viernes, 5 de diciembre de 2014

fuera del tiempo


RINCON DEL TIBET

el dispensador dice:
fuera del tiempo,
fuera de mi tiempo,
fuera del destino,
descargado del árbol de la vida,

aprendí...
que las palabras tienen mucho valor en algunos personas,
pero que no tienen ningún valor en otras que se dicen personas,
pero que no lo son...

que los hechos no siempre son consecuencia de las personas,
que muchas veces son sólo artilugios del destino y sus circunstancias...

aprendí,
que la amistad, 
no siempre guarda el mismo valor,
que a veces es afecto genuino,
y a veces dolor,
muriendo cuando se transforma en traición...

también aprendí,
que el amor no es una mera palabra,
que a veces guarda sentido de rastrillo,
otras de pico,
y muchas de pala,
pero que muere apenas se resbala...
de hecho,
no hay amor cuando se derrapa...

aprendí,
que el silencio es más importante que cualquier palabra,
porque el silencio enaltece,
donde las palabras matan...

aprendí,
que la vida te suele exponer a la necesidad de otras manos,
que la vida te suele exponer a la necesidad de los abrazos,
pero también aprendí,
que los vacíos no enlazan los espacios,
que ciertas manos no dicen nada,
que son peligrosos los huecos de ciertos abrazos,
que debes aprender a sentir con el alma,
porque los sentidos humanos son escasos...
y no son pocos los que te endosan sus propios fracasos... 
ante los cinismos de los estados de consciencia...

aprendí que la palabra escrita,
para algunos hombres,
sirve para atropellar esfuerzos y voluntades,
hipotecando futuros,
sacrificando generaciones de inocencias,
comunes a los mortales...

aprendí,
que querer no significa amar,
que querer es sólo desear,
y que el deseo se puede mentir,
tanto como se puede tergiversar...
querer es una simple expresión de voluntad,
que dura tanto como las ganas que lo puedan impulsar,
tanto al deseo,
como al querer estar...

aprendí también,
que las palabras pueden ser un arma de destrucción masiva,
que pueden herir el alma,
tanto como la estima...

aprendí que la amistad,
se evapora cuando la afecta la necesidad,
se sostiene cuando eres capaz de dar,
pero muere cuando vayas a pedir...
por ello, ya no cuento a mis amigos,
simplemente los acepto,
cuando reconocen las pelusas en sus propios ombligos...

he aprendido que una sonrisa es suficiente como para modificar el sentido de los vientos,
si tienes humor para asumir tus días,
los mismos parecerán estar libres del tiempo...

aprendí a quebrar mi propia inercia,
a ponerme en movimiento,
a sembrar en el aire,
para que otros tengan la oportunidad,
que no recibieron de sus cielos...

aprendí,
finalmente aprendí,
que la felicidad no existe,
que pertenece al ámbito de los instantes,
así como estos lo son de sus momentos...
que es necesario cultivar la armonía,
haciendo de lo perfecto un sentido de esfuerzo,
y que lo demás viene solo,
por impulso divino,
mientras tu oración alcanza el cielo...

aprendí que el poder no tiene valor,
cuando está prescindente de sentimientos...

aprendí que hay personas que tienen el don de mentir mirándote a los ojos...

aprendí que no hay amor genuino ante el reclamo,
aprendí que la hipocresía disfraza cualquier cosa,
aprendí que el sexo puede resultar en el peor de los cinismos,
especialmente cuando le han dicho a otro,
lo que has escuchado tu mismo...

aprendí que el Sol no puede ocultarse con las manos,
que lo evidente guarda más peso... que un domingo de ramos...

y fuera de cualquier tiempo,
con el destino doblado,
de pié y arrodillado,
aprendí a orar ante Dios,
como ángel señalado...
que prefiero la luz,
a las sombras reflejadas por cualquier enviado...
soy observador de señales,
y voy... sólo cuando me envían como "enviado"...
donde no hay amor,
sacudo el polvo de mis sandalias,
y simplemente... sigo andando.
DICIEMBRE 05, 2014.-

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