‘La gran ventana de los sueños’ o el legado literario de Fogwill
Publicada por Alfaguara, es una de las tres obras que dejó sin publicar
Alejandro Rebossio Buenos Aires 1 MAY 2013 - 15:33 CET
Aunque fue presentado la semana pasada, la primera obra póstuma de Fogwill será uno de los libros más atractivos para comprar en la 39° Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzó el pasado jueves 25. La gran ventana de los sueños, editado por Alfaguara, es una de las tres obras que dejó sin publicar quien se llamaba Rodolfo Enrique Fogwill, uno de los tres más grandes escritores de la Argentina reciente, junto con César Aira y Ricardo Piglia. "En este libro, lo que encontramos, me parece, es un Fogwill que efectivamente se dedicó a recopilar en un diario los sueños que anotaba cuando se despertaba y luego él mismo generó una edición de estos relatos”, contó el poeta Guillermo Saavedra en la presentación de la obra la semana pasada en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). “Porque no son los sueños anotados de primera mano por Fogwill, sino más bien un trabajo, una determinación, una especie de inevitable sinceridad", agregó Saavedra.
“Para los que ya hemos tenido ocasión de tomar contacto con este libro, la palabra que más se impone, sin ponerse demasiado tangueros, es conmovedor", relató Saavedra, autor de Mi animal imposible y Pancitas argentinas. "Porque si bien es inequívocamente fogwilliano, es un Fogwill al que uno accedía en contadas ocasiones, entre los pliegues de puteadas, chicanas, ironías y todo ese repertorio de aparentes maldades con las que Quique disfrazaba esa enorme capacidad de contener, acompañar y leer al otro", opinó el poeta, que presentó la obra junto al músico Adrián Dárgelos, líder del grupo Babasónicos y autor de la banda de sonido de la película de la hija de Fogwill, Vera, y Martín Desalvo, Las mantenidas sin sueños; el escritor Fabián Casas y Jorge Palant, uno de los cuatros psicoanalistas que trataron al genial autor argentino y a los que él les dedicó La gran ventana de los sueños.
Fogwill, a secas, como él firmaba, había entregado esta obra poco antes de morir a los 69 años en 2010 a dos integrantes del grupo de arte al que pertenecía, Mondongo, a Juliana Laffitte y Manuel Mendanha. Cuando falleció, ellos dos dieron la obra encuadernada a los hijos de Fogwill. El autor de Los pichiciegos, Vivir afuera y Muchacha Punk también dejó listos para publicar otras dos novelas: Nuestro modo de vida y La introducción.
En la presentación del nuevo libro, el músico y poeta Dárgelos observó: "Una gran parte de los relatos de Quique están narrados en primera persona. Atrás de esa primera persona se presupone que está él: un héroe que con sarcasmo atraviesa sus aventuras. Creo que Quique es el generador de esas aventuras y no el protagonista. En este libro, en cambio, me parece que la primera persona se parece más a él". Casas, autor del poemario Tuca, aportó su visión: "El libro funciona como una intelectualización de los sentimientos. Lo primero que me pasó leyéndolo fue que empezó a funcionar esa voz de Fogwill tan precisa. Me remitió inmediatamente a eso que pasa cuando uno se inunda por un autor y no puede salir de ahí: querés escribir como él porque es mejor que vos, no podés metabolizarlo por completo".
El libro finaliza con un capítulo llamado "Sueño de hospitales" y dice así: "Quilmes, París, Italiano con el coya karateca con manos de goma y unas de acero inoxidable". Nada más. Pero no todo el libro es tan onírico como parece.
“Para los que ya hemos tenido ocasión de tomar contacto con este libro, la palabra que más se impone, sin ponerse demasiado tangueros, es conmovedor", relató Saavedra, autor de Mi animal imposible y Pancitas argentinas. "Porque si bien es inequívocamente fogwilliano, es un Fogwill al que uno accedía en contadas ocasiones, entre los pliegues de puteadas, chicanas, ironías y todo ese repertorio de aparentes maldades con las que Quique disfrazaba esa enorme capacidad de contener, acompañar y leer al otro", opinó el poeta, que presentó la obra junto al músico Adrián Dárgelos, líder del grupo Babasónicos y autor de la banda de sonido de la película de la hija de Fogwill, Vera, y Martín Desalvo, Las mantenidas sin sueños; el escritor Fabián Casas y Jorge Palant, uno de los cuatros psicoanalistas que trataron al genial autor argentino y a los que él les dedicó La gran ventana de los sueños.
Fogwill, a secas, como él firmaba, había entregado esta obra poco antes de morir a los 69 años en 2010 a dos integrantes del grupo de arte al que pertenecía, Mondongo, a Juliana Laffitte y Manuel Mendanha. Cuando falleció, ellos dos dieron la obra encuadernada a los hijos de Fogwill. El autor de Los pichiciegos, Vivir afuera y Muchacha Punk también dejó listos para publicar otras dos novelas: Nuestro modo de vida y La introducción.
En la presentación del nuevo libro, el músico y poeta Dárgelos observó: "Una gran parte de los relatos de Quique están narrados en primera persona. Atrás de esa primera persona se presupone que está él: un héroe que con sarcasmo atraviesa sus aventuras. Creo que Quique es el generador de esas aventuras y no el protagonista. En este libro, en cambio, me parece que la primera persona se parece más a él". Casas, autor del poemario Tuca, aportó su visión: "El libro funciona como una intelectualización de los sentimientos. Lo primero que me pasó leyéndolo fue que empezó a funcionar esa voz de Fogwill tan precisa. Me remitió inmediatamente a eso que pasa cuando uno se inunda por un autor y no puede salir de ahí: querés escribir como él porque es mejor que vos, no podés metabolizarlo por completo".
El libro finaliza con un capítulo llamado "Sueño de hospitales" y dice así: "Quilmes, París, Italiano con el coya karateca con manos de goma y unas de acero inoxidable". Nada más. Pero no todo el libro es tan onírico como parece.
el dispensador dice:
no es lo mismo soñar a cielo abierto,
que hacerlo contiguo a un puerto,
no es lo mismo soñar despierto,
que hacerlo en algún desierto,
no es lo mismo soñar en los Himalayas,
que hacerlo sobre la arena de alguna playa,
no es lo mismo soñar en tu lecho,
que hacerlo en un hogar sin techo,
cada lugar guarda un mensaje,
sólo ataviado para tu propio pasaje,
no pudiendo repetirse en otra persona,
ya que cada destino asciende su loma...
¿cómo es entonces?,
hay un sueño concedido a cada ser humano,
o lo que es lo mismo,
hay tantos sueños como seres humanos hay,
y si deseas precisar,
los sueños, cada día cambiarán,
y aún pudiendo parecerse,
diferentes serán...
usualmente los humanos no les conceden atención,
apurados como están,
atrapados por urgencias como están,
se olvidan de vivir,
tanto como de soñar,
y sus espaldas se han de cargar,
con piedras que jamás comprenderán...
sin embargo,
a pesar del "no pensar",
cada sueño un mensaje portará,
importancia intrínseca tendrá,
dependiendo de cada lugar,
de la circunstancia del "estar",
justo donde el encuentro se "iluminará",
dando sentido a lo que se ha de señalar...
lo escrito... no se puede cambiar...
por ello, los sueños... no se pueden omitir,
mucho menos olvidar,
no siendo prudente... dejarlos pasar.
MAYO 01, 2013.-
donde has de estar... un sueño diferente llegará.
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