sábado, 27 de junio de 2009

aquí el mañana no existe



podría ser aquí, como también podría ser de allá...
las imágenes se replican y aparecen como semejantes
cuando en realidad distan de serlo efectivamente,
hay diferencias marcadas propias de cada paisaje,
sin embargo algo las hace armónicas para el ojo no avisado...

al transitar por esas calles polvorientas...
notas que las piedras suben, al tiempo que las esperanzas bajan,
las miradas enseñan almas resignadas a su suerte,
pero al mismo tiempo conformes con su destino.

todo se caracteriza por un frío extremo o un calor agobiante,
extremos sí, extremos que someten al espíritu
pero simultáneamente lo moldean para ser lo que son,
"silencios caminantes"... espacios donde nunca hay nadie,
salvo alguna mirada curiosa que se esconde tras una ventana...

el tiempo no pasa, los duendes de la montaña protegen el momento,
pero siempre debes preguntarle si "puedes",
jamás asumiendo que aquello que tú crees poder,
efectivamente se transformará en un "se puede"...
porque las armonías son otras al igual que sus reglas.

las arrugas expresan los sentimientos,
pero estos últimos son parte, esencia de una convicción ancestral,
jamás decir cuando no es necesario decir nada,
salvo la reverencia, el saludo pasante, ocasional, respetuoso...
que conlleva polvo de suelo, perfumes de brisas.

creerás que a veces es diferente, que el bullicio aparece,
te estarás equivocando porque allí el tiempo no pasa,
los relojes pierden sentido, nadie corre por un alba que no se sabe si vendrá...
la importancia se guarda en este instante, ahora,
ya que después... nadie sabe que habrá después...

cuando miras esos ojos semejan adobes brillantes,
se conforman con poco, pero son adecuados para
superar el invierno tras paredes por donde el frío helado no se escurre,
o bien superar el verano tras paredes donde el calor no encuentra hogar.

siempre hallarás una mano...
las respuestas son escasas,
allí se habla con gestos, más con los ojos...
y si por causalidad de Dios, alguien te abraza,
te llevarás la sensación que Dios te ha reconocido.
Así de simple, así de sencillo,
esa es mi Argentina de altura... en las tierras polvorientas,
olvidada y negada de la ruta 40,
podría ser Amaicha, quizás Angastaco, quizás Santa María,
Susques, o más, pero eso no tiene importancia,
lo que vale es la gente, sus silencios,
almas sin tiempos, ven, por favor, camina con ellos...
no lo hagas rápido,
aquí el mañana no existe... quizás sea una flor,
quizás sea viento...
el dispensador: aquí el mañana no existe. Junio 27, 2009.-
DEDICADO A: los silencios.
pintura del maestro Jorge Frasca, singular por cierto, pinturas donde el silencio se escucha.

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