El componente humano primordial debería ser el del reconocimiento del otro. Sin los demás no podríamos existir. Por lo tanto, disfrutemos de “otros mundos” y que esa diferencia –en vez de aislarnos- sea el camino para conseguir un mundo más justo, menos convencional y más libre. En este blog rendimos homenaje a algunas de las más significativas creaciones humanas que han marcado nuestra existencia: libros, películas, autores, canciones, etc. y que han estimulado nuestra (mi) necesidad de pensar, sentir y gozar. Al mismo tiempo, es un espacio que indaga sobre la realidad humana e intenta contribuir a la reflexión y al aprendizaje.
SOBRE EL AUTOR
Josep Giralt. Trabajó en Canal Plus, en el Congreso de los Diputados y como fotoperiodista en América Latina, África y Asia. Coautor del libroSentir Etiopía, (RBA), compatibiliza su trabajo como periodista en una Fundación con el de colaborador en tertulias de actualidad en Ràdio Barcelona-Cadena Ser. Anteriormente dirigió durante cuatro años el espacio Películas incómodas en Com Ràdio. Ha publicado artículos y entrevistas en El País, Avui, y El Mundo, entre otros. Su frase: "No sirvo ni para seguir ni para conducir", de Nietzsche; su película: Rocco y sus hermanos, de Visconti. Sus libros: Los ensayos, de Montaigne yConversaciones, de Cioran.¿Pensar significa ser hostil?
Por: Josep Giralt | 28 de junio de 2016
¿Existe solidaridad entre los seres humanos en el error y extravío? En más de una ocasión me han comentado que lo que escribo resulta demasiado pesimista y que además no aporto soluciones. ¿Es que acaso todas las preguntas tienen respuesta? ¿Cómo aplacar la rabia y tristeza ante situaciones que parecen no tener solución? Me resulta cada vez más difícil no rebelarme contra aquello que me provoca un inmenso dolor. Pienso como Truffaut que “El pesimista es un optimista con experiencia”.
Anantapur-Fundación Vicente Ferrer
Necesito escribir, ya que necesito expresarme. La escritura es la prueba de que no tenemos suficiente con la vida. Mi respeto por las letras es tan grande que, a menudo, no puedo dejar de sentirme un impostor. No es falsa modestia, ni pretendo que alimenten mi ego con halagos. Por un lado siento una satisfacción enorme al saber que hay gente que se identifica con lo que escribo, pero por otro, pienso que mis reflexiones no tienen por qué interesar siempre. Llegará un día en que por muy ambicioso, desmedido y rebelde que quiera ser, me vaciaré como un pozo seco y apenas encontraré las palabras adecuadas que me sirvan de protección.
Escribo por egoísmo, para salvarme y para comprender. Yo no me he formado como autor. Escribo sobre cosas que me duelen, pero no tengo las armas de un escritor. Soy un aficionado con intuición. En mi caso, se trata de un diálogo constante entre la razón y el olfato. Sin embargo, no puedo dejar de sentirme impresionado y avergonzado cuando escucho o leo aquellos que consideraríamos “gente de éxito”, “políticos” o “intelectuales” hablar como si se creyesen Aristóteles. Me resulta indiferente si son de izquierdas, de centro (¿existe?) o de derechas. ¿Cómo pueden algunas personas quererse tanto a sí mismas, diciendo al mismo tiempo tantas estupideces? ¿Cuál ha sido la verdadera aportación de toda esta gente a nuestra sociedad? ¿Por qué es tan difícil encontrar personas consecuentes entre lo que dicen y hacen? ¿Por qué es tan necesario encontrar referentes?
A veces me ocurre que puedo estar medianamente de acuerdo con lo que escucho, pero si atisbo el más mínimo grado de afectación, soberbia, o fraude, ya puede tratarse de Vargas Llosa, Camilo José Cela, o un presidente de gobierno, que pierdo definitivamente todo el interés. Pese a quien pese, la belleza personal, sigue siendo la recomendación más grande que cualquier otra carta de referencia. La diferencia entre una persona grande y una persona mediocre no está en sus conocimientos ni en su experiencia, está en su manera de ser. Por muchos cursos de Liderazgo, Oratoria y Desarrollo directivo que se saquen de la manga, la bondad sigue siendo algo que no puede adquirirse con un diploma. El mundo necesita de mejores personas, ya que es a través de los otros, que nos convertimos en lo que somos.
Y ese estilo henchido de certidumbre y ese machismo discursivo (utilizado incluso por algunas mujeres vinculadas al poder), me pone enfermo. Cuando la crisis comenzó a hacer estragos y aumentaron las desigualdades y la injusticia social, ninguna de estas personas, tuvo nada que decir. Su empatía con los más desfavorecidos ha sido siempre nula. Nunca han intentado hacer una introspección seria sobre sí mismos o sobre el sistema, ya que consideran que eso es cosa de perdedores. Contrariamente a los que debería ser, muchos de los que tienen el futuro asegurado, suelen pensar que tienen la suerte que se merecen. Nadie suele hablar de cómo se hacen las grandes fortunas y de la indolencia del poder. Eso es algo de lo que no interesa hablar en esta meteórica carrera hacia la nada.
