quizás la brisa abrió una de las hojas de la doble tranquera...
quizás alguien invisible la empujó para reverenciar la entrada,
la senda invitaba a ser caminada...
¿cuánto vale ser elegido por el viento?...
los eucaliptos mecían sus verdes, provocando un singular sonido a pampa,
caricias de vientos en ramas frágiles que desparraman polen, perfumes, vida...
ruidos de golpes acompasados por corrientes invisibles,
a veces frías, a veces cálidas...
camino tosco de historias lejanas, carretas con destinos equinos bien llevados,
cargas pesadas, sudores goteados, vivencias pensadas, esfuerzos pasados...
el ayer no puede verse pero sí sentirse...
alcanza con tener piel sensible, alma inquieta, espíritu de niño...
la senda es tan larga como la que promete la jornada,
no se divisa el final... el camino es interminable...
pero algo indica que debe ser caminado... y entonces,
así como así te sueltas y lo transitas...
sabiendo que no puedes mirar hacia atrás porque sólo hay arriba y adelante,
laterales impregnados de ganas que se renuevan por paso...
que te empujan hacia adelante...
tanto que cuando quieres recordar lo que queda a tu espalda,
sólo encuentras que estás rodeado de árboles centenarios...
que la doble tranquera ya no puede divisarse,
que la senda aún no termina... que la vida continúa ofreciéndose...
que las hojas y las ramas se saludan tocándose con extraños sonidos,
esperando que tu mañana esparza otra pizca de tu espíritu,
mezclándose con esencias de eucalipto, olores de pampa, y aquella tranquera,
que eligió cerrarse tras tu paso...
el dispensador: la alegría de saberse elegido... el compromiso eterno de haberlo sido. Junio 06, 2009.-
DEDICADO A: los que llevamos la pampa en el alma.
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