miércoles, 8 de mayo de 2013

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El escorpión


Miedo inhumano



Recientemente se han publicado dos textos biográficos importantes, cuyo fondo es el Holocausto, de los que pienso hablarles esta semana. Creo sinceramente que esta literatura no pertenece a un género, ni siquiera a un tema, pues tanto el arte de los diferentes autores como las perspectivas que adoptan excluyen cualquier clase de uniforme. Es una literatura destilada de una experiencia radical en un mundo absoluto y, en este aspecto, una oportunidad como pocas para entablar un diálogo con lo que importa (o debiera).

El primero del que quiero hablarles es el de Heda Margolius Kovály: "Bajo una estrella cruel. Una vida en Praga (1941-1968)". Libros del Asteroide, traducción de Luis Álvarez Mayo. Es la historia de una mujer que se fugó de Auschwitz para terminar en la Checoslovaquia soviética y sufriendo las purgas estalinistas junto a su marido y familia. Vista desde lejos, a veces uno no sabe si esta vida es una tragedia o una farsa.

El enfoque de Margolius es particular: ¿por qué escribir del pasado aciago? Más sencillamente, ¿por qué escribir de algo de lo que nunca sabremos nada, ya que "el verdadero pasado está encerrado en sí mismo, y no deja recuerdos"? Puede que sea cierto, y que el pasado sólo nos deje pistas (no escenas ni secretos) para que emprendamos un camino, para que sigamos averiguando. En el caso de Margolius, la averiguación tiene que ver con la muerte y con la supervivencia, y con la convicción de que morir es más difícil que luchar por la vida. Dice: "Tal vez no haya nada más difícil que esperar la muerte pasivamente. Mantenerse con vida es sencillo y natural; no requiere ninguna resolución particular.".


Esperar la muerte pasivamente no significa esperar la muerte tranquilamente. Todo lo contrario: esa pasividad es producto del pánico, que congela el alma. El terror es parálisis. De ahí que sea tan arduo dejarse morir. Y tampoco quiere decir que la mayoría de la gente elija lo fácil (luchar por la vida), ya que por alguna perversa razón, escoge lo complicado, su pánico. Margolius se pasa los años de su libro buscando a "un ser humano cuya humanidad sea mayor que su miedo".

De modo que es así como la escritura del pasado adquiere un sentido contemporáneo, al encontrarse con las relaciones entre humanidad y miedo. Ciertamente, nada hay más humano que el miedo. Entiéndase entonces por humanidad aquello que nos vuelve verdaderamente humanos,  a saber, el imperio sobre el miedo.

Con todo y con eso, Margolius no deja de desconfiar de la escritura sobre lo terrible (por seguir con el tema comenzado esta semana) y no elude la paradoja:
"Algunas de las personas que regresaron (de los campos) se mantenían en silencio, mientras que otras hablaban sin cesar, como si el hecho de hablar de algo pudiera hacerlo desaparecer. Más bien sucede lo contrario: en cuanto se expresan y se describen las cosas y los pensamientos, adquieren una nueva realidad, como si al ponerlos en palabras les diéramos una parte de nosotros mismos. Y después ya no permitirán que nos olvidemos de ello.".

Aplicado a la escritura, eso supone quedar apegados al duelo, cegar la salida, sucumbir definitivamente a la desgracia. Y eso explicaría algunos suicidios inexplicables entre muchos de los que quisieron dejar constancia impresa del horror.


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