martes, 20 de noviembre de 2018

EL TESORO DE LOS TERTONES | Thuk Je Che Tibet - Publicaciones

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"EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS".

Una breve explicación: 

Según la tradición Tibetana, el Bardo Thodol es una de las obras de Padma Sambhava (el fundador del Lamaismo) en el siglo VIII d.C. ocultadas en secreto a fin de preservarlas para futuras generaciones posteriores y que había de revelarse cuando el tiempo estuviese ‘maduro’. Durante la persecución del Budismo por Langdarma ... se escondi
ó el texto con apropiadas ceremonias místicas, bajo las rocas, en cuevas y en innumerables escondrijos a fin de preservar a este y a innumerables libros del periodo prístino del Budismo Tibetano a fin de impedir su destrucción.

Debido a que la mayoría de los miembros de la Orden Budista murieron o fueron expulsados del Tibet, estas escrituras enterradas permanecieron allí donde se las había ocultado,...muchas se recuperaron posteriormente en los siglos siguientes, denominándoselas Termas, termino derivado de la palabra Gter que significa “Tesoro” y a quienes descubrieron estos tesoros espirituales y propagaron sus enseñanzas se les llamo Tertones o “Reveladores del Tesoro”.

Y si hay un libro que leer antes de morir, ese es ‘El Libro Tibetano de los Muertos’, precisamente para saber morir y acabar con la rueda del sufrimiento; una introducción al Bardo Thödol y a la conciencia de la muerte como llave espiritual

En la historia de la humanidad, la muerte ha sido una una enegía fundamental en el actuar y proceder común. Símbolo reverso de la vida misma y seductora ilusoriedad del tiempo. La psique humana parece no entender fácilmente este tema, negar su destino final hacia lo que indudablemente sucederá es el común denominador.

Si reflexionamos un momento y entramos en contacto con lo que sentimos respecto ( vamos a decirlo poéticamente ) a las doncellas nocturnas que abrazarán en un beso nuestro aliento para despojarlo de la carne y transportarnos a su frío mundo; observaremos que el miedo que surge, profundamente escondido en nuestra mente, hace su aparición como negación de la inminente verdad.

La mente busca distraerse cuando se cuestiona el fin de la vida, se escabulle abandonando la presencia de la muerte como un tema irresoluto en el diálogo interno, un tema que dejamos para más tarde, “cuando este cerca quizá lo comprenderé, hoy no vale la pena”. Pero..? Sabemos cuándo...?

Otras culturas han desarrollado una visión mucho mas interesante de la muerte, han roto con esa barrera tan clara que construimos entre nuestro mundo y el mundo de los muertos.

El Bardo Thödol, o libro Tibetano de los Muertos explica la muerte y sus transiciones, en las qu se encuentran claves para entender paso a paso la muerte, se aprecia la llegada sutil de la muerte anunciando su proximidad, transitando en el importante desarrollo que se enfrenta hasta que el espíritu encuentra el camino a casa.

En el Tíbet existen lamas dedicados a encaminar al que se encuentre cerca o ya inmerso en esta transición tan importante. El Libro Tibetano de los Muertos identifica 3 diferentes etapas por las que atravesamos llamadas Bardos, estos Bardos exigen diferentes retos y desalojos de la mente. En este importante desapego el Lama recuerda al viajero el camino donde deberá soltar los amarres de una vivencia que ha terminado y los anzuelos que el mismo ancló en este mundo.

El sabio de la muerte también llamado Bardo puede ver en que estado se encuentra su paciente, conversa con sus mantrams mientras el sentido del oído aún permanece activo -el ultimo sentido que se pierde- después se comunica psíquicamente evaluando su estado y su posición mental.

(Recordar este dato, EL SENTIDO DEL OÍDO, ES EL ÚLTIMO SENTIDO QUE SE PIERDE..) por lo tanto, tener precaución si estáis cerca de alguien que acaba de fallecer..)

Para el Bardo Thödol la muerte acontece en consecuencia a nuestras propias acciones, -es el cúmulo del Karma-, una acción recíproca de la vida con la muerte, un espejo de nuestras acciones y pensamientos que se acumulan en su consecuencia final.

