un día como hoy, hace vaya a saber cuánto tiempo...
el ESPÍRITU SANTO se manifestó en la Tierra.
Fue visible a los hombres...
quizás para los presentes duró años,
en realidad se trató de un destello en la eternidad,
suficiente como para enseñar conductas,
destacar valores, ser ejemplo de convicciones...
fue él quien bautizó... dando comienzo a la esencia de un acto que se corresponde con la vida...
transcurrir de circunstancias escritas, estampadas en el libro de la vida...
la fecha hoy está en el olvido...
pero el momento existió, fue real, tangible a los ojos, a los sentidos todos.
Fue visto por los elegidos,
fue intuido por los asistentes,
algunos le dieron el valor justo,
otros lo consideraron intrascendente...
algunos lo negaron o simplemente lo despreciaron...
hoy, a la distancia se revela la importancia de la presencia.
Simplemente eso... nada más ni nada menos.
Nadie cree que la LUZ pueda NACER, sin embargo estuvo aquí...
tiempo suficiente para revelarse en cuerpo y alma.
el dispensador: rememorando momentos desapercibidos. Junio 24, 2009.-
DEDICADO A: quien nos habilita a la vida a cada uno de nosotros, más allá de los cultos, los dogmas, las razas, los genes, los colores de piel, esencialmente más allá de las ideas...
Evangelio: Lucas 1,57-66.80
"El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre"
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
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