La democracia y el capitalismo han sido vueltos del revés, lo que quiere decir que en vez de ser las instituciones políticas las que regulan el capitalismo, es el capitalismo el que regula a ellas. Y de repente uno se pregunta, ¿dónde estaban todos aquellos intelectuales capaces de agitar nuestras conciencias? ¿Dónde los políticos y economistas capaces de prever la crisis? “No me parece injusto afirmar que los intelectuales de mayor visibilidad social y mediática no han estado a la altura de las circunstancias durante la crisis. La reflexión sobre cómo vencerlas posibles resistencias sociales o cómo compensar a los perdedores o a los más perjudicados por estas reformas ha estado ausente en todo momento”. Tal y como señala Ignacio Sánchez-Cuenca en su magnífico libro “La desfachatez intelectual”
Un esclavo sabe que lo es, pero conocer por qué es un esclavo supone el primer paso para dejar de serlo. El poder cree que tener una ciudadanía informada y concienciada es como un tren que está fuera de control. Y es el propio capitalismo el que está descontrolado, impulsado por la anarquía de las fuerzas del mercado. Lamentablemente da la impresión de que durante estos últimos años, -donde la pobreza y la desigualdad han crecido exponencialmente-, la gran mayoría vamos en vagones de tercera sin apenas saber el destino de nuestra última parada. Tal y como indica el demoledor informe de UNICEF la desigualdad matará a 69 millones de niños y niñas en 15 años. Tan solo en España, el 34% están en riesgo de exclusión y, si sólo nos fijamos en los niños inmigrantes, la tasa se dispara al 60%.
Anantapur-Fundación Vicente Ferrer
Necesitamos más que nunca una sociedad que se preocupe de los desplazados, de los excluidos y derrotados. Necesitamos alguien que nos hable de las sombras. De lo negado y descartado por el orden social. La conclusión es que tememos lo que no conocemos y no queremos conocer. El otro día iba paseando junto a un amigo, Nicolás Castellano, de la Cadena Ser, por la Gran Vía de Madrid. Era ya de madrugada. La verdad es que no suelo beber nunca y aquella noche me había tomado un vodka con naranja. Francamente, iba por la ciudad como si mi cabeza fuese la de un pez Globo. Me sentía un poco ridículo, pero tampoco quería hacer evidente que ya no estoy para una noche de alcohol. De golpe, de la oscuridad apareció un señor de tez morena e intentó preguntarme algo. Mi reacción inmediata, fue la de apartarme y decir NO. La respuesta de Nico fue todo lo contrario. Fue especialmente amable con él y le indico la calle que buscaba. Solo era eso. Solo quería saber una dirección. Al despedirse aquel hombre me lanzo una mirada de desagrado que me dolió y que me hizo sentir vergüenza de mí mismo.
Mozambique-Nicolás CastellanoCadena Ser
Puede parecer un ejemplo insignificante y superficial, pero significa mucho más de lo que parece. Hacer es ser. En mi caso, y es demasiado complejo para resumirlo, existen otras muchas razones de saturación emocional que no vienen a cuento, y que pueden parecer una excusa fácil, pero la cuestión es que no actué como debería. Los prejuicios y la ignorancia nos bloquean y enceguecen. En necesario asumir el lado más doloroso de la vida y de nosotros mismos para poder cambiar y evolucionar. Y asumir las contradicciones y paradojas de la existencia. Asumir nuestras luchas ponerles nombre y combatir por nosotros y por los demás. Si de verdad queremos cambiar el mundo, empecemos por nosotros mismos. “Hannah Arendt decía, “Cada ser humano es un ser pensante, que puede reflexionar como yo lo hago y, por lo tanto, juzgar por sí mismo, si así lo desea. Lo que ignoro es cómo conseguir despertar en él ese deseo. Creo que reflexionar es lo único que puede ayudarnos. Pensar siempre significa hacerlo de manera crítica, y pensar de manera crítica siempre significa ser hostil!”
Soñemos un sueño colectivo, no solo expresando nuestras ansiedades personales, sino las de la humanidad entera. Avancemos en el territorio de lo ignoto, de lo desconocido, vayamos más allá de nuestros límites. Salgamos de nuestras parcelas de aparente seguridad. ¿Cómo es posible que todavía no hayamos otorgado el lugar que les corresponde a los millones de héroes y heroínas anónimos, que son en realidad en quien deberíamos mirarnos para aprender y saber quiénes somos? ¿Por qué admiramos a la gente equivocada?
el dispensador dice: te la hago sencillo... sin el prójimo, la existencia es un páramo... sin el otro, el yo es una entelequia... y para poder expresar lo que eres, debes hacer... no alcanza con pensar ni con decir... necesitas producir que implica movilizar, promover el cambio, la modificación de los procesos, o lo que es lo mismo, hacer girar la rueda... y cuando la rueda gira, el caos se torna orden, y el orden busca canales propios para escurrir los impulsos de la corriente... y cuando eso sucede, aunque ya no tengas cuerpo, el "movimiento" no se detiene... si no atiendes a tu consciencia, te consumen la ignorancia y la impaciencia... porque la única brújula que existe, reside en tus sueños... y para que éstos tengan entidad, necesitas honrar tu dignidad... sólo eso. JUNIO 28, 2016.-
lo que haces, permanece, aún cuando se modifique...
lo que dices, se evapora...
lo que piensas y no se traduce en hechos, te consume.
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