Para el Bardo, el hombre ha perdido el paraíso enraizándose en las penumbras del sufrimiento por su propio gusto. Cuando el hombre valora los objetos materiales como elementos superiores a su verdad, y atesora la posesión de la materia, se aleja del camino espiritual, dando origen al sufrimiento, el paraíso se pierde en esta escala de valores que se separa de la sencilla naturaleza y la sencillez natural donde todo es posible.

Los objetos no satisfacen al ser, su cuerpo se deteriora al paso del tiempo, la ilusión poseedora de sí misma cobra fuerza y dominio en la mente que poco percibe la riqueza del paraíso que existe en sí mismo; el objeto-tiempo se esfuma encendiendo la era del sufrimiento, el pretexto creciente de una necesidad que sufre –la perdida de su sí-mismo-paraíso.

El Bardo Thodol explica que para regresar al paraíso hay que moverse y transformarse; hay cosas tan profundas y arraigadas que se necesita una mutación que sólo puede proporcionar la muerte. Los maestros del Bardo alcanzan profundos estados meditatorios a través de los cuales pueden entrar al mundo de la muerte. Ahí, en ese mundo que ellos estudian, la transformación puede dar inicio a una etapa espiritual diferente.

En esos senderos por donde todos cruzamos al morir, se puede observar una luz que envuelve, es posible sumergirse en esa luz de la muerte y despojarse de aquello que se sabe inútil, pero sigue pegado a la mente. Dejar lo que no sirve dando espacio a nuevos elementos de la conciencia. Los estudiosos del Bardo Thodol logran cambiar su estado mental, desvelando la fantasía humana y acercándose al encuentro con una realidad superior. Estos exploradores de la muerte están dispuestos a que muera una parte de ellos y así poder recuperar el nacimiento en la luminosa inocencia de su conciencia que integra el paraíso.

Este paraíso, al que se regresa al salir del sufrimiento, está simbolizado por muchas culturas alrededor del mundo como el sol, la luna, la luz nueva, el túnel de conciencia, un lugar luminoso donde todo se ve diferente; la clara luz y la paciencia mental sin pensamientos que en armonía clarifica y ilumina la conciencia humana de quien tiene espíritu para ver.

Esta luz-experiencia es narrada también por los cientos de hombres y mujeres que han muerto y regresado, ellos cuentan sobre ese espacio lumínico abundante en lo que podríamos denominar paraíso, un mundo sin sufrimiento, el nirvana, la iluminación.

En el Bardo Thödol la luz se expone desde el inicio de las enseñanzas como la luz de la naturaleza espiritual, su presencia es la señal de que se está conectando con el hiperespacio del espíritu donde se encuentran las salidas laberínticas al despertar de la conciencia. También puede ser vista en la meditación como guía y presencia que revela el camino. Luz propia, pero que permite el contacto con la pureza del ser.

Los lamas que ayudan al bien morir y al estudio del Bardo Thödol, recuerdan a sus pacientes lo que aprendieron en vida. Del poco o mucho estudio sobre el Bardo y la muerte que invirtieron en el transcurso de su vida, el lama se limita a recordar y guiar sobre algo que debió de ser atendido, si no se procuró el estudio del Bardo, la tarea será mas difícil, sujeta a miedo e incertidumbres que pueden dominar la voluntad.

El Libro recuerda constantemente que estas enseñanzas preparan la mente en vida, aclaran que es importante impregnarse de esta información para que se capte en los niveles del subconsciente, así la muerte y sus transiciones serán recordadas y entendidas como un proceso natural.

La comprensión del Bardo -la muerte- como esencia y remedio del conocimiento, aparta a sus adeptos de las sufridas creencias, los adentra en la comprensión pura del hombre que se vuelve consciente de su posición evolutiva, y de los obstáculos personales que hay que superar rompiendo egos.

Como en muchas doctrinas, la muerte desarma las herramientas del ego, para dejar al ser desnudo y sin personalidad, es ahí donde se puede entender que hay detrás de la ilusión.

La Muerte ha representado en muchas culturas el sentido de la existencia, recordar su constante presencia y poder entender así la vida como algo pasajero, ha sido intención y esfuerzo de muchos. Idolatrada en festividades y personaje principal en distintas disciplinas, sentido supremo en la sutileza del día a día en ejercicios que permiten entender que todo nace y muere en la consecuencia sublime del tiempo.

