sábado, 2 de septiembre de 2017

DE NADIE || Ni de nadie ni con filtros | Blog Mujeres | EL PAÍS

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Ni de nadie ni con filtros | Blog Mujeres | EL PAÍS

Ni de nadie ni con filtros

May R. Ayamonte es una de las 'booktubers' más conocidas de España, su último libro es un alegato por el feminismo y, en general, por la libertad

Ni de nadie ni con filtros




Isabel Valdés


No hace ni 24 horas que tiene 21 años, nació en la onubense Ayamonte (de ahí su segundo apellido que en realidad no lo es) y se crio en una familia feminista; su madre promovió el movimiento en Granada allá por los ochenta. Tiene claro que la burbuja en la que ella creció, y vive, no es la que envuelve a la mayoría de jóvenes, ya sean xennialsmilenialsGeneración X o cual sea el próximo nombre con el que se quiera etiquetar. Por eso, May R Ayamonte, una de las booktubers con más seguidores de España, aprovecha cualquier oportunidad para lanzar su discurso, que podría resumirse en el título de su último libro, De nadie. Que no te digan cómo has de vivir.









Fichó por Planeta el pasado año y publicó Besos entre líneas, junto a Esmeralda Verdú, dentro de la colección Bestseller; un año después, en mayo y en la colección Crossbooks, su último título, la historia de Nadia, Olivia y Narella en el último año de instituto, que no es otra cosa que una rotunda declaración de principios: la libertad de ser quien ser quiera ser, cuando se quiera ser y como se quiera ser. Ella, que diserta rapidísimo, es ducha y concreta cuando lanza un mensaje, cualquiera de ellos. Y así es un poco su sexta novela, en la que ha tenido hueco para todo: educación, sexo, poliamor o amor a secas, feminismo, bullying, pérdida... Un maremágnum que no dista mucho del que ocupa la cabeza, por lo general, de cualquier adolescente (con su pre y su post).
Pero la pubertad de May no fue como la de la mayoría: "El feminismo para mí ha sido siempre algo muy normalizado en mi casa, aunque fui más consciente cuando cumplí los 16, más o menos". Asegura que lo que dentro de su familia era normal, en la calle no lo era, o no a menudo. El contraste era alto y esta (ahora) estudiante de Filología Inglesa pasó muchos recreos en los baños del colegio para hacer un descanso del bullying al que se vio sometida durante seis años. El acoso escolar, que según los últimos datos del Ministerio de Educación afecta a alrededor de un 4% de los estudiantes, podría haber acabado dejando a May metida en un caparazón del que luego le fuese difícil salir, sin embargo, asegura, la "empoderó". Y también la convirtió en una defensora férrea de la prevención de esta lacra que llega a terminar con la muerte del acosado.
El instituto acabó con el acoso, aunque May lo recuerda con algo de frustración. Había empezado la indignación que da la conciencia de que, lo que tienes alrededor, dista mucho de ser igualitario: "Empecé a enfadarme por todo... Me daba rabia ver algunas de las conductas de mis amigos y acababa peleándome con ellos y echándome a llorar. No podía entender que yo lo tuviese tan claro y ellos no".
La universidad, por fin, mejoró el panorama y May pudo "expandirse" con libertad en todos sus círculos. En los privados llevaba haciéndolo desde hacía años. "Siempre leí, leí mucho. Aquel tiempo en los baños del colegio los pasaba leyendo. Mis padre siempre me inculcaron ese hábito". A escribir empezó con 12: primero cuentos y certámenes, luego relatos largos, fantasía, erótica, contemporánea, narrativa, prosa poética... Dice que va dando "bandazos", aunque lo más probable es que esté buscando su sitio. Había, entre todos esos flirteos, una cosa que sí tenía clara: "Aquello tenía que ser un altavoz por el que canalizar el feminismo".
Lo cumplió. Primero fue su blog, luego su canal de YouTube (que ya supera los 100.000 seguidores), y al final, todas sus redes sociales, desde Twitter hasta Instagram, cada vez que habla en público (y en privado), las charlas, talleres, conferencias y eventos en los que participa... Todo está impregnado de una lucha en la que la booktuber se siente responsable: "Sé que mi discurso cada vez le llega a más gente, y nosotros, los jóvenes, podemos ser muy volátiles. Siento la necesidad de compartir mis inquietudes y también las cosas buenas del mundo que me rodea, el activismo, la gente con la que lo comparto...".

BIBLIOGRAFÍA

Amor más allá de la unicidad, (autopublicada, 2008).
Iris, Novum Publishing, 2011).
Infinite, (2 De Letras, 2013).
Infinite. A contrarreloj, (2 De Letras, 2015).
Besos entre líneas, (Planeta, 2016), con Esmeralda Verdú.
De NadieQue no te digan cómo has de vivir, (Planeta, 2017).
Ese círculo en el que se mueve May sigue siendo una minoría entre la juventud en España, donde todavía hace un par de años uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 29 años consideraba inevitable, o incluso aceptable, controlar según las circunstancias los horarios de sus parejas, decirles lo que pueden o no pueden hacer o prohibirles que vean a sus amigos o a su familia. "El mensaje, primero, tiene que ser intentar separarnos de lo que nos han enseñado. Cuesta mucho romper con la cultura, con los hábitos, con lo aprendido durante años, pero tenemos que tener predisposición a romper con ello, a deconstruirnos", alega la escritora.
Sabe que, desde su posición, muchos días le toca hacer pedagogía: "A los más jóvenes a veces nos cuesta mucho ver más allá, aprender (o desaprender), y las chicas sobre todo muchos días tenemos que explicar y enseñar que hay actitudes o frases que no son tolerables". Aunque no solo de los discursos individuales puede vivir la batalla por la igualdad: "La educación pasa por las casas, por los centros públicos, por los privados... Si el feminismo no se ve atravesado por la política, la cosa se pone más difícil. El sistema educativo es quien se encarga de formar a las generaciones y es imprescindible en este tema".
Está convencida de que hay que plantearse preguntas, de que hay que dejar pasar las dudas y, después, resolverlas, de que es necesario dialogar en casa, en la calle y en las instituciones y de que es labor y deber de todos seguir tirando guijarros a un camino que ni fue fácil ni lo está siendo ni lo será. Pero que tendrá que acabar en alguna parte, algún día.

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