emisión de radio llamada Selección de Tangos y conciertos para promover nuevas tendencias del género que llegaban desde la otra orilla del Río de la Plata. Fundador de la revista Tangueando, antes de escribir poemas, publicó libros sobre esta música declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco. Acabó mudándose a Buenos Aires en 1967, el mismo año en que publicó su primer libro de poesías,Romancero canyengue (canyengue era el tango bailado en los suburbios, en contraste con el de salón, más refinado). Fue entonces cuando se convirtió en letrista de tango y acompañó a grandes músicos como Piazzolla y Horacio Salgán, con quien compuso la obraOratorio Carlos Gardel.
Ferrer compuso para Troilo, Salgán y Pugliese y presidía la Academia Argentina de Tango
Ferrer supo cultivar también la amistad con uno de los clásicos del género, Aníbal Troilo, que le pidió que escribiera la letra de La última grela (grela, término del lunfardo porteño, significa suciedad). Esta canción finalmente sería musicalizada por Piazzolla, con quien creó también Chiquilín de Bachín, ‘Balada para mi muerte y Juanito Laguna ayuda a su madre. Además formó dupla creativa con otros grandes músicos de la talla de Julio de Caro y Osvaldo Pugliese.
No fue fácil la aventura conjunta de Ferrer y Piazzolla. María de Buenos Aires, que en la actualidad se representa por todo el mundo, fue un fracaso comercial cuando se estrenó en 1968. Balada paz un loco fue presentada al año siguiente en el mítico estadio Luna Park, de Buenos Aires, mientras el público arrojaba monedas contra la orquesta.
En 1990, el Estado argentino creó la Academia de Tango y la puso en manos de Ferrer. En sus 24 años de existencia, la entidad, que funciona en el Palacio Carlos Gardel, encima del porteñísimo café Tortoni, creó una biblioteca, un liceo superior y un museo. En pareja desde hace tres décadas con la artista plástica Lulú Michelli, Ferrer decía en su última entrevista con el periódico Página/12 que el “tango es un conjunto de artes y una manera de ser, de vivir, ser tanguero es una forma de transitar por la existencia, aun sin tocar un instrumento, sin cantar ni bailar, mezcla bohemia, trabajo, ilusiones y formas de amar, tiene un lugar importante para la amistad”.
Mi libertad me ama y todo el ser le entrego.Mi libertad destranca la cárcel de mis huesos.
Mi libertad se ofende si soy feliz con miedo.
Mi libertad desnuda me hace el amor perfecto.
Mi libertad me insiste con lo que no me atrevo.
Mi libertad me quiere con lo que llevo puesto.
Mi libertad me absuelve si alguna vez la pierdo
por cosas de la vida que a comprender no acierto.
Mi libertad no cuenta los años que yo tengo,
pastora inclaudicable de mis eternos sueños.
Mi libertad me deja y soy un pobre espectro,
mi libertad me llama y en trajes de alas vuelvo.
Mi libertad comprende que yo me sienta preso
de los errores míos sin arrepentimiento.
Mi libertad quisieran el astro sin asueto
y el átomo cautivo, ser libre ¡qué misterio!
Ser libre. Ya en su vientre mi madre me decía
?ser libre no se compra ni es dádiva o favor?.
Yo vivo del hermoso secreto de esta orgía:
si polvo fui y al polvo iré, soy polvo de alegría
y en leche de alma preño mi libertad en flor.
De niño la adoré, deseándola crecí,
mi libertad, mujer de tiempo y luz,
la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.
Mi libertad me sueña con mis amados muertos,
mi libertad adora a los que en vida quiero.
Mi libertad me dice, de cuando en vez, por dentro,
que somos tan felices como deseamos serlo.
Mi libertad conoce al que mató y al cuervo
que ahoga y atormenta la libertad del bueno.
Mi libertad se infarta de hipócritas y necios,
mi libertad trasnocha con santos y bohemios.
Mi libertad es tango de par en par abierto
y es blues y es cueca y choro, danzón y romancero.
Mi libertad es tango, juglar de pueblo en pueblo,
y es murga y sinfonía y es coro en blanco y negro
Mi libertad es tango que baila en diez mil puertos
y es rock, malambo y salmo y es ópera y flamenco.
Mi libertango es libre, poeta y callejero,
tan viejo como el mundo, tan simple como un credo.
De niño la adoré, deseándola crecí,
mi libertad, mujer de tiempo y luz,
la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.
el dispensador dice:
cuando muere un poeta,
cuando muere un creador,
cuando muere un genio,
nace un ángel con estrella de huella y recuerdo,
nace una vibración y un eco,
nace un coro de ángeles en concierto...
hay notas de tango,
en la memoria del silencio.
DICIEMBRE 24, 2014.-
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