Todos, en ocasiones particulares hemos sentido la presencia de la muerte. La latente y constante presencia en alguna de sus diferentes manifestaciones, su mutable sentido afecta nuestra psique mas seguido de lo que imaginamos. Perenne como fortaleza de principio y fin, es ella la que puede transformar la vida, aliada del hombre que desea cambiar.

La Muerte está presente en esta realidad; no es difícil presenciar su aparición y sus manifestaciones: un oscuro miedo palpita en nuestro ser, miedo a uno mismo y al encuentro con ella o con algún ser inmaterial que se manifieste en nuestra “realidad”. Ese mundo efímero que esta contactado con el nuestro, lo hemos negado pero se aparece para recordarnos que existe mucho más de lo que nuestros ojos ordinariamente ven.

Los budistas, una de las grandes religiones de la humanidad, creemos profundamente en la reencarnación. Además consideramos que esta vida que llevamos está signada por el dolor. Solo liberándonos de esta existencia o vida podremos alcanzar la felicidad o el Nirvana. Ahora, liberarnos de este plano de la existencia no es tan sencillo como suicidarnos en masa, debemos previamente seguir una estricta meditación y renuncia a todo aquello que nos liga a este mundo: posesiones materiales, sentimientos, etc.

Adicionalmente para la religión budista no existe el concepto como un paso a la nada o al infierno. Para los budistas todo sigue en el eterno sansara y nos reencarnamos continuamente, dependiendo de nuestro comportamiento te puedes reencarnar en una gacela que vive constantemente en terror para escapar de las fieras o poder reencarnarse en un hombre rico y poderoso. Pero la vida nunca acaba, sigue en constantes reencarnaciones.

Los budistas orientales debemos liberarnos de esta vida de todo sufrimiento. Esta liberación puede ser en vida mediante la iluminación como lo hizo el gran Siddharta o mediante el período (o Bardo) de 49 días que es el estado intermedio entre la vida que acaba y la vida que se reencarna. Ese tiempo que los occidentales consideran muerte para los tibetanos solo es un estado intermedio entre el fin de una vida y la reencarnación en otra.

Como se anticipa en el propio título del libro, la liberación se alcanza mediante la audición. ( Ya hemos comentado, que es el último de los sentidos que perdemos..) Un grupo de monjes tibetanos preparan el cuerpo del muerto que un iniciado pueda recitar los versos del libro en presencia del difunto y así guiarlo en su camino por la etapa intermedia. Es una segunda medida, ya que también se espera que el muerto haya leído el libro previamente y lo recuerde al momento de pasar por los diversos momentos del estado posterior a la muerte.

( ESTOS VERSOS, ESTÁN YA ESCRITOS EN ESTA PÁGINA, SON LAS TRES ETAPAS BARDO)

El fin último de la recitación no es conducir el alma del muerto lo más rápido posible a su nueva encarnación. Lo que se busca con la recitación es que el muerto pueda despertar a la etapa de iluminado y liberarse del espiral de las encarnaciones. Esto que puede parecer sorprendente para un hombre occidental no lo es. Basta con pensar en que la iluminación consiste en entrar a una existencia superior en la que todo es felicidad y en la que nos fundimos para la eternidad con el absoluto. Afortunadamente esto es algo que construimos nosotros con nuestro conocimiento.

Espíritus inmundos

Uno de los pasajes más inquietantes del libro tibetano de los muertos es aquel en el que se presentan visiones terroríficas al muerto. Espantosos demonios acosaran al difunto durante este estado intermedio y él deberá vencerlos recordando que solo son producto de su imaginación y que solo aparecen para perturbarlo en su camino a la liberación. Una vez que supere esa etapa podrá volver a sentir el deseo de un cuerpo que contenga el alma y regresar en una nueva reencarnación o superar este último escollo, renunciar a volver en un cuerpo material y liberarse con la iluminación del Nirvana.

(..... Se dice que aquel que lo lea al menos una vez en la vida se salvará de todos los tormentos de la muerte...

... (El Bardo Thödol nos enseña que tenemos que aceptar al mundo con ecuanimidad, tal como es en realidad, en lugar de cómo lo percibimos o de cómo reaccionamos en él. Todo esto significa que tenemos que contar con el valor de no perdernos en las formas de pensamiento, que son producto de nuestra propia mente. ..)


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